Operación Ultra, titulada originalmente American Ultra, es una cinta de acción del director Nima Nourizadeh (Proyecto X) y el guionista Max Landis (Victor Frankenstein), cuya loca historia relata la forma en que un chico adicto a las drogas suaves (mariguana, LSD, MDMA, etc.), Mike Howell (Jesse Eisenberg), y su linda novia Phoebe Larson (Kristen Stewart), igualmente adicta, pasan de ser simplemente ciudadanos comunes a objetivo de exterminio de una agencia gubernamental.

Si no sonara tan inverosímil, seguramente la tomaríamos por una chorrada destinada a hacernos reír. Y la verdad es que, así es, porque la cinta nunca se siente que vaya en serio, sino que nos invita a seguir adentrándonos lentamente en la razón por la cual Mike adquiere habilidades que no recuerda haber aprendido en ningún sitio, mientras introduce personajes que intentarán acabar con él cueste lo que cueste.

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En general, Operación Ultra tiene grandes debilidades, como un guión mal estructurado, el origen incierto de los personajes -que es parcialmente aclarado más allá del medio-, y esa falta de verosimilitud que invitaba a que la historia fuera más chusca de lo que en realidad lo fue.

Cuando dije que la historia no se toma en serio, fue con doble intención. Porque, si bien el personaje principal es tan extremo que no nos lo creemos -algo bueno en las cintas de comedia-, no es lo suficientemente cheesy para que sea memorable. Esto me hace recordar a Le Bagman, un cortometraje canadiense de Jonathan Prévost, en en el que el antagonista tiene formas de matar bastante insólitas. Estamos hablando en sí, del cine de clase B, cuyo guiones de baja calidad sólo sobreviven gracias a que el conjunto deja una marca positiva en el público, a base de ser tan malas cintas que son buenas. Yo me esperaba algo similar de Mike Howell, que fuera el típico experimento secreto que de pronto se sale de control y nos regala los asesinatos más escandalosamente divertidos de la pantalla grande. El problema es que los efectos no son exagerados, que las muertes no son tan dramáticas como un desearía, que el magenta no corrió a chorros como uno esperaba para una historia de este tipo.

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Jesse Eisenberg, puede ya olvidarse de este divertido intento, pero no lo suficientemente hilarante. Paradógicamente, Kristen Stewart hace un mejor papel el protagonista principal, y ya se le ve alejada de los bodrios que constituyen la saga de Crepúsculo, aunque sigue allí, encasillada en la chica de aspecto adolescente que tanto mal ha hecho a su carrera (me refiero, para que un cineasta serio la tome en cuenta).

Pero no son los únicos personajes emblemáticos de esta cinca. Acá tenemos a Victoria Lasseter (Connie Britton), la mujer que se le presenta a Mike en su tienda de abarrotes y que desata los cambios en el protagonista, y que con sus pocas líneas probó estar más preparada que cualquier otro elemento del elenco. Y a Adrian Yates (Topher Grace), un antagonista bastante inmaduro, pero que tiene el poder en sus manos. Relativamente interesantes son los esbirros de este chiflado, Laugher (Walton Goggins), Rose (John Leguizamo) y Krueger (Bill Pullman), aunque sólo momentáneamente en sus escenas clave.

Si hubiera que calificar esta cinta, yo le daría un seis porque tuvo potencial como cine de clase B, pero como película distribuida internacionalmente en cines, creo que nos deja mucho a deber. Vale la pena verla en TV, cuando la pasen por su sistema privado predilecto.