Un tráiler causó un gran alboroto en noviembre del año pasado. Mientras que a la mayoría Hatred, el juego que se anunciaba, les parecía un shooter prometedor y posiblemente el mejor slasher en mucho tiempo, a otros les encendió la señal de alarma por lo que dejaba de explícito su contenido. No se trataba de encarnar en un héroe, sino de tomar el papel de un psicópata genocida (ser el antagonista). La premisa era clara: salir a matar a tantos como puedas antes de que te maten a ti, un final que era aceptable para el personaje.

A raíz de esto, incluso antes de su lanzamiento, se vio opacado por la censura. Los sectores más conservadores votaron en contra y reportaron el contenido como inadecuado en la campaña de Steam Greenlight. El staff encargado, sin medir las consecuencias de sus actos, decidieron vetarlo. Esto pronto llegó a la prensa y a la vista de Gabe Newell, director de Valve y empresa a la que pertenece Steam, quien tuvo que salir en defensa del título, dio la orden de eliminar el veto y, con ello, permitir que los usuarios votaran a favor o en contra de su lanzamiento en la plataforma. El escándalo alertó a los gamers más colorados, esos que a los que no les gusta que alguien más decida qué es lo que juegan y qué no, convirtiendo todo este círculo de sucesos en publicidad gratuita para Hatred, quienes obtuvieron la luz verde en sólo unas horas. Los desarrolladores no podían estar más contentos.

Todos estos antecedentes son importantes, antes de entrar al tema principal de esta entrada, que no es otra cosa sino la reseña del título mencionado. Lo último que tendríamos que puntualizar, para no hacerles el cuento demasiado largo, es que el día de su lanzamiento en Steam, lunes 1 de junio de 2015, Hatred vendía más que los títulos AAA más recientes, como GTA V y The Witcher 3. Para Destructive Creations eran grandes noticias, pero ¿qué tan bueno sería el juego? Acompáñenme a descubrirlo, si se atreven…

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Asesinatos masivos a sangre fría, la principal razón por la que fue clasificado AO (sólo para adultos)

Como ya lo dije, el motivo principal del antagonista al cual encarnamos es el genocidio. Está cansado de la vida, de vivir alrededor de seres que se consideran humanos pero que -a sus ojos- no son más que parásitos alimentándose de un cuerpo en estado de descomposición. Por ello decide salir a matar a tantos como pueda antes de que la muerte lo alcance. Encarna pues, de alguna manera, a un grim reaper inmisericorde, a un psicópata que se ausenta del todo de la realidad, creando su única verdad. Todo aquello afuera debe ser aniquilado.

«Mi nombre no es importante. Lo importante es lo que voy a hacer… Odio este maldito mundo y a la humanidad parásita que se alimenta de él. Toda mi vida ha sido un frío y amargo odio. Y siempre quise morir violentamente. Este es el momento de la venganza y no hay vida que valga la pena salvar. Llevaré a la tumba a todos los que pueda. Es hora de matar. Y es hora de que muera. Mi cruzada genocida comienza aquí.»

Desde el punto de vista técnico, Hatred es un shooter de dos ejes (dual stick) que no se aleja en casi nada de aquellos que ya conocemos. Las dinámicas son muy similares, a excepción de unos cuantos elementos importados de los first person shooters (FPS), como la posibilidad de agacharse y de apuntar con precisión las armas mediante la presión del botón derecho del ratón. Incluso se ha importado el uso de granadas y otras armas arrojadizas, lo que sin duda agradecerá el jugador de este género.

El aspecto de los escenarios es oscuro, como no podría ser de otra forma. Esto nos lleva a quienes somos amantes del subgénero de las películas de horror conocido como slasher a recordar a los muchos acechadores nocturnos que lo enriquecen. No es la primera vez que vemos a un psicópata cometer sus muchos asesinatos sin tener razón alguna para ello, y conocemos los entornos por los que suelen moverse. Así que, en vez de luchar en su contra ¿por qué no encarnarlo?

Apelando a este razonamiento no moralizante, sino simplemente técnico, debo decir que Destructive Creations sabía exactamente lo que hacía, y conocía a la perfección el mercado al que este producto va enfocado. Así que, en mi opinión, no sólo han logrado la construcción de un personaje interesante, por más destructivo que sea y lo mucho que nos moleste la conciencia y los buenos consejos de nuestra abuelita (perdón, Chefa, donde quiera que estés), sino que han lanzado una franquicia que tiene un gran futuro, si la saben explotar como es debido.

