Aunque Oldboy: Días de venganza se nos presenta como la adaptación de la obra original, un manga japonés de Garon Tsuchiya, no cabe duda de que es en realidad un remake de la película de Chan-wook Park, la segunda de su multi-premiada trilogía de la venganza. La forma en que manejan la historia nos demuestra que se basaron en ese guión, con ligeros cambios adaptados del manga e ideas propias de Mark Protosevich, el autor del segundo guión.

Joseph «Joe» Doucett es un ejecutivo publicitario. Un día, después de atender a un posible cliente, es secuestrado y lo mantienen en una prisión clandestina… durante veinte años. Durante ese tiempo se da cuenta de que es imputado por un crimen que no cometió, y una vez que lo liberan sin darle explicación alguna, comienza la búsqueda del autor de su castigo. Pero acaba descubriendo que el castigo no ha terminado.

Siempre he sido un duro crítico de los remakes de este tipo, porque no son adaptaciones de la obra original. Son creados gracias a una suerte de oportunismo hollywoodense, que sedientos de nuevos y brillantes guiones, terminan echando un vistazo hacia el mercado asiático y contratando a guionistas para crear versiones en el habla inglesa. Estos remakes no suelen tener éxito, salvo algunas excepciones, como el destacado caso de Dark Water. Y lamentablemente, el Oldboy de Spike Lee no se salva de esta regla.

Josh Brolin no convence en el papel del protagonista, Joseph «Joe» Doucett. Vemos a una víctima que es incapaz de demostrar su sufrimiento, a un hombre excesivamente egocentrista, un patán, con problemas de alcoholismo que de buenas a primeras decide cambiar en su cómoda reclusión. Acusado de un crimen que no cometió, en una prisión clandestina, sin contacto con el exterior y con la única persona que parecería importarle; parecería, recalco, pues al principio no parece ser así. Y aunque conforme avanza la trama le vemos transmutar literalmente en otra persona, al salir de su larga cautividad parece volver a ser el mismo, sin aclararnos exactamente en qué punto nace su deseo de venganza. Todo parece tan gratuito que no se lo compramos,  sobre todo el amor paternal, que raya en lo ridículo.

Hay escenas de pelea que personalmente sentí muy mal orquestadas. Que una sola persona pueda contra diez guaruras en las condiciones adecuadas, no me parece increíble, pero ¿contra veinte? y sobre todo tomando en cuenta que la película sugiere que todo lo aprendió por medio de la televisión. Me parece demasiado pretenciosa. Me imagino al director diciendo «no son suficientes peleadores, pongamos a diez más».

Vale la pena mencionar que en el manga se muestra mucho más claramente la razón por la que el protagonista no deja de ejercitarse durante su cautiverio. Se manifiesta un deseo de venganza sólo por medio de su mirada. Mientras que en esta película, Josh Brolin es incapaz de mostrar sus emociones, de mantenerlas, para dejarle ver al espectador que el hombre se ha convertido en un animal enjaulado, deseoso de destruir con sus propias manos a quien le ha privado de su libertad y ha ensuciado su reputación.

Y hablando de la gratuidad de muchas escenas, la forma en que conecta con Marie Sebastian (Elizabeth Olsen), no es precisamente inteligente. El porqué una chica que defiende a un paciente del ataque de Joe termina interesándose en quien lo violenta no parece justificarse. Como tampoco se justifica que después de varios rechazos, regrese a éste magnéticamente, sin que medie entre ellos mayor comunicación. Además de esa reconstrucción del pasado que se presenta ante los ojos de ambos, como si ella también hubiera sido partícipe. Simplemente, no es creíble. La relación se siente forzada, tanto como la aparición del antagonista Adrian Doyle Pryce (Sharlto Copley) y su fiel guardaespaldas.

El único papel interesante desde mi punto de vista fue el interpretado por Samuel L. Jackson, Chaney, el administrador de la prisión clandestina. Son las únicas escenas que brillan en toda la película. El desenlace de la historia es de lo más decepcionante, tanto por la sutileza con que maneja la realidad que le es revelada por su enemigo como por la decisión que toma el protagonista. Simplemente, pareciera que no le afecta anímicamente. No hay horror, no hay lagrimas, no hay sufrimiento.

Concluyendo, creo que Oldboy: Días de venganza ha sido uno de los peores remakes producidos hasta ahora. El hecho de que no haya conseguido ni los 5 millones de dólares en recaudación, nos habla de un tremendo fracaso. Pero dejando los números de lado, quise ver la película para hacerme de una opinión personal; y esta es mi opinión: no vale la pena verla en cine, y es poco probable que la veamos en TV abierta o cerrada. Si tuvieras la oportunidad de verla, yo no te la recomendaría. Han sido los 104 minutos más frustrantes que he gastado en este año. Entre escenas con situaciones increíbles, personajes mal trabajados, relaciones injustificadas, y un hombre cara-de-palo que se ve igual cuando sufre que cuando odia, terminé aborreciéndola. Como ya dije, sólo valen la pena las escenas en que aparece Samuel L. Jackson, y son muy pocas. Si hubiera que calificarla, le daría un 5.