The Wind Rises (Se Levanta el Viento en español) no sólo es la última película de Hayao Miyazaki, el cineasta japonés de entretenimiento más conocido del mundo junto con Akira Kurosawa, sino que es discutiblemente su mejor película o al menos está empatada con El viaje de Chihiro. Si algo puedo asegurar con toda confianza es que los premios Óscar pierden prestigio al dar el premio a Frozen: Una Aventura Congelada por mejor película animada cuando The Wind Rises es sin duda una película superior.
La historia es una mezcla interesante entre ficción y realidad que nos cuenta la vida de uno de los mejores ingenieros aeronáuticos en la historia Jiro Horikoshi y cómo su vida se vio afectada por las políticas imperialistas del Japón de la era Shōwa, la posguerra con sus altibajos y todo el preámbulo hacia la Segunda Guerra Mundial; en donde su legendario avión de combate, los temidos Mitsubishi A6M «Zero», dejaron una marca muy notoria en la historia de la aviación, aun si el único objetivo del ingeniero era crear algo hermoso.
Por su parte, la historia personal del señor está basada en un libro de 1937 llamado The Wind Has Risen de Tatsuo Hori, el cual cuenta la historia ficticia de una mujer con tuberculosis terminal. La mezcla de fantasía y realidad de ambas historias está bien realizada al grado que uno podría llegar a creer que forma parte de la vida del señor.
Durante las dos horas que dura la película (destaca por sentirse larga) podemos simpatizar con Jiro, ya que él solo quiere cumplir su sueño y para hacerlo hace lo que su país necesitaba en ese momento, aviones de combate para seguir armando su imperio fascista. Dejando a un lado los problemas que esto implica para la película, Miyazaki hace un excelente acierto al usar a Caproni como mentor para el joven Jiro, ya que ayuda a humanizar a su protagonista y a su vez logramos sentir empatía con su sueño, además permite a Miyazaki usar elementos fantásticos para dejar más claro el tema central de la película. Este tema es el de los sueños y cómo estos pueden ser usados para bien o para mal.
Mientras un Japón imperial agresivo pone un gobierno títere en Corea, hostiga económicamente y socialmente a una China en guerra civil y pone sus miras en todo el Pacífico; tiene que haber una modernización radical y encontrar maneras de volverse poderosos sin que sus problemas internos puedan impedirlos. Esto es logrado en tres momentos: el terrible terremoto que devastó Tokyo en 1923, cuando la pequeña Mitsubishi envía a sus ingenieros aeronáuticos a Dessau, Alemania para aprender de los infames cazas Stuka que Junkers construyó para la Alemania Nazi y cuando la compañía protege a Jiro de la policía secreta de un gobierno imperial cada vez mas paranoico y fascista. Durante toda la película podemos ver que Japón va dejando su mundo rural/feudal y va superando los diversos problemas que la asolan para volverse en el país que participo en la guerra y se recuperó después de la derrota. El final es increíble, ya que sirve como reflexión de qué tanto valieron la pena los sueños.
Mucha gente ha criticado la película por no ser anti-guerra (como normalmente se trata a la Segunda Guerra Mundial), aun si no es pro-guerra en ningún momento se dedica a glorificar a nadie, simplemente se dedica a plasmar los hechos históricos de la posguerra como película histórica y por ese simple hecho de ser correctos no tienen realmente el derecho de decir que glorifica una maquina de guerra y destrucción. Lo que busca es mostrar cómo los sueños de una persona pueden terminar siendo retorcidos o usados para las necesidades de un país. Algunos de los primeros pioneros de la aviación llegaron a tener la utópica esperanza de que la aviación podría terminar con las guerras, pero todo cambio cuando inició la Primera Guerra Mundial.
Por otra parte, la historia personal del protagonista es la parte con la que más empatía podemos llegar a sentir. La guapa Naoko Satomi es un contraste a las mujeres que se ven actualmente en los mangas y animes (que el propio Miyazaki a descrito que actualmente están «en manos de Otakus», esta frase habla de la industria del manga y anime en general) recientes debido a su excelente caracterización, capacidad de hacer que el público se encariñe con ella y que no está sexualizada o exagerada de sus proporciones físicas, también le ayuda que es un posible ejemplo a seguir pero sin ser Chihiro. El romance que nace entre Jiro y ella es bastante honesto y tienen una relación que funciona bastante bien, los vemos madurar, entenderse mutuamente e importarles el uno al otro, sin duda son una pareja que el cine no olvidará pronto y con la cual futuras películas serán comparadas.
Varios comentarios finales. La animación de Studio Ghibli como siempre es impecable aun cuando se usan efectos de computadora para ayudar a ciertas escenas, el resto es un hermoso trabajo a mano con todo el detalle y color con el que se han hecho famosos a nivel mundial. En su mayoría, las escenas pueden ser revistas para encontrar detalles, incluyendo personajes de otras películas que hacen cameos, entre ellos destaca Hans Castrop de la novela The Magic Mountain de Thomas Mann, novela de la cual The Wind Rises usa elementos e ideas. Finalmente, la música es bonita y conmovedora del siempre excelente Joe Hisashi, quien logra cautivar a una audiencia decididamente adolescente/adulta con el tema inicial de la película que se escucha a lo largo de ella. Lo único realmente malo es que algunos efectos de sonidos se oyen como si alguien literalmente los haya hecho con la boca, lo cual llega a romper un poco la película, pero realmente es un detalle menor.
Puedo decir con absoluta confianza que si bien Frozen tiene sus cosas, no deja de ser otra película de Disney que no tiene un algo que la resalte del montón excepto del hecho que es muy exitosa. Mientras tanto, The Wind Rises es la película mas madura de Miyazaki, una autentica canción de cisne que con su melancolía nos recuerda lo importante que son los sueños para las personas y que el realizarlos no lo es todo, son la manera en que los usas lo que eventualmente determinara si fue para bien o para mal. Como bien dice la película y un poema de Paul Valery: «El viento se levanta, tenemos que seguir viviendo.»