Es interesante ver como existen fórmulas ya bien probadas para los distintos géneros de películas. Algunas toman la formula e intentan sacudirla, cambiarla, moverla o girarla con el afán de presentar algo nuevo y radical (a veces triunfando y a veces no). Y por otro lado, quienes no se salen de la norma, los estatutos y lo ya esperado por el público.
Londres bajo fuego (London has fallen) es una de estas segundas, donde se toman los mismos elementos, situaciones y personajes presentando ligeros cambios para seguir entreteniendo.
Disculpándome ante todos, no era de mi conocimiento que Londres bajo fuego es una secuela. Hace tres años se realizó la película Ataque a la Casa Blanca (Olympus has fallen). Y no es sólo la carencia y los malos y trillados nombres traducidos con los que siempre hemos lidiado lo que la hace casi incógnita, sino también el hecho de que no tiene elementos a destacar.
Los tres personajes clave que regresan, y con quienes se recurre para contar con actores de peso son: Gerard Butler (como el ex agente secreto convertido en guardia personal del presidente de EE.UU. Mike Banning), Aaron Eckhart (el presidente Benjamin Asher) y Morgan Freeman (el vicepresidente Speaker Trumbull). La historia se desenvuelve después de un suceso que entristece a los altos mandatarios del mundo, el primer ministro de Inglaterra muere, y los puestos más importantes de la política y el gobierno se dan cita en el funeral. La inesperada y poco planeada visita de los dirigentes del mundo, Alemania, Francia, Japón, Italia, EE.UU. y demás; crea una sobresaltada e imperdible oportunidad para uno de los más terribles terroristas para crear uno de los planes más maléficos, asesinar a todos y cada uno de los líderes del mundo.
Una parte interesante del cast, es que no solo se reúnen los tres talentos antes mencionados, sino que completan el repertorio de regreso a la secuela las chicas: Angela Bassett (la Directora de Servicios Secretos Lynne Jacobs) y Radha Mitchell (la esposa del agente Mike, Leah Banning).
La película entretiene. Sin necesitar conocer que es una secuela explica la relación de cada personaje de manera correcta y completa. Y, además, le da un punto a su favor: el que todavía hay más detrás de estos personajes.
La idea inicial es distinta y establece un mood bastante interesante: tener la muerte del Primer Ministro londinense, y la práctica aniquilación de todos los mandatarios en los primeros minutos de la película. Además de mostrar impresionantes efectos de cómo en segundos todos los lugares icónicos de la ciudad desaparecen ante tus ojos. Es impresionante ver como logra EE.UU ser el protagonista y causante de tanta aniquilación, saliéndose con la suya y destrozando ahora una ciudad que ni siquiera pertenece a su territorio.
Pero a partir de ahí, el plot y el guión completo se avienta un viaje a todas las películas de acción que se han hecho. Tienes a los terroristas, que en un principio parecían los más poderosos e indestructibles enemigos que jamás haya enfrentado la humanidad, convertirse en las típicas multitudes de personajes sin rostro que disparan como si jamás se terminaran las balas pero nunca logran darle a ningún blanco. Y, por otro lado, al héroe desconocido que se trasforma en el agente más experimentado del mundo, opacando a veces incluso a la supremacía de Bourne, todas las personificaciones del agente 007, y hasta sería capaz de aniquilar al mismísimo Batman. Y quien todavía tiene como su sidekick súper poderoso al mismísimo presidente.
Si te gusta la acción, los primeros minutos de la película serán increíblemente emocionantes. La adversidad que se presenta a los personajes, la incertidumbre y la impotencia ante un ataque matemáticamente calculado y ejecutado con miles de explosiones, balas, persecuciones y muertes te llena de adrenalina. Los restantes tres cuartos de la película no presentan nada nuevo. Y todo se torna predecible. Pero si no te molesta esto, y sabes lo que esperas, creo que la película es acreedora de un par de gruñidos de testosterona al puro estilo de Tim Allen en Mejorando la Casa… “aaargh, aaargh, aaargh”
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