Después de Estados Unidos y del Reino Unido, el país del que importamos más películas es Francia, que es el país que exporta más filmes en la Unión Europea (ya considerando el Brexit) y que ha traído al mercado mexicano una diversa oferta en filmes desde cine de autor hasta películas que se acercan por mucho a la misma narrativa que se persigue en Hollywood.

Muestra de este último tipo de películas es ¡Qué Tacaño! (Radin!, 2016), comedia dirigida por Fred Cavayé (Los Infieles) y que cuenta con las actuaciones de Dany Boon (Lolo: El Hjjo de mi Novia), Laurence Arné (Our Futures) y Noémie Schmidt (La Estudiante y el Señor Henri).

 

¿Queeeeeé?, ¿Cuánto y por qué tanto?

Dany Boon interpreta a Francois Gaultier, un violinista talentoso pero solitario, pues tiene una obsesión tremenda por ahorrar dinero de todos los modos posibles, lo que le consigue el odio de sus compañeros de trabajo y vecinos. Un día conoce a una hermosa chelista llamada Valérie (Arné) y comienza a enamorarse de ella, pero también encuentra que una joven llamada Laura (Schmidt) llega a las puertas de su casa clamando ser una hija de una relación pasada. Es entonces cuando su cuenta bancaria y su vida sufrirán un vuelco inesperado.

Tenemos que afirmar que ¡Qué Tacaño! es una cinta divertida, pero no precisamente por el guion sino por la forma en que vemos actuar a Dany Boon, quien hace notar un estilo de comedia muy similar al que proyecta Rob Schneider, lleno de expresiones faciales y chistes que logran desatar la risa fácil, además de hacer incluso referencia a otras películas («…¡aquí esta Johnny!…»), y precisamente en el comediante se pone todo el peso de la cinta, lo cual nos permite hacer notar su facilidad para hacer reír pese a estar todo el tiempo mostrando la cara de amargado que implica la vida de un hombre solo.

Además, como tendría que ocurrir en la historia de alguien que pretende no gastar un solo euro, tenemos los clichés comunes que ponen en riesgo (o alimentan) su obsesión, como el que el personaje sea afectado de una manera u otra por consumir productos caducados, la familia que consume más de lo que puede ganar el papá o una gran mentira que involucra incluso a nuestro país (¿en serio el guionista piensa que estamos así de amo…?, está bien, tiene razón, pero no le perdonaré que ponga a Thalía como «música típica de México»).

 

¿Es cierto que tenían a una gordita en el coro? ¿Cuál coro? Ay… otra vez te confundí con Anna…

Y curiosamente de esta historia donde vemos al personaje tratar de esquivar una gran mentira que se cuenta desde el inicio de la cinta para motivar una de las dos sub-tramas y que se contagia de manera insolente al resto de la película para convertirla en el catalizador que resuelve la película, nos damos cuenta de la poca creatividad que traen los guionistas para resolver el enorme hueco que deja la resolución de dicha mentira, que si bien es efectiva para una parte de la película, queda ahí colgando con el resto de la película y termina uno saliendo del acto final con una sonrisa a medias.

Esto deja por completo la trama del divertido romance entre Francois y Valerie en un molesto segundo plano que solo sirve para alimentar la trama que hay entre Francois y Laura que, al final es la que termina dictando cómo va el resto de la película, en donde uno esperaría que en el clásico cliché de «el héroe tocando fondo» que le hubieran ocurrido dos o tres desgracias más, pero, no, de pronto el guionista saca un as bajo la manga que le mete drama a una cinta que nos hizo reír por buen rato y si, de pronto el ejercicio cómico termina siendo similar al de No Se Aceptan Devoluciones, aunque con menos lágrimas.

De ahí tenemos que los tres protagonistas logran salvar la película con buenas actuaciones, Dany Boon, quien logra mantener constantemente haciéndonos reír con sus ocurrencias y hasta sabe lograr conmovernos en algunos momentos importantes de la película, es de pronto la mejor razón por la cual soportamos una trama tan inconstante y, si no es por Boon, es porque si vemos de pronto en Noémie Schmidt a una adorable adolescente que realmente emociona ver cómo nos da risa, nos conmueve y hasta nos hace sentirnos copartícipe de sus enojos conforme avanza la trama.

Un poco atrás queda la no menos linda Laurence Arné, quien me recordó un poco por el look a Anna Kendrick (parecen separadas al nacer) y que se ve poco aprovechada por la trama misma, una chica que tiene sus momentos divertidos y quien realmente si parecería digna de enderezar al hombre que ya parece que no enderezará jamás su actitud avara.

 

Sin duda la sub-trama de Francois y su hija es la que domina la película.

El resto del elenco cumple con la tarea, tenemos ahí a un divertido banquero que se convierte en amigo, consejero y casi almohada del protagonista o el vecino que envidia a Francois, sobre todo por tener que alimentar a seis hijos y sin una esposa que los ayude a cuidarlos.

El trabajo de producción es bueno, aunque a veces la iluminación falla un poco en las tomas intencionalmente oscuras y se nota la sensación de tomas viejas cuando se filman unas escenas dentro de un auto viejo y pequeño. La banda sonora es bastante rica en tonos y, dado el oficio artístico de los protagonistas escuchamos diversas canciones de orquesta de cámara como Las Cuatro Estaciones (tocada de una manera veloz e hilarante) o el Canon de Pachelbel, tonos infantiles y, como mencioné arriba, hasta una canción de Thalía de finales de los noventa (¿en serio es música típica mexicana?).

En pocas palabras, ¡Qué Tacaño! es una cinta francesa que se sale del concepto de lo que veríamos como cine francés sujetándose más a un cine que nos recuerda al de Estados Unidos, de chistes fáciles y trama sencilla de seguir, aunque con una resolución  al final que muestra flojera de los guionistas. Saldrán con una sonrisa en el rostro, aunque no los deje tan contentos la escena final, final.

 

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