Enemigo Invisible (Eye in the Sky, su título original) es un triller dramático de guerra sobre una misión de importancia internacional que escala a convertirse en una decisión, más allá de militar o política, de ética y principios humanos.
Katherine Powell (Helen Mirren), una oficial, con rango de coronel, de la inteligencia militar británica, lidera una operación secreta para capturar a un grupo de terroristas en Nairobi, Kenia. A través de inteligencia y vigilancia remota y en el terreno, Powell descubre que los terroristas están planeando una misión suicida, ella debe cambiar sus planes de ‘capturar’ por ‘matar’. El piloto estadounidense de drones Steve Watts (Aaron Paul) recibe la orden de destruir el refugio donde se hallan los terroristas, pero una niña de nueve años ingresa en la zona donde podría ser herida. Lo cual provoca una controversia internacional, alcanzando los niveles más altos de los Estados Unidos y el gobierno británico, por las implicaciones morales, políticas y personales de este tipo de guerra moderna.
Es la última película de Alan Rickman, donde lo vemos como el Teniente General Frank Benson, el enlace militar político de la operación. Y el cast se complementa con Iain Glen, Babou Ceesay, Phoebe Fox, Ebby Weyime y el actor somalí Barkhad Abdi, entre otros.
La película intentó ser mucho más seria y tocar un tema profundo, pero el guión no le ayudó mucho. Existen dos decisiones que fraccionan o los personajes claves de la operación. Pero no se presentan realmente evidencias contundentes o equitativas de ambos bandos como para mantenerte en la indecisión por tanto tiempo durante la película.
Si hay algunos aciertos, y por momentos quizá pudieras cambiar de decisión como puerta de vaivén, pero para antes de la mitad de la película los argumentos definen un camino, y terminas no entendiendo, o sonando un tanto exagerados los argumentos contrarios.
Un punto clave, es importantísimo para disfrutar esta producción, y es que las actuaciones son buenas, muy sólidas. Y poder disfrutar por última vez a Alan Rickman se vuelve un deleite. Aunque su personaje no es en extremo clave, la personalidad del mismo lo hace muy disfrutable.
Que decir de Helen Mirren, quién te lleva por el trayecto de toda esta operación. Y por momentos te sientes literal en sus zapatos y vez como por una sola decisión, el trabajo de seis años y la realización tan precisa de la misión se ve en peligro hacia un inminente fracaso.
Desconozco el por qué Aaron Paul se le da el segundo crédito de la película, aunque su papel es importante por ser el que al final tiene la tarea de “jalar el gatillo” su participación palidece ante estos dos grandes veteranos. Y por un momento, queriendo tomar las riendas de héroe, hace una acción que, aunque no soy militar, sé que es prácticamente penada, irreverente y totalmente fuera de lugar. En palabras del Coronel Jessep, Jack Nicholson, en Cuestión de Honor: “Nosotros seguimos ordenes, hijo. Seguimos ordenes o gente muere. Es asi de simple. ¿Estamos claro?”
Está dirigida por Gavin Hood, quien también tiene una participación en la película, como el Teniente Coronel Ed Walsh y quien también ha dirigido El Juego de Ender, X-Men Origins: Wolverine, etc. Y está escrita por Guy Hibbert, de quien vemos quizá la mayor debilidad. Puesto que le faltan mucho más peso a los diálogos y los argumentos se quedan flojos.
Al personaje de Alan Rickman se le da la oportunidad de hacer el cierre argumental de la película, y a pesar de su ya mencionada honrosa actuación, no llega ni siquiera a la mitad de aquellos diálogos de Nicholson con Cruise inolvidables, donde también se ponía en juego el honor militar / humano en el juicio de Cuestión de Honor.
Hay un despliegue de gadgets militares geniales. Casi sacados de una película Bond. Pero puestos en una perspectiva realista. Desde incluso la construcción y la arquitectura de los lugares de máxima seguridad de la milicia, hasta las oficinas gubernamentales sientes el contraste de personalidades y de poder de toma de decisiones que se involucran.
La fotografía, al igual que la musicalización tienen un papel regular, un tanto estándar. Salvo aquellos despliegues de cámaras vigías usadas para el espionaje de más alto nivel, que nos impresionan.
Al final, una película que se agradece nos muestre un lado distinto a lo acostumbrado en un thriller de acción, porque nos pone en el epicentro, desesperación, manipulación y juego de poderes de posiciones militares y políticas que ocurren en una operación internacional.
Sin embargo, en muchas ocasiones se siente como una escena simple y corta clásica donde al típico héroe de acción se le pone en la terrible decisión de si cortar el cable rojo o el azul de la bomba que está a segundos por estallar, pero extendida por 102 minutos.
Alan Rickman se despide a cuadro con orgullo, de una larga y reconocida trayectoria, en palabras del Teniente General Frank Benson: “Nunca le digas a un soldado que no conoce el costo de una guerra”. Un aplauso hasta donde sea que te encuentres.
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