Algunas películas de terror llegan a bordear el absurdo por sus excesos de justificación, pero las salva la buena construcción del personaje principal, y hasta suelen convertirse en películas de culto, allí tenemos a la fabulosa Tu madre se ha comido a mi perro (titulada originalmente Braindead) de Peter Jackson. El problema viene cuando nos enfrentamos con un personaje principal débil, lo que puede derivar en un desastre. Me parece que es el caso de Invocando al Demonio (titulada originalmente The Possession of Michael King), una película de David Jung, un director con nula experiencia previa en el mundo del séptimo arte, y con la cual nos deja claro que lo que se dice lo suyo lo suyo no son las películas. Pero entremos en el tema…

Michael King (Shane Johnson) no cree en Dios o en el diablo. Tras la súbita muerte de su esposa, decide realizar una película sobre la búsqueda de la existencia de lo sobrenatural, convirtiéndose en el centro del experimento, consultando a demonólogos, nigromantes y diversos profesionales de lo oculto para probar los más profundos y oscuros hechizos y rituales con la esperanza de que, cuando fracasen, se tengan pruebas contundentes de que la religión, el espiritismo y lo paranormal no son nada más que superchería. Pero algo sucede. Una fuerza terrible y malvada se apodera de Michael King, y no lo dejará ir.

Desde el punto de vista técnico, los efectos especiales están a la altura de cualquier película de horror. Hay escenas muy bien logradas, que nos demuestran que el director realmente deseaba esmerarse en el impacto provocado al espectador, con el ritual en el que un par de demonólogos inducen a Michael a una especie de trance durante una invocación. Aunque desde mi punto de vista -sabiendo cómo son en realidad las invocaciones de este tipo- están absolutamente equivocados; técnicamente está bien logrado y logra su fin. Encontré que los efectos de sonido no estuvieron bien cuidados, pues hay ocasiones en que son tan estridentes que casi lastiman los oídos del espectador. En cuanto a la caracterización, debo admitir que no estuvo del todo mal, a excepción de algún personaje que se siente fuera de lugar dentro de la historia que se nos presenta. Digamos que, en todos estos puntos ya mencionados, la película lleva algunos méritos. Pero esto es sólo una parte de lo que diferencia a una película buena de una mediocre, y no es ni de lejos la que más peso tiene en una evaluación.

Una película de terror -creo que podemos estar de acuerdo en ello- es exitosa cuando logra su objetivo: despertar nuestros miedos. Por miedos me refiero a esa tensión nerviosa que nos tiene en todo momento al borde del sobresalto, o como se dice coloquialmente, pegados a la butaca. Invocando al Demonio no logra ese efecto. Su formato de falso documental, al estilo de Actividad Paranormal, no cuaja del todo por una sencilla razón: en una historia, cualquiera que sea, no puedes tener un personaje principal débil.

Vemos a un Michael King, que siendo ateo, necesita reforzar su falta de fe. Eso es lo que parece. ¿Cómo es eso posible? Los ateos están convencidos de que no hay nada más allá, que no hay seres fantásticos o superiores al hombre, que sería una pérdida de tiempo tratar de demostrar la no existencia de algo. Después de todo, son amantes de la ciencia, del método científico, y saben perfectamente que sólo se pueden demostrar fenómenos, no al revés. Desde este punto de vista, sólo se justificaría si en realidad el personaje mostrara constantemente una lucha entre lo que cree y lo que siente, como suele ocurrir con quienes tratan de convencerse de algo, pero no están del todo seguros. Ese tipo de titubeo no se observa en el Michael King del inicio, y sólo lo vemos en las escenas finales de la película. Luego entonces, el personaje es débil de principio a fin, y no es creíble.

Igualmente increíbles son algunas acciones que parecieran documentar el comienzo de la posesión. Pero, ¿a qué demonio le importa un carajo, cuando se encuentra en posesión de su víctima, el continuar con su labor? Honestamente no me imagino una Regan MacNeil, de El Exorcista, grabándose a si misma mientras está posesa. ¿O es que acaso este demonio lo hará para subirlo al Face del infierno? Y así mismo, el desenlace rompe por completo el formato de falso documental, sin justificarlo en lo absoluto.

Concluyendo, considero que Invocando al Demonio ha sido, sin duda alguna, una de las peores películas de terror que han llegado a la pantalla. Tiene buenos efectos y una buena caracterización, pero el personaje principal no convence y los motivos por los que realiza su investigación no son creíbles en quien parece convencido de la no existencia de eso que busca. No se lo compramos. La película no da miedo y repite algunos efectos que hemos visto en Actividad Paranormal, algo que nos puede sacar más una carcajada que un susto. Y por otra parte, las escenas que rompen con la lógica de lo que hemos visto anteriormente en el cine de posesiones ponen el último clavo al ataúd de este filme que vale más la pena para verla un día en el que no haya otra cosa en televisión. Porque, créeme, en mi opinión no vale la pena para una salida al cine ni en día miércoles. Le doy un cinco.