Resident Evil fue una de las primeras franquicias de videojuegos en recibir una adaptación al cine con actores. Personalmente, me sorprende que ya son casi 20 años de que se estrenó la primera cinta protagonizada por Milla Jovovich bajo la dirección de Paul W.S. Anderson, convirtiéndose en una saga de seis películas, adaptando las tramas de sus juegos, introduciendo siempre a su protagonista, Alice, en el centro de todo ello. Si bien su éxito la llevó a tener tantas entregas, los fanáticos más asiduos, sentían que estaban lejos de la esencia original. Seria hasta 2020 que se anunciaría una nueva adaptación del juego de terror con una visión de respetar la historia original. Y finalmente ha salido a cines Resident Evil: Welcome to Raccoon City para mostrarnos una vez más el origen del mal. 

Cuando Claire Redfield (Kaya Scodelario) decide regresar a Raccoon City, el pueblo donde creció junto con su hermano Chris (Robbie Amell) comienza una letal infección producto de un terrible experimento. Mientras ella busca una forma de escapar de la ciudad junto con el policía novato Leon S. Kennedy (Avan Jogia), Chris y el equipo Alpha conformado por Jill Valentine (Hannah John-Kamen) y Albert Wesker (Tom Hopper) se adentrarán en una mansión en las montañas aledañas a la ciudad donde se han reportado varias desapariciones, pues todo apunta a que todos estos eventos son parte de una conspiración de la compañía Umbrella.

Lo más importante a destacar de esta cinta es la total libertad creativa que se toma para contarnos la historia de origen que marcaron a una generación de jugadores, tanto de sus personajes como de los mismos eventos dentro de la ciudad. Es un gran riesgo que hayan tomado la decisión de adaptar no solo una sino dos historias, los primeros dos videojuegos de la franquicia. El problema es que los eventos del primer juego (La mansión Spencer) no están tan directamente conectados al segundo (Raccoon City) como uno podría imaginarse salvo la explicación del virus y por qué los infectados se vuelven monstruos. 

Es ahí cuando tenemos el primer cambio en la historia: El orden de sucesos. En esta ocasión los eventos de la ciudad son los primeros en estallar, y las fuerzas especiales deben ir a la mansión para recuperar y reunir refuerzos, entre más personas, mayores probabilidades tendrían para enfrentar a los monstruos, pero no hay más razones por las cuales se deban replicar ciertos eventos como la mansión. 

Si hago hincapié en la parte de “Monstruos” es porque tampoco se explica la relevancia o efecto que tiene el virus en las personas. Hubiese sido más importante darle su tiempo y el impacto que tienen a futuro en una posible secuela, pero decide solo hacerlo a la mitad de su guion más como un guiño rápido que otra cosa y pasa por alto por la evidente urgencia de escapar y sobrevivir.

También queda a deber la ausencia de un impacto más tangible de la infección en la ciudad, podría imaginar que la falta de escenas en espacios abiertos son producto de la pandemia, tiempo en el que la película se encontraba en producción, tomando como alternativa entregar más escenas en espacios cerrados o en locaciones pequeñas. Para esto, la producción eligió correctamente el entorno nocturno y lluvioso, el motivo por el cual nadie saldría de sus casas. 

A esto se le añade la nueva perspectiva de sus personajes: repitiendo la fórmula de libertad creativa, cada actor dista totalmente de sus contrapartes digitales, empezando quizás por el que me pareció más conflictivo, tenemos a un Leon Kennedy interpretado por Avan Jogia, actuando como un auténtico novato en situaciones de alto riesgo. Me imagino que tenían la intención de generar un proceso de evolución y desarrollo con su personaje, pero se queda estancado sólo en repetir la misma grosería una y otra vez mientras el resto del mundo se le adelanta y dejan de recordarle que deje de comportarse como novato. 

El resto de personajes, a pesar de tener otra personalidad, pueden pasar por aceptables: Vemos a una Jill Valentine más precipitada gracias a la confianza de un arma, una Claire más firme y directa, a quien, si le interesa la seguridad de su hermano, Chris; entre otras variaciones de la obra original. Lo que si considero como un gran acierto es que mantiene esa esencia exagerada del guion de los juegos con diálogos histriónicos y que nadie diría en una situación así. 

Finalmente, la cinta está plagada de referencias a los dos juegos principales. La representación de los lugares más emblemáticos como la mansión y su recepción con las escaleras centrales, o la comisaría con el estacionamiento son un deleite a la nostalgia y a querer repetir esas escenas en los juegos (o tal vez no por el miedo). También otros elementos como el vestuario, accesorios (como un mapa de la mansión) o apariencia de enemigos como el famoso Licker son una buena representación de la fuente original.

Desafortunadamente esto también es una gran desventaja porque a menos que conozcas la fuente original, difícilmente verás una razón por la cual sucede lo que se ve en pantalla. Por ejemplo, la frase “itchy, tasty”, que originalmente se encontraba en diario de alguien que narraba el proceso de transformación a un zombi, aquí es algo escrito con sangre en una ventana por una persona infectada.

¿Funciona? Pues si es tétrico pero bien podrían haber elegido otros momentos en donde poner dichas referencias y que habrían funcionado sin problema. Esto como resultado hará que solo los más fanáticos se sientan familiarizados con las referencias, pero no es suficiente para que el espectador general entienda perfectamente lo que pasa o por que ocurre.

El apartado musical y sonoro por lo menos se mantiene bastante bien, respetando por igual los efectos de sonido y ambientes de los juegos. Hay ocasiones en las que aparecen monstruos y suena música propia del videojuego, y es imposible no sentir esa emoción y urgencia a punto de morir por un infectado o recibir una mordida que sabemos bien sería letal.

En conclusión, Resident Evil: Welcome to Raccoon City es una interesante propuesta en representar dos emblemáticos juegos dentro de una película que podría haber funcionado mejor. Si bien las referencias son una oda a los juegos, queda a deber en el desarrollo de sus personajes, así como dedicar correctamente su tiempo a cada suceso y que no se sienta todo tan amontonado.