De la mano de los directores Duke Johnson y Charlie Kaufman, llega una animación stop motion fuera de lo ordinario. Lo primero que llama la atención de Anomalisa, además del curioso título, es la belleza de sus personajes, representados por modelos antropomorfos con detalles extraordinariamente detallados en sus expresiones faciales. No es la primera vez que vemos una película de este tipo, pero sí es la primera vez en que observamos una técnica pulida casi al grado de la perfección. Sus escenarios, consistentes en miniaturas hiperrealistas, nos sumergen desde el inicio en una historia muy humana, en la que sólo tres actores que cubren los diálogos y monólogos de esta hermosa película existencialista.

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Michael Stone (David Thewlis), un autor que se especializa en el servicio al cliente, es un hombre que es incapaz de interactuar profundamente con otras personas. Su baja sensibilidad a la emoción y su falta de interés le hizo un hombre con una vida repetitiva en su propia perspectiva. Pero, en viaje de negocios, conoce a Lisa Hesselman (Jennifer Jason Leigh), una extraña extraordinaria, que poco a poco se convierte en una cura para su opinión negativa sobre la existencia y que posiblemente cambiará su vida cotidiana.

Por supuesto, en Anomalisa tenemos otros personajes, pero aquí es donde nos damos cuenta que comparten no sólo la misma voz del actor Tom Noonan, sino el mismo rostro. Sí, a los 20 o 30 minutos de iniciada la película, nos damos cuenta de este hecho -sólo cambia la ropa y el peinado-, y aquí es donde entramos a la esfera de los signos y los significados. Sin ser necesariamente una película de corte filosófico, se hace necesario recurrir a la filosofía para interpretar lo que hemos visto, o corremos el riesgo de menospreciarlo. Es por ello que Anomalisa no es una historia para todo el público, pues requiere cierto grado de compromiso.

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Por una parte, tenemos a Michael, el hombre que no encuentra algo que lo motive en el mundo que lo rodea. Todos se ven y suenan igual de planos para él. Está cansado de ser adulado, de ser el centro de atención. Esta cansado de su vida y de su familia, y en un esfuerzo por recuperar esa emoción, contacta a una mujer que amó mucho tiempo atrás. Sin embargo, sufre la misma desilusión. Ya no hay nada que la apasione. Pero entonces, en medio de esa aburrida homogeneidad, surge una voz distinta, alguien que suena y se ve diferente: Lisa.

Anomalisa es una película distinta, existencial y nihilista, que no sólo propone observar a un personaje complejo, como lo es Michael, sino que nos planta el espejo de frente. Nos invita a reflexionar y nos empuja a preguntarnos qué tanto de él hay en nosotros, y qué tanto de Lisa nos estamos perdiendo por querer controlarlo todo, no aceptando al resto de las personas por cómo son y estableciendo muros infranqueables en torno nuestro, y que quizás sería mejor dejar en libertad a las personas que llegamos a amar para que sigan siendo tan especiales como cuando las conocimos.

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Destacan en ella, el grado de sensibilidad de los personajes y la naturaleza con la que los han animado. Su extraordinaria perfección en el uso de esta técnica, sin embargo, se ve mellada por la carencia en los demás apartados. Las actuaciones son adecuadas, pero la mezcla de sonido y la musicalización, nunca resaltan durante todo el medio de la cinta. Supongo que el objetivo era reproducir una especie de teatro guiñol sin cables, lo que sin duda ha sido logrado, pero nos queda debiendo en lo que pudo ser una experiencia mucho más placentera o torturadora, dependiendo del punto de vista.

En la batalla por el premio Oscar, la nominación ha sido merecida, pero siendo honesto no creo que tenga oportunidad alguna en contra de Intensa-mente, primero, porque la historia de Anomalisa es muy simple a pesar de la profundidad con la que hay que interpretarla, y segundo, porque el premio no se puede entregar sólo porque destacan uno o dos de los apartados de cada cinta.

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