Podemos hablar de juegos experimentales, algunos de ellos tan extraños que rayan en lo ridículo y otros conceptualmente tan vagos que no nos dejan ver la intención del autor. Otros tantos son interesantes, no porque logremos ver el hilo conductor sino nos ofrecen una mirada al pasado, al ya lejano tiempo en que los juegos de computadora solo se basaban en texto, y cuyos modelos aparentemente tridimensionales, en realidad no nos ofrecían los aspectos del objeto visualizado, sino más bien una malla que nos daba la idea de la forma general del mismo. Selfie: Sisters of the Amniotic Lens parece ser una mezcla de lo anteriormente descrito, y con sentimientos encontrados y muchas dudas al respecto, intentaré ofrecer un punto de vista relativamente objetivo. Digo «relativamente ojetivo» porque esta obra está tan llena de subjetividad, que casi auguro que no me será posible serlo. Pero pasemos al meollo del asunto…

En Selfie: Sisters of the Amniotic Lens, se nos propone un escenario: al parecer, un culto formado en los años 70 conocido como Sisters of the Amniotic Lens ha decidico cometer suicidio, tal como lo hicieran en la realidad los miembros de Heaven’s Gate en 1997. Para ellas, sin embargo, la forma de elevar su espíritu hacia lo que denominan el Día 8 es mutilarse, así que los cuerpos de sus integrantes son encontrados con esas características. El punto es que, lo que pareciera al principio una especie de juego detectivesco, se convierte en algo que bordea los límites de la razón y que parece imbuido en una especie de sistema cultista para comunicar a extraños nuestros más sucios secretos, amparados en el supuesto anonimato que nos otorga. Creo que, para que se comprenda, en este apartado he de expresarme más explícitamente para que se comprenda. Lo siguiente puede incluir spoilers. Quedas advertido.

Cuando entramos a la primera habitación, que será la única de la que hablaré a fin de no arruinar el interés del lector, vemos una escena realmente dantesca, propia de la imaginación de una persona con fuertes desordenes de la personalidad. Al frente tenemos una TV de los años 60 o 70, lo que parece una especie de lente, un reproductor de audio-casetes y algunos otros objetos que, para fines de esta reseña, no es indispensable listar. A la izquierda, un espejo de cuerpo entero, y un poco más allá, una imagen que posiblemente me haya causado un poco de estrés al observarla. Después de todo, hallarse en compañía de un cadáver, no es nada lindo. Y por si fuera poco, parece que las moscas ya se han reproducido en cantidades considerables.

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What the… sinceramente, este es uno de los inicios más escabrosos que haya experimentado en cualquier juego.

Nuestro objetivo, en este punto, es señalar a las moscas con el puntero y tratar de atarlas con ello al lente que se encuentra en la mesa, para canalizar espíritus. Esto me remonta a un lejano concepto árabe, en el que se dice que los demonios, o djinn, suelen aparecerse en forma de insectos. Así que esto se vuelve cada vez más tétrico, pero justo cuando has canalizado a las moscas necesarias, la TV se enciende y pasan una serie de teletextos del estilo que veíamos allá por los 80 en los sistemas de boletín electrónico (BBS) que pulularon antes de la comercialización de Internet y que finalmente influyeron en lo que muchos años después conoceríamos como redes sociales.

Esto me llevó poco después, sin tener mucha certeza de qué fue lo que hice, a una simulación de juego espacial muy rudimentaria, en donde había que disparar a unas esferas rojas que se encontraban ocultas en unos gigantescos maniquís. Después, a jugar en contra de personas reales, que parecía que manipulaban a… moscas. Y entonces llegué a la cuenta de que yo era una de esas tantas moscas, y que llegado un momento, perdería o ganaría algo. Al menos eso creía… pero, para ya no darles más spoilers creo que me quedaré aquí, y sacaré algunas conclusiones.

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Aún me pregunto qué fue exactamente lo que experimenté… y no hay respuesta.

Primero pensé que aquello definitivamente no podía ser un juego, porque estos normalmente tienen un objetivo. Claro que acá tenía que disparar a moscas, pero no sabía exactamente por qué o para qué. Lo que vino después fue intrigante, porque significa revelar algo que puede o no ser propio, pero que de verdad da algo de pavor: exponerse públicamente con un velo llamado privacidad que simplemente puede no existir. Así que yo me lo he pensado mucho antes de compartir nada, y he decidido en ese instante que no era la mejor forma de revelar nada públicamente. Sí, esto nos enfrenta a nosotros mismos y con quienes nos rodean, y sí, nos hace cuestionar la individualidad.

Después, llegué a la conclusión de que mi buen gusto había decaído, y que no podía ser posible que intentara encontrar una razón metafísica a algo tan mal concebido. Porque, siendo sincero, desde el punto de vista lúdico tradicional, esta es una basura del mismo tamaño y calibre que cualquiera de los juegos de Rail Slave Games. Claro que, hay que saber diferenciar entre la basura que no tiene uso alguno y la que despierta emociones.

Así pues, la conclusión final debía ser un tanto parecida a la experiencia que he vivido: es un juego estrafalario que tiene una temática con muchos cables sueltos y que puede darte a interpretar muchas cosas, casi de la misma forma que lo haría un micro-relato, en donde el escenario está descrito de una forma tan escueta que nos muestra realidades que nos son propias, pero que pueden no ser la realidad del creador, quien sin duda ha generado una experiencia distinta que lamentablemente no será disfrutada por la mayoría. Cabe mencionar, sin embargo, que el soundtrack es formidable, ya que integra temas de Jarboe, una cantautora estadounidense muy involucrada en lo experimental. Así que si te gustan los juegos extraños, surrealistas, Selfie es para ti. Si no, mejor pasa de ello. Te podrías sentir muy defraudado.