Con un reparto relativamente pequeño, se nos entrega la adaptación al cine de la novela de Robb White, escrita por Stephen Susco, autor de los guiones cinematográficos de La matanza de Texas 3D, El grito y El grito 2 -obras que fueron adaptaciones decentes de otras que son consideradas ya como películas de culto-, y con la dirección de Jean-Baptiste Léonetti, más conocido por su corto El país del oso que por el único largometraje que había filmado en su vida: Carré blanc.
Estamos ante una película con un guionista que ha tenido más de experiencia en todas las áreas que el propio director, algo que es por demás asimétrico y de pronóstico reservado. No es que mezclas así no funcionen todas las veces, pero la realidad es que si el director deja que desear y no se tiene presupuesto para alguien con mayor currículum, cualquier cinematográfica preferiría contratar al mismo guionista para que dirija la película, como ha pasado en otras ocasiones.
Sin embargo, estaba listado el actor Michael Douglas, que daría vida a uno de los personajes principales, y Jeremy Irvine había hecho un buen papel en Grandes Esperanzas, la última adaptación de la novela de Charles Dickens. Así que me dije «¡Diablos¡ ¿Por qué no? Podría estarme perdiendo una gran película.» Y así fue como empezó una aventura que no debió haber iniciado.
Ben (Jeremy Irvine), un tracker muy experimentado, se encuentra resignado a perder a Laina (Hanna Mangan Lawrence), quien debe apartarse de él para iniciar sus estudios universitarios. Ella le pide que la siga, pero él no está convencido. Después de todo, tendría que abandonar su amado desierto y vivir en una populosa ciudad. Mientras tanto, recibe un contrato por parte de un eminente empresario llamado Madec (Michael Douglas), a quien deberá guiar por el desierto de Mojave a la caza del cimarrón. Sin embargo, algo malo ocurre, y pronto Ben se convierte en la presa debido a las ambiciones y el temor de que el hecho salga a la luz y afecte su imagen.
El caso es que la película tiene inconsistencias muy graves. Tenemos a un personaje que es el clásico riquillo que fanfarronea de todo, pero que durante el desarrollo de la trama, hasta el incidente, no nos da ninguna pista de que pudiera convertirse en un asesino. La persecución misma, una vez iniciada, se vuelve ilógica. Después de todo, un hombre descalzo, de piel clara, a la luz del radiante sol del desierto, no podría recorrer tantos y tantos kilómetros sin desfallecer.
Las escenas siguientes, en que intenta escapar de Madec, se sienten muy inconexas y faltas de justificación, recurriendo frecuentemente al Deus ex Machina. Si a eso le agregamos que los personajes son súper estereotipados -el malo y el bueno, el David y el Goliat-, poco faltaba para ponerle los clavos al ataúd. Y en el fondo deseaba que terminara con la escena de la oficina del sheriff, para que se convirtiera al menos en una película disfrutable por medio de TV.
Pero no, Jean-Baptiste Léonetti agregó un final innecesario, completamente trillado y cliché, que de verdad no te lo crees. El hecho de ver al villano que persigue a su presa hasta el fin del mundo, es inverosímil, sobre todo tomando en cuenta que si Madec es un hombre con tantos medios económicos, en el medio de la trama podría haber dejado a Ben en el desierto, y que no se supiera nada sobre lo ocurrido. Finalmente, se encontraba a 80 millas de la zona habitada más cercana.
Yo creo que lo mejor de la película ha sido la fotografía, porque nos muestra escenarios realmente hermosos del desierto de Mojabe. Corrió a cargo de Russell Carpenter, quien en 1997 ganó los premios BAFTA Film Awards por ‘Mejor cinematografía’ en Titanic, y el premio Oscar por ‘Mejor fotografía’ en Titanic. La música tampoco estuvo tan mal, pues tuvo buenos arreglos, responsabilidad de Dickon Hinchliffe, notable compositor y miembro del grupo británico Tindersticks. En cuanto a la actuación de Michael Douglas, la veo como difícil de creer por la característica del villano, pero evidentemente tiene que ver con la construcción del personaje en el guión. Creo que él hizo lo mejor que pudo.
Lamentablemente, le tengo que dar un 4 de calificación, y creo que ha sido la calificación más baja que he dado. No vale la pena verla en cine.
