Quiero comerme tu páncreas es un nombre que te hace pensar en el género del terror o similares, algo muy alejado del tema romántico y de comedia que la película, traída por Konnichiwa Festival a Cinépolis del 31 de mayo al 2 de junio, maneja.

Al puro estilo de Shigatsu Wa Kimi No Uso (Tu mentira en Abril) la historia gira entorno a Sakura, una chica que con una máscara de alegría oculta que pronto morirá; y Haruki, un chico retraído y solitario aficionado a la lectura, que por situaciones del destino acaban conociéndose y poco a poco crean una relación sin título que hace que los rumores se extiendan en su salón de clase haciendo creer que son pareja.

Las cosas se ponen realmente pesadas en la segunda mitad de la historia, cuando sucede lo inevitable y los personajes empiezan a tener flashbacks de todos los momentos alegres que compartieron, particularmente la escena donde Haruki lee el diario de Sakura y descubre su versión de todo lo que vivieron juntos y una pequeña escena basada en El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, el libro favorito de Sakura.

La película es muy buena, pero en el aspecto visual observamos unas cuantas inconsistencias en la calidad de animación que por momentos cambia drásticamente para mal. Esto podemos dejarlo pasar fácilmente al ver el gran trabajo en escenas hermosamente animadas durante los momentos emocionalmente importantes. Además de esto, la magnífica dirección de arte da lugar a fondos hermosos en detalle, colores y texturas especialmente en las flores de cerezo, los diseños de sus personajes son geniales y hermosos. Aunque mi punto de vista acerca de la calidad de la animación es un poco dividido, tal vez es uno de los puntos fuertes de esta película.

La banda sonora cumple con su cometido al armonizar las escenas más importantes, creando un gran ambiente junto con la animación detallada en los momentos más importantes de la película.

Otro gran punto a favor de la película es la tensión que existe entre las dos partes y su relación «sin nombre», aunque el camino que nos lleva a recorrer continúa en una línea recta de una historia de amor agridulce. Existen algunas emociones desordenadas que desafían nuestra forma de verlas directamente pero que al final entendemos por qué muchos hemos tenido ese tipo de lazos y sentimientos. A pesar de los matices románticos y las bromas sobre el tema, Quiero comerme tu páncreas es más una historia de aprender a hacer amigos.