Noah Baumbach es un joven director neoyorkino que ya ha tenido algunos aciertos en su vida profesional –Frances Ha, Una historia de Brooklyn, Kicking and Screaming- y que en esta ocasión nos ofrece una de sus más recientes historias dentro del cine de autor, Mientras Somos Jóvenes (While We’re Young), con un elenco que prometía una historia fresca y entretenida. Mi misión es ofrecerles un punto de vista, como hay muchos, pues si en el algo se caracteriza el cine de autor es que genera una gran diversidad de opiniones. Esta es sólo la mía, porque lo que desde ya los conmino a ver esta película y sacar sus propias conclusiones.
Un matrimonio de personas mayores a los 40 años de edad -conocidos como middle-age en Estados Unidos-, Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi Watts), conoce a una pareja joven formada por Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried), cuya única cosa en común es que los varones son documentalistas. Ambos trabajan en sus propios proyectos, muy diferentes uno del otro, pero la energía de Jamie y Darby logran cautivar a Josh y Cornelia. Pronto se generará una especie de amistad entre ellos, conforme Jamie avanza en el desarrollo de su propio documental en el que se ve inmiscuido Josh, y crecerán las dudas sobre la posible agenda secreta que tuvieron este par de jóvenes para relacionarse con personas de otra generación.
Lo primero que vale la pena decir es que el guión es atractivo y realista. Estas cosas ocurren todos los días. Jóvenes con talento, entregados a la realización de sus sueños, se acercan a personas con más experiencia y traban amistad. Y por supuesto, hay relaciones que no fructifican para alguna de las partes. La juventud es una gran seductora y, aunque a los cuarenta no concibo como una pareja se puede sentir vieja, no dudo que esas cosas ocurran porque yo mismo lo he vivido. A mis casi cuarenta años de edad, les puedo asegurar que la mayoría de mis amigos tienen de seis a doce años menos, en promedio. También es cierto que hay jóvenes que no tienen escrúpulos y hacen lo necesario para destacar en este mundo. Así que, se las compro desde ese punto de vista.
Los personajes que se nos presentan en pantalla, como consecuencia, son creíbles. Por necesidad tendremos que empatizar con alguna de las partes. Yo me he proyectado hacia Josh, quien tiene un proyecto fenomenal pero que se ha estancado, posiblemente por temor a no tener éxito. Después de todo, le ha tomado diez años de su vida. Sin embargo, como dice el refrán, por ver el árbol, no vemos el bosque al fondo. Hay mucho más que ver para Josh, y ese cambio producido por Jamie le hará crecer como persona. El trabajo actoral de Ben Stiller es muy bueno, sin llegar a ser extraordinario. Lo mismo ocurre en el caso de Naomi Watts, quienes a pesar de ser los personajes principales, se quedan muy al margen. Son Adam Driver y Amanda Seyfried, quienes se roban la mayoría de las escenas, con esas actitudes tan frescas y esa forma de ser que inyecta energía.
En cuanto a la escenografía, no pudo haber sido mejor, ya que retrata el día a día de dos parejas en su relación mutua, y con aquellos que les rodean. Podemos ver los cambios conforme avanza la trama y nos percatamos que pasamos de escenarios apagados a otros más brillantes, según el estado de ánimo de los personajes. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Lo malo de esta película se encuentra en la producción, que logra que una película con un buen espíritu y mensaje se vuelva lenta y tediosa, con un final algo soso y apagado. Sí, sin duda el sonido estuvo muy bien, a la altura de la película, pero nos queda debiendo la falla en el ritmo y el débil hilo conductor. Le doy un seis.
