Tras saber que la cadena Cinépolis traería un ciclo de películas del legendario comediante Charles Chaplin, nos hemos dado a la tarea de platicarles de algunas de las películas que van a exhibir, y comenzaremos con esta cinta, la cual es mi favorita de las producciones creadas por el mimo británico.
Advertimos que vamos a ver una cinta que resulta ser relativamente corta, con diálogos insertados entre las escenas y una banda sonora que sirve más para ambientar y vestir las escenas.
Otro detalle interesante es que Chaplin, un genio incontrolable, era también director, productor, guionista y compositor de la música que se escucha en la producción.
La Quimera del Oro, cuyo título en inglés es The Gold Rush, no hace alusión a algún monstruo (quimera era una criatura de la mitología griega, pero también la palabra aplica a una creación de la imaginación que usualmente es imposible alcanzar), sino al sueño de muchos gambusinos por lograr una fuerte riqueza basada en la búsqueda de oro. Bajo esa premisa, El Vagabundo, el personaje que Chaplin usaba para sus películas, se une a dicha búsqueda para atravesarse en el camino de un par de aventureros que han descubierto una fortuna. Una serie de eventos desafortunados harán que El Vagabundo no solo tenga que enfrentar las carencias de una zona llena de nieve, sino también el desamor, la desilusión y el peligro.
La cinta es un gran ejemplo de cómo desarrollar una historia sin preocuparse mucho por saber qué decían los personajes, la fuerza del cine mudo se reflejaba mucho en la obra de Chaplin, quien apoyaba su trabajo en la expresión corporal de sus personajes para sostener diálogos que solo se podían concebir en la cabeza del espectador, y en el caso de La Quimera del Oro también nos deja varias lecciones interesantes sobre la ilusión del primer amor, la obsesión por la riqueza y los extremos a los que un hombre puede llegar por sobrevivir.
Todo es contado de una manera divertida, como la hilarante escena de la bota o el baile de los panecillos, que causó tanto furor que incluso en su estreno se tuvo que detener la cinta para poder mostrar nuevamente la escena. En pocas palabras, Chaplin hacía una comedia limpia, divertida y sumamente expresiva sin recurrir a decir palabra alguna. Y a esto debemos agregar el gran trabajo de fotografía y efectos de la época que hacían las escenas de peligro bastante reales, pero sin perder la gracia y el tono cómico de la trama.
Estoy seguro que hay otras películas que claman por ser vistas este fin de semana, pero el tener la oportunidad de ver una gran cinta como La Quimera del Oro en el cine, es de esas oportunidades que no se pueden despreciar. Les aseguro que, sin escuchar palabra alguna, saldrán con una sonrisa en el rostro.
Calificación: 9.5