Honestamente, no sabía que esperar de Gran Turismo: La película. Lejos de ser una auténtica preocupación por el manejo de una adaptación y los cambios que se pudiesen efectuar gracias a la libertad creativa (donde el proyecto suele tambalear por dichas libertades), la franquicia de simulación automovilística carece principalmente de una narrativa convencional en la cual se puede basar o inspirar, pues el su objetivo principal es que el jugador comprenda el propósito, el arte y la filosofía de manejar. ¿Cómo expones una historia sobre un juego que no cuenta con una trama? Sobre todo cuando el público relaciona de forma inmediata una producción fílmica que trate de automóviles con la franquicia Fast and Furious y sus respectivas dosis de acción.

Es así como el director Neil Blomkamp trabaja con con uno de los elementos menos conocidos en la historia del gaming actual, y aprovechó cada uno de sus elementos lo que pudo para crear una historia emotiva, convirtiéndola también en su principal campaña publicitaria: Esto realmente sucedió.

La vida del jugador y ávido fanático de las carreras Jann Mardenborough(Archie Madekwe) cambiaría de un momento a otro cuando sus destacables habilidades le abren las puertas a la GT Academy, la primer institución enfocada en convertir a los mejores jugadores deGran Turismo en corredores profesionales organizada por el empresario Danny Moore(Orlando Bloom). Sin embargo, su camino se verá afectado por una industria que ve esta hazaña como algo inaudito, casi imposible; es entonces cuando Jann tendrá que demostrar tanto al mundo sus capacidades como un corredor, como a si mismo a nunca rendirse sin antes llegar a la línea de meta.

Como mencioné, esto es una recreación del torneo original que sucedió en el año 2011, adaptando varios de sus elementos a nuestra época actual.

La idea de la cinta es que también sea accesible para todo el público, sin importar si ha tenido un contacto previo con el título de la simulación. Esto genera que sea una cinta fácil de entender y de dejarse llevar no solo por la emoción de las carreras sino de sus mismos personajes, aunque esto conlleva a una situación engañosa en sus primeros minutos, pues pareciera que se trata de un enorme comercial del juego.

No es secreto que las producciones de Sony Picture suelen tener una gran cantidad de Product Placement en donde sus productos brillan como tal al grado de que buena parte del enfoque de ciertas tomas debe brillar el nombre de la marca.

Es así como siempre se nos recuerda el objetivo del juego, la visión de su creador Kazunori Yamauichi, y la pasión que tiene un jugador a la hora de poner sus manos en su título favorito; es totalmente entendible que se hagan estas prácticas y sobre todo cuando tienes un gran catálogo de contenidos comerciales para todo tipo de público, pero tampoco puede ser una constante en la que gire un tercio de la película. Y ese podría ser un elemento que deberían haber acomodado de mejor manera para que funcionase como el complemento ideal de su protagonista.

Pasemos al papel de Archie Madekwe y el piloto Jann Mardenborough, que en principio es fácil de comprenderlo, aunque no muchos puedan empatizar con su causa, pues al final se trata de alguien quien quiere cumplir un sueño y lo alcanza hasta el fin. En gran medida muchos de sus procesos y desarrollos se resuelven tan rápido como empiezan, y parece que se trataría de beneficiar el guion para que quede victorioso.

Contar con esas condiciones favorables, las lecciones de la película no giran en torno de quedar siempre en el primer lugar.

Madekwe cumple con representar a un jugador a la hora de defender no solo sus pasiones sino sus convicciones. A la cinta no le cuesta nada que el espectador se deje llevar por las situaciones de alta urgencia como en las mismas carreras: la forma en la que se nos transmite y percibimos el alivio y el coraje que se llegue a sentir en cada carrera, victoria o una derrota es admirable.

Algo que si hacía falta era que tuviese mayor interacción con Orlando Bloom, quien interpreta al empresario Danny Moore en honor del verdadero creador del GT Academy, Darren Cox.

Sus actuaciones por alguna razón desentonan con la trama, pues no queda muy clara cual es la intención que tiene tras todo esto o como sus influencias fueron la clave de un suceso que si tuvo una gran expansión por casi 10 años, quedando únicamente como un tradicional hombre de negocios: hemos visto representaciones de personajes así incontables ocasiones.

Quien se roba los reflectores de la película es David Harbour interpretando a un personaje nuevo en la recreación de la historia de Jann: Jack Salter funge como el entrenador de la GT Academy, y sobre todo quien habla a través de la experiencia. Es aquél que se atreve a dejar absolutamente todo lo que sabe solo para no permitir que otros cometan sus mismos errores. De hecho sus intervenciones son una gran sorpresa, incluso cuando los avances mostraban a alguien insensible y que subestimaba al proyecto como a los protagonistas.

Algo que si es de suma importancia es que una adaptación pueda, ser fiel a lo que sucede en el juego, al menos que si pueda apoyarse en sus elementos para que las escenas recreen y puedan transmitir esa emoción o sensación al momento de jugar. A pesar de que no nos encontramos con «Una oda a la mecánica… automotriz» como mencioné en la reseña de Gran Turismo 7, los momentos en los que hay una carrera o cuando toca realzar la belleza de un auto si tienen sus respectivos tiempos, sobre todo en las carreras en donde cada segundo cuenta.

Como he venido mencionando, es fácil identificar aquellos elementos como posiciones en las carreras, el tiempo y la distancia que se llevan entre vehículos, e incluso la toma de decisiones de último minuto, se plasman de una forma accesible y que envuelven al espectador en esos breves instantes y que se sienta incluso la urgencia de estar tras el volante.

Por otro lado, las escenas en donde se ven algunos vehículos o recorridos en momentos pausados si transmiten esa sensación que el juego, por ejemplo, aprovecha en sus modos de espectador llamado «Scapes», donde vehículo y ubicación hacen esa mancuerna de elegancia y porte. Se agradece que la película no abuse de secuencias desenfocadas solo para transmitir la sensación de adrenalina, y por el contrario, maneje enfoques ejecutados que los fanáticos del juego podrán identificar.

En el apartado sonoro, hay una fiel representación de cada uno de sus efectos, en varias secuencias se presentan diferentes guiños con extractos sacados directamente del juego. Incluso a manera de «Detrás de cámaras» se pueden ver algunos de los procesos que se usaron para el mismo título para recrear de la forma más precisa los sonidos que un motor de alta potencia pueda entregar. Hay diferentes temas musicales que intensifican cada una de las situaciones, más de uno mantenga en mente el tema principal de la película.

Gran Turismo: La película, se destaca por ser una buena adaptación de un videojuego, logrando destacarse por no contar con una narrativa en la cual apoyarse. Se agradece que dentro de las propuestas populares en el género automovilístico no se sienta como una serie de secuencias apresuradas, y lo más importante, que tenga los elementos esenciales para transmitir la sensación de juego y la urgencia de ganar como pocas adaptaciones pueden entregar.