Cuando hablamos de revisar una película cómica donde se exploran los prejuicios a la comunidad LGBT, sin duda es interesante poder ver la manera en que el director intentará librar las minas que estará pisando en cada chiste, en cada broma, en cada momento donde se aborda este tema que se torna incómodo conforme avanza la cinta.

Y esto es lo que el director Antonio Serrano explora con su cinta Macho, hacer una comedia romántica con fuertes tendencias homosexuales en la que busca hacer que nos podamos reír, no solo de los prejuicios a los que están sujetos los miembros de dicha comunidad, sino también de los supuestos beneficios sociales que implica estar dentro de ella.

Miguel Rodarte (El Tigre de Santa Julia) interpreta a Evaristo, un modisto que es muy exitoso, pero basa mucho su éxito en vender una imagen homosexual que en realidad no posee, pues en realidad aprovecha su trabajo para seducir a sus clientas, esposas y amantes de hombres poderosos, incluso narcotraficantes, y de esta manera mantener su influencia en el mundo de la moda.

Un día se van descubriendo detalles de su vida privada que lo meten en muchos problemas, ¿qué pasaría si los esposos de sus amantes descubren su verdadera identidad sexual? Es cuando, aconsejado por su asistente (Cecilia Suárez), decide entonces utilizar a un atractivo empleado llamado Sandro (Renato López) para tratar de encubrir sus verdaderas preferencias, sin saber que, en efecto, esto afectará su forma de pensar.

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Evaristo, un modisto con una crisis de identidad

Es una película que el director trata de cubrir todos los puntos posibles respecto a esa crisis de identidad que le puede afectar a Evaristo en todos los ángulos y más considerando que, alrededor de él, zumban un par de camarógrafos que van documentando su vida y van tomando evidencia de todo lo que le está ocurriendo, como una especie de coro de tragedia griega que secunda sus acciones sin mostrar sus verdaderos colores.

Aun así, el director no evitará que salgan varios chistes que harán que mucha gente se sienta un tanto ofendida, de una manera u otra, pues en la andanada de chistes nadie sale bien librado, ni la comunidad LGBT, ni los heterosexuales, especialmente los machos, ni las mujeres, ni el Presidente, ni la Iglesia, vamos, si el director lo hubiera deseado hasta el próximo Presidente de Estados Unidos hubiera salido en los chistes si hubiera querido. En todo caso todos salimos ofendidos por parejo.

Y en medio de tanto chiste, que nos hará reír o mordernos la lengua al entenderlos, notamos un guion que en ratos se torna caótico, pero que sabe soportar una historia que si acusa por momentos de una inconstancia en el desarrollo de sus personajes, quizá por la forma de mostrar algo que parece un ¿romance? entre Evaristo y «Sindi» (Sandro) y también porque varios elementos clave en la trama se muestran casi de pasadita, dejando casi sin trascendencia la subtrama donde está involucrada Aislinn Derbez, y que, si bien toma mucha fuerza al final, parece que nomás la vemos al principio para llenarnos el ojo.

En todo caso el desarrollo, que se centra bastante en ese asunto de la crisis de identidad, provoca que los efectos colaterales (entre un narco ansioso de venganza, el desplome de su carrera o el azote en sus relaciones personales) se resuelvan de manera tan rápida y confusa, que quedemos tan confundidos como los reporteros que atestiguan su vida.  Es hasta casi ilógico ver cómo los últimos giros de la trama nos dejan aún con algunas otras sorpresas que, para ser sinceros, ya se veían venir.

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Aisleen Derbez aparece poco pero cuando aparece…

Está claro que el director no está buscando ganar premios ni el favor de la comunidad LGBT, aunque advierte en su tráiler y en la publicidad de la cinta que toda la trama es puro cotorreo y no intenta ofender a nadie con lo que muestra la cinta, pero en ratos su forma de llevar la historia puede dejar ofendido a uno que otro cinéfilo por una dirección que si es un tanto deficiente y que denota personajes mal desarrollados y peor actuados.

Y en eso hago enfoque en el personaje de Sandro que se siente muy sobreactuado y completamente sumido en los clichés (claro, a favor de la comedia), casi al punto de darle la razón a Evaristo para que, en algún punto, hasta se ponga agresivo, pero no por sus preferencias, sino por la pésima actuación que le da Renato López a su personaje.

Miguel Rodarte intenta evocar al Mauricio Garcés que vimos en Modisto para Señoras y las referencias son claras y constantes, desde la forma tan estrafalaria al vestir hasta en algún momento escuchar a Cecilia Suárez gritar «¡Arroz… invisible!» en alguna escena de la cinta. Rodarte logra mantener cierta constancia en su personaje y mantener divertida a la audiencia con las ocurrencias que Evaristo tiene, pero si llega a cansar en un punto de la trama y hasta pierde credibilidad ese «retorno a sus raíces» que sostiene en algún momento de la cinta.

El desperdicio se da entre las actrices que vemos en la película, una Aislinn Derbez que luce más curvas que líneas de actuación y una Cecilia Suárez que soporta bien algunas escenas, pero ya no da mucho, de la mitad al final de la cinta. El resto del elenco, va en estos personajes clichés que vemos en el mundo de la moda, entre un crítico de moda aún más estrafalario, una «francesa» que no se le entiende nada al hablar o la señora costurera que «entiende todo» lo que pasa. Quizá el personaje más sobresaliente es la reportera que de pronto le da una de las mejores líneas en un momento clave de la trama.

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Una cinta que explota muchos estereotipos de la moda y las minorías sexuales

Otro punto a resaltar es la banda sonora donde escuchamos música pop bastante nueva para nuestros oídos, donde destaca la canción que se oye en los créditos, Macho, de la banda regiomontana Kinky, que, a decir verdad, su vídeo resume bastante bien la película y me parece que una simple visita a YouTube les quitará todas sus dudas de si ir al cine a ver Macho o mejor considerar otra película en la cartelera, eso sí, no es para verse en el trabajo debido a su contenido polémico.

Otros puntos destacados son las escenas de los desfiles de modas, sobre todo con el que arranca la película al inicio con una idea a go-go y con Madame Recamier cantando mientras se da una situación divertida tras pasarelas, una escena que define si te quedas o no a ver el resto de la cinta.

Macho es una película que puede dejar a mucha gente ofendida, por su contenido, por sus ofensas bien repartidas a todas las minorías posibles o por lo mal dirigida que está. Eso sí, los chistes que contiene la cinta logran dar buenas razones para quedarse a ver la película.

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