Brooklyn: Un Nuevo Hogar fue una firme contendiente a los Premios de la Academia, nominada a Mejor Película, Mejor Guión Adaptado (de la novela Brooklyn, de Colm Tóibín, adaptada por Nick Hornby) y Mejor Actriz, dirigida por John Crowley. Es una historia sobre una inmigrante irlandesa que llega a Brooklyn en la década de 1950, para trabajar en una tienda departamental. Ella cae rápidamente en romance con un local, un joven de ascendencia italiana. Sin embargo, debe volver a Irlanda, y pronto tendrá que elegir entre los dos países y los dos distintos planes de vida que le ha deparado el destino.
Saoirse Ronan interpreta al personaje principal, Eilis Lacey, una chica algo tímida, que después de su traslado a EEUU enfrenta a una nación distinta en diversos grados. Las chicas se comportan de una forma menos recatada y son más abiertas en sus comentarios respecto al sexo opuesto, cosa que se acentúa en sus compañeras de pensión, Patty (Emily Bett Rickards, interprete del personaje Felicity Smoak en las series de TV Arrow y The Flash), Diana (Eve Macklin), Sheila (Nora-Jane Noone) y Dorothy (Samantha Munro), mientras que la señora Keogh (Julie Walters, la actriz con mayor currículo de todo el cast) trata de imponer ciertas reglas en casa, que para Eilis no son problema alguno.
Su enamorado, Tony Fiorello, es interpretado por Emory Cohen, un joven que -como la generalidad del equipo- hace un buen papel como personaje secundario. Sin embargo, son las escenas que nos centran en la vida de Eilis y su toma de decisiones, las que nos irán guiando por toda la película, tanto cuando tiene que afrontar su primer conflicto, como cuando se presenta el verdadero mayor problema en el medio, hasta llegar al súbito desenlace que nos muestra que, a pesar de los cambios en el rumbo, el camino ya había sido tomado y nada la haría separarse de éste, incluso si su vida se convertía en algo carente de glamur. También contamos con la participación de Domhnall Gleeson (El renacido, Star Wars: El despertar de la fuerza, Ex machina), como Jim Farrell, pretendiente de una chica que parece que ha olvidado que tiene a alguien esperándola del otro lado del charco.
Si tuviera que encontrar una razón para recomendar Brooklyn: Un Nuevo Hogar, esa sería la compaginación perfecta entre la ambientación, los escenarios y el vestuario, porque la película nos vende la época en la que fue dispuesta, así como sus personajes y las actividades que realizan. Por supuesto, no solo una, sino varias razones por las que deberías verla, entre ellas el maravilloso acento irlandés de Eilis Lacey, que extrañamente no se escucha tan marcado en el caso de los personajes que, supuestamente, viven en Irlanda. Ejemplo de ello es Jim Farrell, que se escucha más británico que irlandés. Tony Fiorello también exhibe ese acento típico entre los descendientes de italianos, así que si por algo luce la película, es por la mezcla de culturas que suponía -y aún supone- vivir en Brooklyn.
Dentro de otras categorías, destaca la fotografía, que obtiene unas fabulosas tomas de los brezales y las playas inglesas, así como de Coney Island, una península ubicada en el extremo sur de Brooklyn donde solían haber parques de atracciones muy cerca de la playa. Por lo demás, tanto en sonido como en musicalización, cumple, pero no sorprende ni destaca de alguna forma en particular.
Puntos no tan positivos que deben mencionarse, es la simpleza de la historia, que gira siempre en torno a Eilis Lacey, con casi nulo desarrollo de los demás personajes, sobre los cuales nos enteramos de unas pocas cosas que no tienen relación con la trama principal ni van a afectarla. Posiblemente es aquí donde hacía falta un mayor compromiso para abundar en el anclaje, para darle más solidez a la historia en general y no dejarlo sólo como una especie de biopic falsa. Cierto, la película fue hecha para que luciera el personaje principal, y lo ha hecho bastante bien, pero como todo ocurre dentro de ella misma, parece más un filme egocentrista que una adaptación de una novela, donde evidentemente deben haber protagonistas y antagonistas. Todo pasa por azares del destino…
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