Hace unas cuantas semanas nos llegó la cinta de Dan Fogelman, inspirada en un hecho real, Directo al Corazón (Danny Collins, título original en EEUU), en donde veremos las actuaciones de Al Pacino, Annette Bening, Jennifer Garner y Christopher Plummer, entre otras luminarias.

Directo al Corazón se inspira en la historia de Steve Tilston, un cantante de folk británico que en 1971 brindó una entrevista a la revista ZigZag. Entre las preguntas que respondió se encontraba una muy particular: ¿La fama y la riqueza impactarían tu forma de componer música?, a lo que el artista respondió, «sí, tendría un efecto muy perjudicial». John Lennon y Yoko Onno, al leer dicha entrevista, decidieron enviarle una carta, alentándolo a no sentirse de dicha manera e invitándolo a comunicarse con ellos. Por cuestiones del destino, Steve no tendría conocimiento de la existencia de esta carta hasta el año 2005.

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Como he dicho, la historia de Collins difiere mucho de la de Tilston, y la introducción nos advierte que está inspirada en un hecho real pero que la mayor parte de lo que nos narran es ficticio. Aquí vemos a un artista norteamericano que alcanza cierta fama y fortuna, que a su edad pervive de los éxitos de su juventud, muchos de los cuales ni siquiera fueron escritos por él mismo. Se encuentra inmerso en un mundo superficial, en donde el sexo, las drogas y el alcohol lo mantienen aturdido y alejado de la realidad. Su entorno es completamente artificial. Esto comienza a cambiar cuando su manager y amigo de toda la vida, le obsequia una carta que debería haber llegado a sus manos, escrita por John Lennon. Al día siguiente, Collins sale de casa a reencontrarse consigo mismo, con su pasado y su presente. Será una larga travesía, ¿valdrá la pena realizarla a su edad?

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En Directo al Corazón, vemos a un Al Pacino absolutamente apropiado de su personaje, Danny Collins, demostrando una vez más que no importa el papel que le presenten, él lo sabe llenar perfectamente, dándole una gran veracidad. Annette Bening, por su parte, interpreta a Mary Sinclair, la administradora del hotel donde se alojará la estrella para tratar de recuperar el tiempo perdido, y con quien el personaje principal cruzará una amistad importantísima para el desarrollo de la trama. Christopher Plummer hace el papel de Frank Grubman, manager y amigo de Danny, quien en la generalidad de las escenas presentes se siente alejado por completo de los deseos de su representado. Esto le aporta un carácter un tanto artificial y menos convincente de lo que debería ser, en mi opinión.

También contamos con la presencia, no menos importante, de Bobby Cannavale, quien interpreta a Tom Donnelly, una persona que estuvo ausente en el pasado del protagonista, y que lleva un peso muy difícil de cargar. Su único anhelo es que Hope (Giselle Eisenberg), su pequeña, no quede desamparada por aquello que oculta con gran recelo.

Directo al Corazón, aún cuando altera un hecho real para crear una ficción -nada mala, por cierto-, tienes instantes dispersos de angustia, esperanza, alegría, decepción, furia, y otras emociones que nos presentan sus personajes en una historia dramática que, aún sin ser perfecta, nos conmueve y nos entretetiene sin deseo alguno de apartarnos de la pantalla por un mal ritmo o un mal trabajo cinematográfico. Sus errores más prominentes provienen de la excesiva mención de marcas comerciales, algo completamente innecesario en un filme, como por ejemplo los hoteles Hilton y los automóviles Mercedes-Benz. Comprendo que en ocasiones los cineastas deben llegar a acuerdos, pero normalmente la aparición de estas firmas en pantalla no es tan evidente como en la cinta en cuestión. Otro de los puntos flacos fueron los escenarios, destacando únicamente el concierto inicial y el bar del hotel, lugar donde se desarrolla una buena parte de la trama.

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Concluyendo, Directo al Corazón es una buena apuesta para un fin de semana, y si eres fan del trabajo de Al Pacino, seguramente saldrás de la sala con un buen sabor de boca. Sin embargo, no esperes ver una de sus mejores interpretaciones. Esas quedaron muy atrás, allá entre los años 70 y 90. Simplemente lo hace tan magistralmente como siempre lo ha hecho. Vale la pena verla en cine, si aún la alcanzas, o espérala por tu sistema de televisión de paga favorito. Le doy un ocho.

Bueno, chicos, de momento me despido y recuerden seguir mis contenidos a través de ResetMX, y síganme por medio de Twitter @elabuelokraken. Este fue El abuelo Kraken, ¡hasta la próxima!