Nick, Kurt y Dale vuelven a hacer de las suyas en Quiero matar a mi jefe 2, la secuela de la exitosa comedia protagonizada por Jason Bateman (Nick), Jason Sudeikis (Kurt) y Charlie Day (Dale), dirigida en esta ocasión por Sean Anders, quien a la vez hizo de escritor y adaptador del guión, junto con otras personalidades. Aunque en esta ocasión los jefes de estos amigos no tienen un papel preponderante, Kevin Spacey (Dave Harken, el ex-jefe de Nick) y la bellísima Jennifer Aniston (Dra. Julia Harris, ex-jefa de Dale) harán su aparición en varias escenas.

Nick, Kurt y Dale deciden convertirse en sus propios jefes, hartos de ser abusados por sus superiores. Crean un prototipo de ducha que enjabona automáticamente y que podría venderse como pan caliente, pero les hace falta un socio para comenzar con la producción, así que deciden participar en un noticiero matutino para mostrar su invento a posibles inversores. Lamentablemente, el nombre del producto y de su compañía no son muy atractivos, pero un empresario decide darles una oportunidad. Es así como conocen a Rex Hanson (Chris Pine) y a su padre, Bert Hanson (Christoph Waltz).

Bert Hanson parece muy interesado en adquirir el producto, y les manda a producirlo en masa para un pedido de 100 mil unidades. Como es natural, los chicos están muy alegres y comienzan con esta aventura, arriesgándolo todo, no sin que se presenten los problemas habituales que les hacen pensar en delinquir para salir de su apuro. Es así como veremos nuevamente a este trío de tontos, que nos hacen recordar un poco a Los Tres Chiflados, pero con sus propios toques distintivos metiéndose en líos que salen de forma distinta a lo planeado.

En Quiero matar a mi jefe 2 vemos que el desarrollo de la trama entra inmediatamente al problema en cuestión, que después muta al convertirse en algo mucho más grave que el simple hecho de obtener una hipoteca para pagar la producción del aparato que pretenden vender. El verdadero problema surge justo en el momento en que el benefactor se convierte en el antagonista. Los planes de los chicos, aunque muy buenos, nunca salen de acuerdo a lo programado, y es justo allí donde estos personajes, Nick, Kurt y Dale, nos recuerdan a los tres chiflados, pero como dije anteriormente, con sus propias características. Nick es el más cuerdo del grupo, mientras que Kurt pierde fácilmente la concentración por su adicción a las mujeres, y Dale… bueno, Dale es un simplón. Sus tonterías los llevan a recurrir de alguna forma a sus ex-jefes, y precisamente debido a su falta de precaución, enredan mucho más la madeja.

Cuando las cosas parecieran simplemente salirles bien por intervención divina —hay mucho Deus ex machina en estas comedias—, se les atraviesa la Ley de Murphy para arruinarles los planes, y justo cuando creemos que han perdido la batalla, nuevamente interviene la suerte a su favor, cortando el nudo gordiano. Por fortuna, la comedia es de los pocos recursos literarios y fílmicos que admiten abiertamente las incoherencias, y la verdad es que en Quiero matar a mi jefe 2 no sólo se disfruta debido a las personalidades de los personajes principales: todos, incluso Dean «Motherfucker» Jones (Jamie Foxx), llenan huecos en la trama y le dan sentido a tanta locura.

La aparición de Julia Harris en al menos tres escenas llenan la pantalla de la picardía que nos dejaron ver en la película anterior. Sin duda, es uno de los personajes de Jennifer Aniston que mejor nos dejan ver su capacidad histriónica y su belleza, y sin embargo, es posiblemente el personaje más abiertamente malhablado que podamos encontrar en una actriz de su talla. Aunque disfruté de sus apariciones en pantalla, definitivamente esta no es una película que debieran ver niños o adolescentes de corta edad, pues se sugieren tanto parcial como abiertamente, ciertas prácticas relacionadas con el sexo y las parafilias, como hacerse encima de una chica (si saben a lo que me refiero).

Quiero matar a mi jefe 2 cumple, y lo hace bien —en mi opinión, de mejor manera que la antecesora—. Honestamente, no paré de reír durante toda la película, tanto por las ocurrencias de Kurt y Dale, como por la mala suerte que se cargan todos los personajes. Claro que es una mala suerte que no parece muy duradera debido a la forma un tanto gratuita en que se van resolviendo las cosas. Todos quedan bastante conformes al final, a excepción de Rex y Harken; pero era algo que se veía venir, pues aunque nos dan alguna que otra sorpresa (a veces demasiado increíble), la trama es bastante predecible si ya has visto el tráiler. Pero, para nuestra fortuna, ello no le resta puntos a la diversión. Es una peli que vale la pena ver en cine en compañía de tus amigos y/o tu pareja. Le doy un 8.