Parece que 2015 va a cerrar el año dedicado al tema del espionaje en una gran variedad de formas (Espías, , Misión: imposible – Nación secreta, Operación U.N.C.L.E.). La película de la que les hablaré el día de hoy, se nos entrega prácticamente a finales de Octubre, por lo que cabe esperar únicamente la última cinta del Agente 007, Spectre. Sin embargo, El Puente de Los Espías -dirigida por Steven Spielberg– toca el espionaje de una forma completamente diferente a la que nos ha venido acostumbrando la maquinaria hollywoodense. Todo lo que llega de manos de este gran director parece bendecido por el toque de Midas y, sin duda, esta no es la excepción. Con un fabuloso reparto, incluyendo a Tom Hanks en el protagónico, Bridge of Spies -nombre original de la cinta-, promete mucho en esta temporada. ¿Habrá llegado acaso una de las primeras cintas oscareables? Acompáñame a descubrirlo en esta reseña.

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Tom Hanks realiza una de sus impecables interpretaciones en el papel del abogado James B. Donovan.

Enmarcada en el EEUU de la Guerra Fría, El Puente de Los Espías nos cuenta una historia basada en un hecho real. Aquí vemos al abogado James B. Donovan (Tom Hanks), quien sin ninguna experiencia al respecto, debe tomar la defensa del espía ruso Rudolf Abel (Mark Rylance). Donovan se muestra, en inicio, reacio a aceptarlo. Por supuesto, el trabajo no es nada sencillo pues debe encarar a la opinión pública que comienza a verlo como una especie de traidor. Sin embargo, él sabe perfectamente que toda persona acusada de algún delito debe ser tratada de forma igualitaria, así se trate de un extranjero o un connacional, otorgándole el mismo respeto y los mismos derechos. Posteriormente se sabe que un espía de EEUU es, asimismo, atrapado por su contraparte, así que también le tocará a él negociar el intercambio de presos.

La premisa es sencilla, pero la diferencia entre una buena y una mala película es la ejecución. Por fortuna, aquí podemos decir que no sólo está a la altura sino que la sobrepasa. Puntualicemos… primero que nada, hablaremos del excelente guión entregado por los hermanos Cohen (Fargo, El gran Lebowski). Si algo manifiesta esta historia, apenas comenzamos a verla, es un mundo polarizado por dos visiones completamente distintas: EEUU y la Unión Soviética. Asimismo, se nos van revelando poco a poco más dualidades, que hacen que el protagonista parezca ajeno e incapaz de pertenecer a uno u otro bando. Esto ha sido el mayor acierto de El Puente de Los Espías, pues un protagonista que toma parte le habría restado importancia a su papel. James B. Donovan tampoco es un redentor, sino un personaje que se rige en todo momento por lo correcto, por la buena práctica de su profesión, pero más importante aún, por su naturaleza de ser humano. Y claro, no queda a punto de discusión su gran habilidad para la negociación. Todo esto fue perfectamente entendido por Spielberg, quien ha compartido anteriormente su experiencia con los hermanos Cohen (Temple de Acero).

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James B. Donovan no solamente debe afrontar a la crítica del público EEUU al defender al espía ruso, sino también actuar como puente para realizar el intercambio de espías.

En cuanto a la dirección y la fotografía, la forma en que se empalman es sencillamente sublime. Nuevamente, se remarca constantemente esa diferencia entre el protagonista y su entorno. Lo vemos inmerso en ese mundo del despiadado capitalismo estadunidense, en donde las tomas suelen ser más amplias, bien iluminadas y coloridas, aunque tendientes hacia un armónico azul, unidad que contrasta en una nación que presume de estar constituida por una gran variedad de voces (pero que, a fin de cuenta, siguen un modelo de liderazgo); mientras que en las tomas de la Alemania Oriental, esa que después construyera un enorme muro para dividir una nación en dos, predominan los tonos oscuros y los ocres, aunque menos unificado, quizás haciendo referencia a la prontitud con la que se esperaba su desintegración. Esta selección cromática le ayuda al filme a crear estados de tensión y liberación de la misma, a separar escenarios por su tema predominante y, de forma vital, acceder a lo que cualquier director de cine desea: entrar en contacto con el público. Sin duda, la calidad cinematográfica es digna de mención y, creo yo, de premiación, así que no me extrañaría que fuera nominada a varios premios, incluyendo al Óscar.

Los arreglos musicales fueron hechos por Thomas Newman (Cinderella Man, El exótico Hotel Marigold, 007 Operación Skyfall), debido al estado de salud de John Williams (Lincoln, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, Munich), el compositor favorito de Steven Spielberg. Sin embargo, su trabajo ha sido muy acertado y acompaña sin tacha a cada escena tanto en ritmo como en emoción.

Ya desde el punto de vista actoral, todas las partes involucradas crean una historia en la que, sí, predomina la presencia de Tom Hanks, pero sin echar mucha sombra a sus demás compañeros. Es indudable que existe una estupenda química entre el director y el protagonista, como nos lo dejaron ver en las cintas Salvando al soldado Ryan, Atrápame si puedes y La terminalMark Rylance ejecuta perfectamente el papel de un espía estoico y serio, que sabe que pasará el resto de su vida en la cárcel, quien utiliza el pseudónimo Rudolf Abel, y que es finalmente lo que permite a la Unión Soviética enterarse que su operación ha fracasado. Amy Ryan le da vida Mary Donovan, ese elemento en la vida privada de Donovan que interactuará en repetidas ocasiones con el protagonista, así como sus hijos, Peggy (Jillian Lebling), Roger (Noah Schnapp) y Carol (Eve Hewson). Pero también está la otra parte de la historia que involucra a Francis Gary Powers (Austin Stowell), el piloto del U-2 derribado por los soviéticos. La historia en general está tan bien empalmada en cada una de las escenas, que no me imagino a un personaje que haya sobrado; y repito, los actores, todos, estuvieron a la altura del desafío.

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El puente de los espías es una cinta que, más allá de manifestar el liderazgo de una nación y su gente, enarbola el deseo de justicia, de hacer lo correcto.

Concluyendo, con casi dos horas y media de duración, El Puente de Los Espías nos ofrece mucho suspenso, aunque con un lenguaje claro y exento de tecnicismos. No es la película de acción que uno esperaría de una película de espías, porque no es en sí una película de espías. Lo que vemos es un thriller, muy poco común en la filmografía de Spielberg, en el que nos muestra el humanismo de un personaje que, aunque ajeno a su realidad histórica porque se le presenta como un abogado de aseguranza -el defensor del espía ruso fue, en realidad, el abogado general de la Oficina de Servicios Estratégicos, predecesora de la CIA-, comunica de forma efectiva la visión de los guionistas y el director, en la que, si bien vemos a una nación poderosa y de grandes ideales, también nos deja ver su cara oculta y menos agradable, una que controla a la opinión pública y que crea horrores que no manifiestan la realidad. Es una película, desde mi punto de vista, para tomarse en cuenta como primera opción para este fin de semana. Los cinéfilos la valorarán positivamente pero, si esperas acción, tiroteos y explosiones, como en las películas de Bond, tal vez no sea para ti. Le doy un 9.