Esta semana se reestrena una de las mejores películas en la carrera de Martin Scorcese, uno de los directores más brillantes del cine norteamericano de los últimos años, que generó tanto impacto que igual vemos referencias en muchas series de televisión del género gánster como en series animadas como Los Simpsons y Animaniacs, una cinta en la que probó una fórmula y funcionó tan bien que no dudo en usarla en otras producciones.

La cinta a la que nos referimos es Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990), película que protagonizaron Robert de Niro (Cabo de Miedo), Joe Pesci (Mi Pobre Angelito) y Ray Liotta (Campo de Sueños), aunque también debemos notar las actuaciones de Paul Sorvino (La Ley y el Orden) y Lorraine Bracco (Los Soprano).

Desde que yo me acuerdo siempre quise ser un gánster…

Goodfellas se basa en hechos reales y cuenta la historia del mafioso Henry Hill, un joven que decide afiliarse con la mafia y pronto se envuelve con otros dos mafiosos Jimmy Conway y Tommy de Vito, todos bajo la protección del capo Paulie Cicero. Pronto Hill quedará envuelto en una sociedad en la que podrá darse una vida de lujos pero llena de peligros, donde deberá aprender a la buena o a la mala a respetar las reglas que la mafia tiene y a afrontar las consecuencias de los errores que cometa, tanto frente a la Mafia como frente a la justicia.

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Y que una madre italiana considera un crimen que su hijo pase la noche sin cenar…

En esta película vemos a Scorcese probar una fórmula que resultaría efectiva para este proyecto y los siguientes en los que se basaría en delincuentes reales como fueron los casos de Casino (1995) y El Lobo de Wall Street (2014), que va desde el análisis de su personaje principal, pasando por un camino que le da ciertos resultados positivos que nos permite disfrutar con el personaje del glamur y lujos con los que puede vivir, para después observar como sus propias debilidades empiezan a hacerlo caer y se ven pronto obligados a tener un camino de redención (o de una supuesta redención que termina siendo su propia perdición).

Todo eso envuelto en un lenguaje que se apega a la realidad de los eventos, y a eso me refiero a que escucharemos como nunca palabras altisonantes (pero correctamente acomodadas) y una banda sonora que se ajusta a la época de los eventos y que de pronto te harán tener otras referencias y, sí, nunca volverás a escuchar ese final glorioso que tiene Layla por la forma en que Scorcese acomoda ese hermoso segmento musical de Eric Clapton (en su época de Derek and the Dominoes) en un momento estremecedor, violento y sorpresivamente épico.

¿Piensas que soy gracioso?

Era el momento en el que Scorcese resaltó no la exploración del personaje principal, sino también de sus principales colaboradores, al grado que un Tommy de Vito -un gánster gracioso, pero sumamente violento- interpretado por Joe Pesci se llega a robar los mejores momentos de la película, una actuación formidable del actor italoamericano al grado de que le daría a la producción el único Óscar que ganaría al año siguiente.

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Tommy, un gracioso pero explosivo mafioso.

También fue el momento de empezar a notar la transición que tendría Robert de Niro, el actor que había sido el fetiche de las historias de Scorcese al relegarlo a un personaje que complementa la historia de Lliota mas que a uno principal, ciertamente el tiempo lo compensaría al año siguiente con el gran villano que le daría a Scorcese en Cabo de Miedo, pero no podemos negar que De Niro, quien había ganado un Óscar con El Padrino II, estaba en terreno seguro interpretando a Conway, pero si, eran de las últimas cintas donde esa mancuerna De Niro-Scorcese se daba, en pocos años tendrían Casino y ya no los volveríamos a ver juntos.

Pero es en el personaje de Ray Lliota donde también la cinta nos reclama en centrarnos, pues es ahí donde vemos a un personaje que tiene una montaña rusa de emociones, que realmente nos hace sentir empatía por el personaje, sobretodo por la forma en que va siendo elaborado al punto de llegar a odiarlo en algún momento y hasta lástima. Finalmente es el punto central de la trama y el complemento que se consigue con los personajes de Conway y de Vito nos permite ver que tenemos una historia sumamente disfrutable.

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El desarrollo de la trama, centrado en tres personajes, hace de la cinta una obra maestra.

También el trabajo técnico es sumamente formidable, el trabajo de la cámara nos da no solo un retrato crudo de la violencia gansteril sino formidables planos secuela, como la memorable escena de la entrada al restaurante, una de las mejores tomas de filme que se hayan visto en su época.

Es indispensable esta cinta para los fans de los trabajos del director italo-americano y para aquellos que les guste el género gánster. Para aquellos que no son tan allegados, les advierto de una cinta larga, violenta y con muchos excesos, pero con una excelente trama que los mantendrá muy atentos y en momentos al borde del asiento.

Estará pocos días en varias salas de México y aunque la pueden conseguir en varios medios físicos y digitales, el cine se ve mejor en el cine. Háganse un favor y aprovechen la cinta.

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