Fui a ver El Renacido sólo unos días después de que la película había sido nominada a 12 premios Oscar. Con tantas nominaciones, la expectativa era tener una experiencia única, de esas que se dan una vez cada cinco años, en promedio. Y, definitivamente, lo fue. DiCaprio lo describió en su momento como una experiencia épica y artística, y considero que es una descripción razonablemente acertada. Alejandro González Iñárritu ha vuelto a hacerlo. El año pasado, con Birdman, una cinta indiscutiblemente brillante, no muy convencional, y este año, con una historia de supervivencia que captura hermosos escenarios nevados con la propia desolación y el ambiente sombrío que debe vencer Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), no solo para salir avante de una terrible traición, sino para desatar su furia en contra de quien le enterró vivo. Es una historia que puede considerarse violenta, valiente, veraz y visceral.

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Leonardo DiCaprio sale de su zona de confort y nos entrega una de sus mejores actuaciones después de Titanic.

Atacados y perseguidos por los nativos locales, un grupo de cazadores furtivos se adentran en el bosque siguiendo a su guía, Hugh Glass, quien desafortunadamente llama la atención de un oso grizzly que cuidaba a sus cachorros. Es atacado brutalmente, y aunque parece estar mortalmente herido, el capitán Henry (Domhnall Gleeson) paga al mercenario John Fitzgerald (Tom Hardy) para quedarse a su lado, junto con su hijo Hawk (Forrest Goodluck), un mestizo Pawnee, y su amigo Bridger (Will Poulter), con la intención de que Glass muera en paz y sea sepultado con dignidad. Como era de esperarse, Fitzgerald no es de confiar, mata a Hawk y abandona a Glass en una tumba poco profunda. Glass se obstina en sobrevivir para hacerle pagar su traición, y así es como se configura su venganza, a pesar de que la probabilidad no esté a su favor.

Seguramente este será el año en que DiCaprio logre atrapar el escurridizo Oscar. Está claro que el sufrimiento en la pantalla no lo es todo, dadas las condiciones inhóspitas en que filmaba el equipo. A pesar de tener muy pocas líneas para entregar, DiCaprio se mantiene en pantalla la mayor parte del tiempo, y nos ofrece un verdadero espectáculo de bravura. Es una actuación virtuosa, emocionante en su fuerza bruta y su silenciosa elocuencia. Y la entrega de Domhnall Gleeson también es contundente, añadiendo un grado de bondad y compasión a la película.

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Tom Hardy se convierte en el antagonista más CENSURADO que he visto en algunos años.

Alejandro G. Iñárritu estuvo muy cerca de torturar a su elenco, y a su audiencia, con esta historia de venganza en la que vemos a un Tom Hardy que impresiona, como el antagonista principal. Iñárritu, además, evitó el uso de pantallas verdes, insistiendo en actuaciones en vivo y en el uso de escenarios reales. Estilísticamente, la película tiene muchos paralelos con Gladiador, por sus secuencias de sueño artísticamente construidas. Pero la película no carece de efectos especiales, y éstos son fenomenales, increíblemente entregados durante la escena del incesante y agotador ataque del oso: una perfecta combinación de efectos y manejo de cámara que lo hacen terriblemente creíble.

Aquí es donde debemos mencionar a Emmanuel Lubezki, recordando su labor en Birdman, con esa cámara que sencillamente no corta más de una o dos ocasiones, para hacer estas mismas tomas de seguimiento durante una batalla campal. Es simplemente fenomenal.

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Hay escenas que nos permiten advertir el gran trabajo que hace la dupla de Iñárritu y Lubezki.

Posiblemente la única zona flaca y que no se cuidó con tanta meticulosidad fue la música, de Carsten Nicolai y Ryuichi Sakamoto, que en gran parte debería permanecer en el fondo para mantener nuestro estado de ánimo. Pero no, hay ocasiones, algunas innecesarias, en que se vuelve invasiva e incluso molesta. Sin embargo, logra cautivarnos y mantenernos inmersos en la historia, a pesar de que en ocasiones las largas escenas de supervivencia nos pueden hacer caer en el tedio (que no es precisamente aburrimiento, sino el deseo interno de avanzar en la historia, mientras somos sometidos a la crudeza de las escenas que estarían explorando nuestros miedos internos). Sí, esta tensión tan inusual en el cine comercial y tan propio del cine de arte, manifiesta el desplante de creatividad de un director que aún tiene mucho que entregarnos.

En general, considero que esta es una película magistral, una verdadera cátedra de cómo hacer cine, no sólo por las excelentes actuaciones. Debo decir que es la primera vez que veo a Leo entregado en cuerpo y alma, en un papel que resalta su talento, y que podría ser incluso comparable a Orson Wells en El Ciudadano Kane (sólo espero que esta vez gane el Oscar). El Renacido tiene un grado de violencia significativa, que no puede adaptarse a todos los espectadores, con la confrontación final en particular, una de las más viscerales luchas que he visto en años. Sin duda, es una de esas que se han colado a mi lista de «Películas que debes ver antes de morir». Le doy un nueve.