Uno esperaría que las cosas que salen mal desde un principio, terminen bien, por lo menos para una historia como la de Insidious, que dio lugar a una secuela un tanto desangelada, aunque con una conclusión que podría haber aniquilado cualquier posibilidad de trilogía, ya fuera por medio de secuela o de precuela (historia previa). Este último es el caso de La Noche Del Demonio 3, una película que de verdad no veíamos venir. La dirección corrió a cargo del director neófito Leigh Whannell, reconocido por sus labores de guionismo en la franquicia Saw; aunque contó con un buen reparto, entre quienes se encontraría sin duda Lin Shaye, que ha hecho el papel de Elise Rainier desde la primera película.

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La pobre chica, por buscar a su madre muerta, comienza a pasarlo muy mal debido a la presencia de una entidad oscura.

Esta cinta inicia con la visita de Quinn Brenner (Stefanie Scott) al domicilio de la señora Rainier, quien desea contratar sus servicios de médium para contactar con su difunta madre. Rainier, quien ya no ejerce por alguna causa que después se nos aclara, acepta con algunas reservas, solo para arrepentirse durante la sesión y enviar a la chica de regreso a su hogar. Quinn no cederá ante sus deseos, y es precisamente esto lo que la vuelve vulnerable a una entidad oscura y malévola, «el hombre que no puede respirar» (Michael Reid MacKay). Buscando una solución a los fenómenos que se desatan en su hogar y en contra de su hija, Sean Brenner (Dermot Mulroney) contactará a un par de parapsicólogos inexpertos pero famosos, Tucker (Angus Sampson) y Specs (Leigh Whannell), mismos que aparecieron en las dos películas anteriores y que eran los ayudantes de Elise Rainier.

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La película, aunque no defrauda porque no esperábamos nada especial de ella, altera la personalidad de Elise Rainier, quien al principio se siente temerosa de volver a tomar un caso, pues la entidad que molestaba Josh Lambert -personaje de las anteriores películas- ha comenzado a perseguirla y atormentarla siempre que intenta utilizar sus dones. En la primera película vemos a una mujer que no le teme a este tipo de entidades, no importando cómo vayan a terminar las cosas. El cambio entre una y otra parece tan gratuito, que vemos a dos personajes diferentes en la pantalla, y no se lo compramos. En cambio, lo único que salva a esta cinta del crematorio y el olvido es la aparición del «hombre que no puede respirar», un espectro bien interpretado por Michael Reid MacKay. Empero, la solución que halla Rainier parece tan igualmente gratuita y sacada de la manga, que decepciona. Digamos que al final la cinta sirve para justificar, de forma innecesaria, la forma en que nació la relación entre Tucker y Specs con la médium. Si no la ves, en mi opinión, no te pierdes de nada. Le doy un seis.