El cine japonés tiene varias vertientes, algunas siguen aferradas a las tradiciones, otras se apoyan en el anime no solo para mostrar historias de la vida diaria, sino para aderezarlas con la fantasía que permite la animación, y en el caso de las historias live action tenemos la opción de hacer un mundo fantástico o tan solo aferrarse a la vida diaria el japonés, esto es, contar una historia y darnos la oportunidad de ver la vida diaria del japonés común. 

Hirokazu Kore-eda, ha sido uno de esos directores que ha tratado de tomar temas poco comunes en medio de la rutina común del japonés, desde el abandono familiar en Nadie lo Sabe, hasta el intento de un padre por redimir sus errores en Después de la Tormenta y su reciente producción, Shoplifters ganó la codiciada Palma de Oro en el  Festival de Cannes. 

Mientras tanto tenemos su producción anterior, El Tercer Asesinato, el cual llega con el palmarés de haber participado en El Festival de Venecia y le hizo ganar los premios de Mejor Película y Mejor Director en la Academia Japonesa. 

 

Un abogado decide arriesgar mucho para buscar evitar lo inevitable en un juicio por asesinato

La cinta cuenta con las actuaciones de Masaharu Fukuyama (quien protagonizó Como el Padre, Como el Hijo, del propio director), Kouji Yakusho (Babel), Suzu Hirose (quien actuó para Kore-eda en Nuestra Pequeña Hermana)  y Yuki Saito entre otros actores. 

Un asesinato es cometido por un hombre, quien, al cometer un asesinato previamente, podría ser condenado a muerte. Es entonces que su caso es asignado a un abogado, cuyo padre juzgó al acusado en su asesinato anterior. Por lo tanto vemos el complicado curso que tendrá el abogado por defender un caso que no tiene fácil, entre las evidencias confusas que comienzan a salir frente a él y a la tendencia del acusado de modificar su testimonio a cada rato. 

No cabe duda que tenemos una de estas historias donde podemos agarrar una frase de un programa de televisión de los ochenta, «Este caso se complica«, y vaya que se complica, en una combinación de las diferentes vertientes que la historia nos va mostrando, por un lado, un abogado que busca la manera de poder reducir la gravedad del delito para poder evitar que su cliente fallezca; los problemas propios que tiene el abogado, el complicado sistema legal que tiene el Japón y, si a eso sumamos, que dos o tres testigos pudieran tener algo que pudiera modificar por completo el rumbo del proceso judicial, entonces el asistente terminará con muchas preguntas en su cabeza. 

 

El acusado, un hombre que parece ocultar sus propias causas del crimen…

Y vaya que el guion es complicado y en momentos el cinéfilo se mostrará desesperado cuando encuentre en la historia algunos elementos que podrían darnos el giro de tuerca dramático o la excusa perfecta para que el juicio se alargue más, pero también tenemos muchos detalles alrededor, algunos que incluso se terminan convirtiendo en grandes oportunidades para que la película tome otro rumbo, pero, cuando la verdad comienza a asomar, es entonces cuando la presión y las negociaciones harán sentir una sensación de frustración al cinéfilo quien seguramente se dará cuenta que, en algún momento, se perpetrará el evento que menciona el título. 

Al ser un drama legal, no esperen ver una historia con escenas de acción o algo similar a un episodio de La Ley y el Orden: UVE, que si bien tiene los detalles para poder pernoctar más, nos estamos limitando a ver las cosas del punto de vista de un abogado, uno que intenta tener sus propios principios de trabajo y que, encarnado por Fukuyama, nos muestra a alguien que no es perfecto, tiene sus problemas familiares, sus principios, su forma de ser y que, cuando lo contrastamos con el conflictivo asesino Musume interpretado por Yakusho, entonces vemos como a nuestro abogado le podría volar la cabeza con las revelaciones que van saliendo tanto del asesino como de los posibles testigos y sospechosos. 

La narrativa si nos hace ver algunas situaciones rutinarias del drama japonés como la tendencia a filmar a los personajes comiendo algo (y, evidentemente a hablar mientras comen), a sentarse en el parque y contemplar la belleza de los árboles y el ruido que genera el viento mientras intentan entablar una conversación o incluso a ayudarnos a apreciar lo hermoso y helado que es Hokkaido en invierno. Algunos de estos detalles quizá tan espaciados que el cinéfilo común se sentirán pronto fastidiado ante tanta belleza, tanta comida y lenta narrativa. 

 

La familia de la víctima: con sus propios misterios pudieran voltear el curso del barco

De ahí que al combinar un guion engorroso con una dirección tranquila y pausada, además de una hermosa fotografía, terminamos ante un viaje casi rutinario por la rutina común de un abogado japonés; con la exploración en el psique de un asesino que miente cuando le conviene y personajes secundarios que buscan su peso y lo pierden ante las circunstancias. 

Por esa razón nos encontramos con solo tres actores que trascienden, los tres veteranos de la forma de trabajar de Kore-eda. Fukuyama, sobre quien cae el peso de la película y quien muestra mucha firmeza en su personaje, mostrando frialdad, aunque excesiva solemnidad en su personaje, pero no podemos dejar de descartarlo por las emotivas escenas finales donde la química que muestra tanto con Yakusho como con la joven Hirose se hacen notar y funcionan de manera excelente en la historia. 

Y ya que hablamos de Yakusho, debo afirmar que es una actuación interesante, un personaje sumamente cambiante, que sopla para donde el viento quiere, que realmente termina uno fastidiado de sus constantes cambios, pero que siempre que hay algo que involucra canarios, entonces vemos lo más firme e integrable de este enigmático asesino. Es un barco vacío, como dice la película, quizá uno que llega a puerto descarga y espera que le carguen como le pida el capitán. 

 

¿Hasta dónde llegará el esfuerzo de nuestro abogado?

De ahí tenemos a Suzu Hirose quien hace un papel interesante como una chica con discapacidad, son sus propios secretos, que de pronto sabe barajarlos bien en momentos claves del filme, pero que se pierde en momentos en la opacidad de la trama. Una pena que el guion termine desplazando una actuación tan firme. 

La fotografía y la banda sonora son exquisitas, debo afirmar que el retrato de la ciudad japonesa donde ocurre la historia no es tan ambiciosa ni tan presuntuosa (nunca identificamos la ciudad en particular, salvo la parte en que viaja el abogado a un pueblo de Hokkaido, donde incluso una secuencia retrata la hermosura de la nieve que llena a la región en invierno). La banda sonora sabe adornar momentos clave de la historia, aunque, dada la falta de sorpresa visual en la trama, tampoco es tan redundante. 

El Tercer Asesinato es una película que sirve como una buena opción para huir de las propuestas comerciales, pero no garantizo que salgan tan satisfechos de un filme oriental que abusa de meter detalles que luego el guionista no sabe cómo cerrar. El director hace una cinta pausada que provoca que sus 124 minutos sean pesados para el cinéfilo común. Mejor pidan café y no palomitas antes de entrar al cine, me lo agradecerán. 

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