Una buena receta, Burnt su título original, nos narra la historia de Adam Jones (Bradley Cooper) un chef que destruyó su carrera por caer en el mundo de las drogas, la presunción y el egocentrismo. Después de un proceso de desintoxicación y de limpieza en su vida regresa a Londres, determinado a redimirse al dirigir un restaurante de alto lujo que pueda hacerle ganar las tres estrellas Michelin. Nuevamente, creo que esta película sufre el problema de tener una mala traducción en su título. Porque lo que sonara a ser otra producción pobre, solo por cubrir la cuota, o apelar al público femenino, con un nombre que pareciera una sección de cocina de programa matutino de revista… es en verdad una valiosa pieza.

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Si El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook) representó el escaparate para Jennifer Lawrence para demostrarnos sus capacidades histriónicas, quién curiosamente comparte créditos con Bradley, Una buena receta hace algo similar con el trabajo realizado por Cooper.

Es una película que él sostiene a cada momento. Acompañado claro de un muy buen cast que secunda su actuación. Con estrellas como Sienna Miller (Foxcatcher, Francotirador, Stardust), Daniel Brühl (Inglorious Basterds, Rush), Omar Sy (The Intouchables, Jurassic World), Emma Thompson (Sense and Sensibility, Lo que queda del día), Uma Thurman (Pulp Fiction, Kill Bill), Alicia Vikander (Ex Machina, The Danish Girl), entre otros. Quienes complementan un cast casi de ensueño. Porque tienes rostros conocidos, que son no solo talentos, sino actuaciones solidas comprobadas. Y talentos nuevos, que se han destacado de manera brillante como actores, y cuyas carreras prometen muchos performances impactantes y premios.

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He de confesar, que, en ocasiones, mido el impacto de una película en mí, dependiendo del número de veces que me conmueve y me hace llorar. Y Una buena receta, lo logró hacer más de un par de veces. Creo que en parte es porque logra describir perfectamente muchos de los problemas y altercados que sufre una persona compulsiva con el perfeccionismo. Y aunque no llego a tener tan grande aflicción, si conozco bien la bendición, pero más aún, la gran maldición que implica el siempre querer hacer todo perfecto.

La historia comienza justo con Adam (Bradley Cooper) en su paso final de desintoxicación y en plena encomienda de enderezar por completo su vida. Desconocemos lo que ocurrió, y vemos solo esbozos que nos dan idea de la magnitud de los desastres que dejó su vida de adicciones. Pero más allá de contarnos que sucedió, es el peso y la carga emocional que lleva él, y los demás personajes que estuvieron en su pasado, que, con una simple mirada, un solo gesto de desaprobación, o una tensión en el ambiente, no solo intuyes, sino que sientes el mismo pesar y hasta compadeces el enorme esfuerzo de este hombre por tratar de no sólo enderezar y darle un propósito a su vida, sino en el intento superarse a sí mismo.

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La fotografía es bella, comparada con cualquier Tumblr, Pinterest o Instagram de algún profesional en tomas de comida gourmet. Realza y utiliza una excelente luz y encuadres que destacan cada uno de los detalles y la finura cuasi pintura artística que algunas creaciones culinarias de alto porte llevan.

Es interesante ver como puede ser tormentosa y complicada la vida de un chef de alto rendimiento. Porque estamos hablando de profesionistas que cotizan su trabajo en cenas de algunos miles de dólares y cuya reputación no solo se juega con cada plato servido, sino que su estatus se equipara a los de un diseñador de alta costura en plena semana de la moda.

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¿El simple acto de querer y perseguir una alta meta te hace conseguirla? ¿Pretender que todo está resuelto garantiza que tu pasado no regresará a perseguirte? ¿Qué cosas y a quiénes sacrificarías para alcanzar un ideal? ¿Cuánto destruyes al internar construir la perfección? Éstas y más preguntas acosan a nuestro personaje principal. El cual debe cargar con esto, no como premisa de la historia, sino muy aparte del guión. Y es lo que le da la carga emocional, para lo que pudiera haber sido una simple historia de comida linda, vidas felices, y cocineritos jugando a ser chefs, se transforma en una historia muy humana, con errores chicos y grandes, con aciertos, con triunfos, con derrotas… con una inminente catarsis y metamorfosis, de esas que se dan cuando se intenta cambiar una vida.

Una buena receta es dirigida por John Wells (que viene de éxitos en televisión que se volvieron iconos, como E.R., The West Wing). Cuenta con los escritores Steven Knight y Michael Kalesniko.

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En algunas ocasiones pudiera parecer pretenciosa, sobre todo porque nos muestra una vida de gente de la muy “alta sociedad”. En restaurantes que quizá nunca imaginemos que llegaremos a comer. No se salva de tener un pequeño error de edición un tanto notorio en una de las escenas importantes. Pero, aunque no es la primera vez que algo similar le pasa a Bradley Cooper, por lo menos no es tan descomunal como el bebé falso en plena actuación intensa en El Francotirador. De la cual incluso tenemos nuevamente la repetición de pareja amorosa a Cooper y Sienna Miller. Pero en una situación muy distinta que hasta hace olvidar que ya los vimos juntos.

Y a pesar de ser una película casi bilingüe, puesto que mitad de los personajes y escenas transcurren en inglés y el resto en francés. Todos cubren la cuota del acento, y hasta el mismo Cooper sorprende hablando un francés muy natural.

El problema más grande que tengo es su tráiler, porque spoilea y mata varios punchlines y además, cuenta casi todo el primer tercio de la película.

No son necesariamente actuaciones para un Oscar, pero definitivamente es una buena película, con actores interesantes, y que el balance de Europa / Estados Unidos le da un buen sabor de boca, y un toque gourmet.

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