Al paso de los años, el cine de terror ha ido imponiendo figuras clave, monstruos y personajes humanos que se han convertido en hitos bien identificables. Una de estas películas ha sido La Masacre de Texas, que vista en nuestros tiempos puede parecer menos aterradora de lo que lo fue en los años 70; pues como es sabido, la realidad supera a la ficción, y ésta nos ha mostrado que estos personajes -aunque nacidos en la mente del escritor- son más que factibles en el loco mundo en el que vivimos. Dirigida y producida por Tobe Hooper, escrita con ayuda de Kim Henkel y musicalizada por Wayne Bell, La Masacre de Texas (originalmente titulada The Texas Chain Saw Massacre) se convirtió en inspiración de varias secuelas, un remake y una precuela, además de unas cuantas películas de otros directores, como 1000 cuerpos de Rob Zombie.
Es una película que tiene bases reales, aunque no se trate de modo alguno de una biopic. Fue inspirada por el caso del asesino de Wisconsin, Ed Gein, a quien a sólo se le conoció un caso de asesinato, y cuyo mayor delito fue la profanación de tumbas y el robo de cadáveres. Digo mayor delito no porque subestime el horroroso asesinato de Bernice Worden, que fue encontrada decapitada, colgada del techo por los pies y abierta en canal (como si se tratara de un cerdo o una res en un matadero), sino porque además se encontraron restos de docenas de seres humanos, con los que fabricaba extrañas piezas de mobiliario y enseres menores, como lámparas, cuencos para sopa y hasta collares de labios.
En La Masacre de Texas se han tomado muchas libertades creativas para volverla más siniestra. El caso que despierta el interés público ha sido la profanación de un cementerio en el que ha aparecido una escultura grotesca, hecha con los restos de seres humanos. Esto lleva a unos chicos a realizar un viaje a Texas, para enterarse si sus antepasados han sufrido alguna vejación. Al parecer todo está en orden, y pese a un incidente en la carretera con un loco autoestopista (Edwin Neal) que ha herido a Franklin (Paul A. Partain) con una navaja de barbero, deben hacer un alto pues se les ha acabado la gasolina y la estación de servicio más cercana no tendrá combustibles hasta el día siguiente. El único lugar en el que pueden pasar la noche es la vieja y abandonada casa de los abuelos de Sally Hardesty (Marilyn Burns) y su minusválido hermano Franklin. Esa será la noche más larga y terrorífica que hayan pasado en sus cortas vidas…
La Masacre de Texas tuvo una recepción más que formidable para una película de tan bajo presupuesto. La actuación no es precisamente destacada, sino más su diseño de producción y dirección artística, que impregnaron de un brutal realismo al filme. Sin duda, el personaje más emblemático ha sido Leatherface (Gunnar Hansen) o Cara de Cuero, un hombre desquiciado que lleva como máscara el rostro de otra persona (posiblemente, una mujer). Este personaje inspiró a otros más, como a Hannibal Lecter en El Silencio de los Inocentes. Toda la desquiciada familia de Leatherface, compuesta por caníbales o necrófagos -nunca lo sabemos a ciencia cierta-, también inspiraron otras cintas de terror, como la serie Camino hacia el terror que consta ya de seis filmes.
La Masacre de Texas nos demostró en su momento que para hacer una buena película de terror no se necesitan cientos de litros del líquido carmesí y descuartizamientos, sino un buen manejo de cámaras, una reconstrucción de escenarios adecuada y un gran guión que integre a personajes interesantes e impactantes. Posiblemente la escena que mejor recordaremos al paso de los años es la persecusión de Sally casi llegando al amanecer, mientras escapa del asesino de la motosierra, el fabuloso Leatherface, quien al haber sido burlado danza con furia antes de salir el sol. La Masacre de Texas es una película de culto que debe ver todo fan del género.