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Las ejecuciones nos harán recuperar salud. Un concepto bastante extraño.

Las calles de la ciudad atestadas de personas que vuelven a sus casas a descansar, los chicos que se reúnen para pasarla bien con sus amigos en una fiesta y algunos policías que rondan las calles para «servir y proteger», son el escenario inicial para la carnicería que nuestro personaje deberá emprender. Y sí, Hatred no es un juego para todo el mundo. Es sólo para aquellos que no se espantan, que están lo bastante cuerdos para tomar el papel de un antagonista enteramente ficticio, y dejarlo donde lo encontraron, una vez que termine la partida.

Sin duda el juego es extremadamente lineal y repetitivo, este es su talón de Aquiles. Pero lo que pierde en el contenido de las misiones, lo gana en los escenarios y en el montón de formas en que podremos realizar ejecuciones -nuestra única forma de recuperar salud-. Este bizarro personaje deberá recurrir al asesinato atroz como método para recuperar vida (cómo si no fuera ya suficiente el acribillar a cuanto civil, policía o militar se nos ponga en el camino), regalándonos escenas excelentemente planificadas para impactar aún más al jugador. Lamentablemente, no es su único fallo. La banda sonora se siente tan mal trabajada, tan monótona, que desearás poner tu propia música en el juego. Supongo que algunas rolas de death metal podrían calzarle al dedillo (sólo es una sugerencia).

Así que, más allá de lo malo que se podría argumentar en contra del juego -si no conociéramos su contexto y el mercado al que va enfocado. Vamos, sólo hay que verle la pinta a los desarrolladores para saber que les encanta el metal-, las fallas técnicas son relativamente bajas, y aunque hay huecos en el argumento por la falta de antecedentes del personaje, sólo es necesario tener tres dedos de frente para darnos cuenta de que no es suficiente razón para reprobarlo, como muchos críticos conservadores lo han hecho durante los primeros días previos al lanzamiento.

Posiblemente una de las pocas cosas que habrían estado bien y que he echado de menos, es un contador de muertes. Habría sido una buena forma de entregarle un mayor grado de rejugabilidad, la cual -por cierto- es bastante baja. Y no es que no se disfruten los juegos con baja rejugabilidad, es simplemente que un poco de competitividad, incluso en contra de uno mismo, habría sido genial.

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Vayamos a la estación de policía y matemos a todos al mejor estilo de Terminator ¿por qué no?

Ahora bien, es cierto que existe un paradigma relativo a la calidad de los juegos que se entregan al mercado, una discusión permanente sobre lo que es sano y lo que no para el videojugador, pero para eso tenemos los sistemas de clasificación de los títulos. Aquí es cuando entramos a temas de control de los gobiernos, de esos mecanismos de censura que tienen una visión anacrónica de la sociedad. Si un título ha sido clasificado como AO (solo adultos), debería ser suficiente para decirle al público a quienes está destinado. No es necesario que se coarten los desarrollos, ni esos vetos que escuchamos que reciben en naciones como Alemania y Australia. Esto solo demuestra el terrible paternalismo al que se intenta someter a la humanidad, a patrones que son considerados aceptables por la minoría que controla los mercados y sus contenidos, que lamentablemente es la misma minoría que permite la venta de armas o que genera noticias amarillistas en los medios con el fin de crear ese fenómeno al que conocemos como «terrorismo de Estado». Esa es mi opinión como persona, y obviamente la editorial de este sitio puede no compartirla, pero es mi deber expresarla para darle mayor sustento a una reseña de este tipo.

Concluyendo, Hatred es un shooter de dos ejes en el que encarnas a un antagonista, a un enfermo mental. El jugador debe decidir si puede vencer el miedo a ir en contra de sus propios principios, aun cuando esto sea completamente ficticio. Si eres de las personas que no soportan este tipo de escenarios, no es para ti, y probablemente sea un buen momento de preguntarte la razón por la que te gustan los shooters, si este fuera el caso. Después de todo, también «matas», y si te quitas de encima las consideraciones de «lo que es bueno y lo que es malo», una muerte siempre es una muerte.

Sin embargo, si eres de la minoría que sabe apreciar una historia simple y sin complejos, que gusta posiblemente de películas slasher y que no teme de ponerse en los zapatos de un psicópata, solo para explorar la experiencia, entonces no tengo más que decir. Hatred es un juego con el que te podrás desestrezar. Le doy un siete.