Hay gente que dirá que segundas partes nunca son buenas, o que ya no existe inventiva y se tratan de lo mismo. Si desmenuzamos y objetivamente hablamos de la trama, en este punto sí tendrían razón. Un pez de pierde y dos salen en su búsqueda. Pero fuera de ahí, Buscando a Dory expande el universo marino de Disney de una muy buena manera.

Para nosotros han pasado 13 años de no ver a estos entrañables personajes, pero para ellos es sólo un año después de la aventura que resultó el ir en búsqueda del pequeño Nemo. La familia formada por Nemo, Dory y Marlín, sigue su vida en la anémona. Dory, que es ahora ayudante del Maestro Raya en la educación de los pequeños habitantes del mar, durante un viaje para ver cómo las mantarrayas migran de vuelta a casa, los problemas de memoria de Dory parecen desaparecer durante un segundo.

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No sólo somos testigos de estos flashbacks que empiezan a detonarse en los recuerdos de Dory, que sirven para ir armando su historia previa a conocerla en Buscando a Nemo, sino que tenemos el inicio de los días de la bebé Dory en compañía de sus padres, narrados en una historia que es tierna y linda, a la par de dura y triste, casi como aquellos primeros minutos de Up. Y no sólo eso, si no que cuentan todo lo que pasó este pez Tang azul, justo hasta el momento que la conocemos por primera vez en la primera entrega.

Buscando a Dory (Finding Dory en su idioma original) es la más reciente película de animación en 3D, para el verano, de Walt Disney Pictures. Es producida por Pixar, y dirigida por Andrew Stanton, que dirigió la película original, y regresó como escritor y director, junto a Angus MacLane como el codirector. Fue estrenada en salas de Estados Unidos primero, e hizo historia al dejar una cifra récord de 136.1 millones de dólares en su primer fin de semana. Ha roto muchos más records y no sólo representa un logro monetario para la empresa del ratón, sino un acierto al corazón de todos los que somos fans de las películas de Disney.

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Nemo se perdió hace 13 años debido a que fue capturado, en esta ocasión no podríamos decir que Dory en verdad se pierde, si no que si para nosotros resulta increíble y surrealista que nuestra querida pez recuerde cosas, debido a su bien conocido problema de memoria a corto plazo, imagínense lo que representa para ella el hecho de que recuerde, pero no cualquier cosa, sino que recuerde a sus padres, y son estos fragmentos de su vida con mamá y papá la que hacen que su frenesí no se detenga hasta nadar a toda velocidad a mar profundo cruzando el arrecife.

En esta cinta conocemos a nuevos personajes alocados que darán ayuda a nuestra valiente, pero olvidadiza heroína, y a sus dos desesperados amigos pez payaso. Entre ellos tenemos al pulpo Hank, un consumado artista del escapismo, con enormes capacidades de camuflaje. Bailey, una ballena beluga residente del Instituto de la Vida Marina, quién vive al lado de Destiny, una tiburón ballena con problemas de vista. Fluke y Rudder, una pareja de leones marinos muy perezosos, Becky, un excéntrico y alocado pájaro acuático, entro otros.

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Sin olvidar a nuestros amigos ya conocidos como el Maestro Raya, las tortugas Crush y Chiqui, y una aparición sorpresa de otros demás alocados seres marinos.

En cuestión animación, efectos y fotografía, la cual corre a cargo de Jeremy Lasky (Cars, Buscando a Nemo) no vemos nada sorprendente. Todo tiene una estética idéntica a la película anterior, lo cual sirve no sólo para conectar sino para dar continuidad. Pero, es evidente que existe una evolución, que quizá sea sutil, pero para aquellos un tanto exigentes, vemos un mucho mejor manejo en la profundidad, en la luz, texturas y todo en la producción se ve impecable. Incluso les puedo recomendar quedarse a ver los créditos, no sólo porque encontrarán una escena pos-créditos, sino porque el despliegue de escenarios marinos es increíble, en ese balance sutil entre realidad extrema y universo animado.

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Sin lugar a dudas, el éxito de la película no es de suerte, ni por plena nostalgia, es en verdad, debido a lo bien lograda y pulida que está la historia. De cómo el propio Disney se burla de que la “historia se repite”, pero no nos da para nada lo mismo, sino es descubrir, junto con la propia protagonista, que la vida en el mar profundo es extensa como él mismo, que no todo da vueltas en el pequeño Nemo, y que se puede “inundar” al corazón con alegría, loqueras, disparates, nostalgia, ternura, tristeza, amor y demás emociones, incluso con personajes que no poseen ni piernas, ni brazos.

Y una de las lecciones de esta película. El optimismo, la capacidad de ser feliz sin importar las adversidades y los malos momentos, no es para nada fácil, pero debemos dejar atrás y “olvidar” esos malos recuerdos y experiencias, pero lo que no debemos olvidar es que no sólo hay que “seguir nadando”, sino siempre “seguir sonriendo”.

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