En mi vida, he visto muchas traducciones desafortunadas. Desde películas con una mala traducción hasta títulos que no corresponden con el sentido que se le había dado a una palabra originalmente. Este es el caso de Mita Tova (Fue Bueno [Vivir, Ser, Existir]), titulada como The Farewell Party en EEUU, y que aquí en México fue titulada como La Fiesta de Despedida.

Creo que ya se han dado cuenta donde se encuentra el error: la palabra inglesa «party» no significa únicamente fiesta. Tiene diversos significados dependiendo del contexto en que se use, por ejemplo, democrats party es el partido demócrata. Pero no importa tanto el contexto si tomamos en cuenta que «party» involucra a un grupo de personas que desarrolla alguna actividad, no necesariamente divertida. Es decir que el nombre más adecuado, si no deseamos tomar en cuenta la traducción del título original en hebreo -que es más acertado-, sería El Equipo de Despedidas.

Dirán que me pongo quisquilloso, pero tengo razón al quejarme en esta ocasión, porque esta película no trata de fiesta alguna y aborda un tema polémico y que no se presta para bromas o títulos de doble sentido: la eutanasia. Es, sencillamente, de mal gusto…

Tal Granit y Sharon Maymon nos entregan una película con un gran elenco compuesto en su mayoría por hombres y mujeres de la tercera edad, todos ellos actores y actrices con una larga carrera en cine, teatro y televisión en Israel. Podemos afirmar, simplemente al ver la lista de personalidades, que se hizo un verdadero derroche de talento, tanto, que podría anegar la sala de cine y ahogarnos a todos en un éxtasis cinéfilo. No, si me lo preguntan, no soy de forma alguna fan de las obras israelíes, y todas las que he podido ver, se cuentan con los dedos de las manos. Pero es indudable que lo que he visto aquí es, una de las apuestas más complicadas en el cine y, creo yo, ejecutada con una fortuna asombrosa.

mitatova2
Yehezkel, presionado por Yana, la esposa de su convalesciente amigo, inventa una máquina de eutanasia que los volverá indeseablemente populares.

En esta película vemos a un grupo de amigos que viven en una residencia para personas de la tercera edad. En ella, obtienen los cuidados que les son indispensables. Yehezkel (Ze’ev Revach) y su esposa Levana (Levana Finkelstein) son muy cercanos a Yana (Aliza Rosen) y su esposo Noa (Hilla Sarjon), que se encuentra convaleciente, con llagas en el cuerpo que le hacen sufrir terribles dolores durante sus curaciones. Lamentablemente, debe someterse a ese tratamiento de forma permanente, por lo que su existencia se ve reducida a permanecer en cama y sufrir lo poco que le queda de vida. Yana y Noa comenzarán a presionar a sus amigos de toda la vida para que los ayuden a encontrar una forma de bien morir, aunque para ellos deberán arriesgarse a ser capturados si se les descubre, ya que la eutanasia está prohibida y es tomada como un homicidio. En cuanto a Levana, ella definitivamente no está de acuerdo, por lo que intenta evitar que Yehezkel se inmiscuya en esa situación. El punto es que Yehezkel logra reproducir la máquina de la muerte de Jack Kevorkian en un formato reducido y portátil, programada con un simple contador, y pronto, después de su primer uso, comienzan a correr rumores que los harán indeseablemente populares. Después de todo, él sólo deseaba ayudar a su amigo a dejar de sufrir, y no precisamente convertirse en asesino serial.

mitatova1
Pronto se ven envueltos en chantajes, no precisamente de tipo económico, sino para ayudar a otros enfermos terminales a obtener una muerte digna.

Como ya lo mencioné, las actuaciones son fenomenales desde cualquier punto de vista. Vemos a un Ze’ev que interpreta a un hombre con problemas coronarios, posiblemente diez años mayor que él, de una forma muy verosímil. Es el amigo inseparable, ese que sabe cumplir su palabra por encima de cualquier cosa. Sus conocimientos técnicos, además, lo ayudan a encontrar la solución, que posteriormente se convertirá en el problema.

En cuanto a Levana, le otorga frescura al grupo, no por ser más joven, sino porque el mal de Alz-Heimer le hace malas pasadas que nos harán sonreír en ocasiones, y posiblemente llorar, en otras. En mi caso fue el personaje que más sentí, pues una de mis abuelas fue víctima de la demencia senil, y es cierto lo que allí se contempla: olvidos progresivos y repentinos, comportamientos infantiles, mala memoria a corto plazo e, incluso, el desconocimiento de las personas más cercanas.

En cuanto a Raffi Segal (Raffi Tavor) y el Dr. Daniel (Ilan Dar), son una pareja homosexual de adultos mayores, algo particularmente interesante. No es que sea la primera pareja de este tipo que veo en el cine, pero definitivamente sí es la primera que he visto en el cine israelí. Normalmente estos asuntos son muy privados, manejados como tabú. Si bien, el tratar el tema de la eutanasia ya es demasiado fuerte, sobre todo por la inclinación del guión a defenderla, incluir además esta bomba es muy valiente.

mitatova3
Esta es la fotografía que fue sacada de contexto y por la cual le dieron el nombre de La Fiesta de Despedida, no me cabe duda.

Desde el punto de vista técnico, la escenografía fue sencillamente fenomenal, y la música, cuando la hubo, fue la adecuada. Incluso hay una pequeña canción que cantan todos los actores en el medio del filme que le da un toque especial, muy propio del cine israelí.

Concluyendo, La Fiesta de Despedida -muy a pesar de su título inadecuado- es una de esas películas que debe ver cualquier persona, no sólo adultos mayores, porque nos hará meditar sobre qué significa la vida y por qué es que debemos vivirla como nos dicen que debemos, cuando también se encuentra en la balanza el sufrimiento de un estado terminal. No importa cual sea nuestra visión de la vida e incluso nuestras creencias sobre lo que viene después de ella a consecuencia de nuestras acciones. Lo que importa es si realmente le estamos dando el valor que debe tener y si respetamos nuestra dignidad como seres humanos. Habrán quienes deseen terminar de forma natural y quienes simplemente no puedan resistir la idea de vivir peleando contra un cáncer, por ejemplo, hasta el final. Ese tipo de cosas es lo que nos hace pensar y personalmente creo que ha sido un ejercicio interesante que me ha ayudado a reforzar mi posición al respecto. Le doy un 9.