Una forma de entender el impacto sociocultural de la era en la que vivimos es la forma en la cual expresamos nuestro desagrado a los temas políticos, culturales, sociales o ecológicos, el simple hecho de tener una herramienta tan poderosa como los medios digitales, logra poner en el ojo del huracán cualquier tema por más alejado que sea de nuestra realidad.

Es aquí donde comienza nuestra experiencia con Riot: Civil Unrest, un título de estrategia que nos enmarca escenarios de protestas sociales para tomar las decisiones más acertadas para cumplir nuestro objetivo, ya sea desde el mando de los protestantes o de los agentes del orden.

En su estructura suena como una idea interesante, creativa y con mucho potencial, un escenario perfecto para mostrar en los videojuegos como se vive una protesta social y las formas y medios para culminarla cumpliendo las demandas o reprimiendo la revuelta. Pero lamentablemente se queda muy corto.

El origen de esta idea inicia en 2012, cuando Leonard Menchiari participó en unas protestas al norte de Italia contra la construcción de una autopista que amenazaba la naturaleza del paisaje. Esta experiencia sirvió para que el director de Riot experimentase los enfrentamientos en primera persona, desde dentro de las manifestaciones. Tras una campaña en Indiegogo en 2014 para materializar su idea, vio la luz hasta el 2017, donde debutó en el Acceso anticipado de Steam, y ahora se lanza oficialmente.

Una historia que promete, pero que no genera empatía

Como ya mencionamos, Riot Civil Unrestnos sitúa en cuatro movimientos surgidos recientemente mente en Italia, Grecia, España y Egipto, donde la tendencia es que en ellos hubo enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, si bien nos muestran en cada evento una contextualización de lo sucedido, no contextualizan más allá, y es allí donde nos encontramos con el mayor problema a la hora de empatizar con los jugadores

Al tener una exposición tan grande y una idea tan ambiciosa podían haber aprovechado este escenario para dibujarte personalidades, agentes disruptores, decisiones de alto impacto o algo que atrapara las emociones de los gamers, pero no vemos nada de ello. Más allá de una sencilla explicación de los acontecimientos en una viñeta al inicio de cada misión no sabemos más del contexto, como sucedió o que trascendencia tuvo, esto al final genera una nula sensación de empatía.

De igual forma no contamos con un diseño real de personajes, no conocemos motivaciones u objetivos, el juego nos limita a mostrarnos caracteres que hacen acciones en específico, tales como motivar a la turba o incentivar la hostilidad en los participantes, esto limita gravemente la experticia y nos deja una idea de que independientemente de lo que hagamos no causa ningún impacto

Una jugabilidad carente de estrategia

Riot: Civil Unrestse muestra como un título de estrategia, donde podemos jugar el rol de manifestantes o fuerzas policiacas con la finalidad de hacer cumplir nuestros mandatos o en el caso de la policía, contener y desfragmentar la protesta, sin embargo a pesar de que la idea tiene tintes que podría ser interesantes, no son bien explotados a la hora de la realización.

Si tomamos el rol de manifestantes tenemos la oportunidad de llamar distintas oleadas de personas a que se unan a la confrontación esto lo logramos haciendo el cambio con los bumper en el mando, conforme controlamos una de estas hordas las dirigimos con el joystick izquierdo hacia las zonas que vayamos a necesitar. En esencia parece sencillo, pero es caótico, de una forma nada intuitiva los cúmulos de gente se desagrupan y para corregir esto debemos seleccionarlos y volver a traerlos a la zona que nos interesa, solo eso, pero lo debemos realizar tantas veces en una partida que es frustrante y no se siente que sea para lograr algo en específico.

Contamos con ítems que podemos utilizar durante la revuelta, ellos si bien hacen mucho impacto en pantalla, realmente no son relevantes y si bien los necesitamos para avanzar en el juego son tediosos y aburridos de utilizar.

En el caso de utilizar a las fuerzas policiacas es un poco distinto, ya que aquí vemos un mayor grado de estrategia, ya que tenemos formaciones y distintos tipos de agentes, lo que logra que estemos más pendientes de la formación que usamos, las fuerzas que colocamos en cada una de las formaciones y el cómo resguardamos los objetivos. El problema está en que si eliges este bando, los manifestantes se ven bastante reducidos y caóticos por lo que es notorio que es más sencillo utilizar a los policías que a los manifestantes, este apartado esta desbalanceado.

Algo que cabe destacar en la jugabilidad es el hecho de que en cada uno de los bandos contamos con personajes de distintas clases que incentivan acciones particulares, esto es algo positivo, ya que da diversidad a cada una de las partidas a pesar de tener siempre los mismos objetivos, esto quiere decir que cada vez que juegues puedes hacer los movimientos diferentes y esto generara resultados distintos en cada partida.

Otro punto que puedo destacar a título personal, es que, si bien establezco como una acotación negativa el hecho del caos que se genera en la partida con los manifestantes, esto puede ser intencional y realmente reflejar lo difícil que es convencer a la gente a ponerse enfrente de policías armados y defender su postura, sin embargo solo es una especulación no hay nada que lo justifique dentro del juego.

Visualmente cautivador

No existen rostros, no existen identidades, solo son grupos protestando por justicia, es aquí donde podemos obtener los mejores puntos de Riot: Civil Unrest.

Visualmente nos vemos desbordados por pixeles, una paleta de colores que no muy bien definida pero que nos da lo necesario para entender e identificar a cada uno de los bandos y a cada una de las clases. Esto es arriesgado, ya que podemos llegar a perder la visualización de lo que está pasando, sin embargo, su propuesta es contundente por tan solo la primicia. Es una forma de representar masas, de representar acciones, no el sufrimiento, sino la sensación de protestar por un ideal. Gracias a esto el pixelart funciona muy bien para transportamos a la acción en cada uno de los escenarios, ya sea en una zona desolada llena de árboles, una autopista o una plaza en medio de una ciudad.

Mas allá de ello, vemos explosiones y efectos bastante modestos que pasan a segundo plano de inmediato, posiblemente con la finalidad de no darte algún stopper visual a la hora de la partida, pero es muy claro como estos no son relevantes.

Sonoridad que aporta solo lo necesario

Este posiblemente es el apartado mejor cuidado, pero no por algo en particular ya que simplemente se limita a poner efectos de sonido a las acciones que vas tomando, ya sea alentar a la turba, lanzar un petardo o dar indicaciones. Debo de destacar que si bien se menciona que no aporta más allá de lo necesario no por ello es malo, ya que llegamos a tener destellos donde podemos escuchar los cánticos de las protestas y eso realmente genera una mejoría ya que de alguna manera te identifica con la causa y sientes que perteneces a ella.


El juego fue proporcionad en una copia para reseña. Se realizo en Xbox One, pero esta disponible en PS4 y PC.