Talento desperdiciado

Después del exitoso regreso de la franquicia en el 2015, si con sus respectivos parches para corregir la enormidad de fallos que parecen invadir de manera más frecuente a los juegos de video, Need For Speed: Payback debió ser una versión ampliamente superior en todos los aspectos, incluso podríamos decir que debió ser un título referencia en el género del automovilismo después de que franquicias como Forza y Gran Turismo dejarán mucho que desear.

La oportunidad estuvo ahí, un camino libre sin los nombres pesados del género, y hubiera sido una victoria relativamente sencilla para Need For Speed: Payback y llevarse la corona, pero no, EA parece que no entiende o no quiere entender al jugador y solo hace que la franquicia tenga un clavo más en su ataúd.

Si, Need For Speed: Payback es capaz de llegar a la línea de meta, aunque es rehén de su propio ritmo de juego y las mecánicas que lo invaden. Need For Speed: Payback no es solo un juego terrible para la franquicia, es un desperdicio irracional de un potencial increíble, desde esas carreras estilo High Stakes y los denominados heists que no solo son pobremente ejecutados, sino que no funcionan bien desde el inicio. Los problemas están presentes en Payback desde un nivel fundamental: su entorno se desarrolla en un mundo donde la franquicia Fast n’ Furious ha probado ser el verdadero rey y no hay nada igual, haciendo de paso, que todo lo que tenga que ver con autos modificados sea una copia vulgar.

Parece ser que EA no ha superado la historia de ser ese piloto o conductor renegado, solitario, que desafía la ley y que vive su vida en el carril de alta velocidad. Si, la imitación es una de las formas de halago más directas, pero Payback se siente como una ficción mediocre, por no decir menos, en un universo que simplemente pertenece en otra liga. Un mundo donde un trío de personajes existe solo para servir a algunos clichés del género. No solo son predecibles, sino que su pecado mortal es la simple excusa de ser renegados por la sencilla razón de manejar rápido.

Sin duda alguna, los personajes merecen ese diálogo tan pobre que posee el juego en su modo historia, algo que ya está demasiado usado y quemado y del que The Crew en su momento también fue víctima, pero supo llevar una mejor ejecución en la trama.

Una mala historia puede ser perdonada, especialmente una que se está convirtiendo en la más repetida en la narrativa de los juegos de video. Need For Speed siempre ha sido la más sosa experiencia en cuanto a su historia al darles a los jugadores una razón para romper el límite de velocidad, ya que pisar el pedal a fondo es y siempre debe de ser la prioridad en este tipo de títulos.

Need For Speed: Payback
Los gráficos son fantásticos en los autos, pero no en los modelos humanos

En Need For Speed del 2015 realmente tuvimos a un sucesor relativamente digno de la serie Burnout, un juego donde podías derrapar por días y tomar una curva preciosa con un boost de óxido nitroso aplicado de manera quirúrgica. Obvio, había ciertas disciplinas involucradas, que se enfocaban de manera principal en la velocidad y en mantener ese drift perfecto en el asfalto, una sensación de manejo estilo arcade que experimentamos en Drive Club o en el fabuloso PGR4.

Esa sensación sigue vigente en Need For Speed: Payback y cuando funciona, es sencillamente sublime. Se convierte en una orquesta perfectamente sincronizada con la acción desarrollada entre el asfalto y tus llantas, el accionar del freno de mano mientras dejas tu marca en el camino es sencillamente satisfactoria. El problema aquí es que la excusa para experimentar este tipo de diversión, que es acumular multas por exceso de velocidad, se ve afectada por un mar de malas decisiones.

La más evidente y clara son las llamadas Speed Cards. La idea es simple: Gana una carrera, tienes una oportunidad de elegir alguna de las tres Speed Cards aleatorias y después incrementar los stats de tu vehículo como si estuviéramos jugando alguna especie de RPG. Es esencialmente un juego de cartas tipo Overwatch o Destiny, una idea que suena bien, pero que va completamente en contra de lo que la fanaticada del título quiere para construir el auto de sus sueños

Por lo que te encontrarás atorado en una repetición lenta y dolorosa para construir un auto que puede ser un buen oponente para los autos de la IA y las misiones constantes que tendrás que completar. Para todos aquellos que han experimentado el modificar sus autos en distintos títulos sabrán de lo que hablo al decir que hay una especie de sensación de logro al comprar las partes necesarias para hacer tu vehículo más rápido, pero eso es algo que Payback carece, todo porque  funciona alrededor de las Speed Cards.

En esencia, Payback ha quitado literalmente una parte esencial de los juegos de carreras al tener este sistema de mejora como única opción para la mejora de tu auto, forzando a los jugadores a repetir y repetir acciones para progresar en su juego y por supuesto tenemos las loot boxes. Payback es también muy quisquilloso con las micro transacciones, haciendo énfasis en que por más que corras no tendrás muchas oportunidades de ganar las cartas necesarias para tener una mejora notoria en el rendimiento de tu auto.

Y esto es algo grave, especialmente cuando repites el proceso de manera continua para las cinco disciplinas disponibles. Te gusta ese VW Golf GTI y ¿lo quieres usar para algo más que solo correr? Pues tendrás que comprar otro para designarlo como auto para realizar drifting, ya que tus vehículos están bloqueados para ser usados en esas categorías, así como también esas Speed Cards que has ganado, todo en Payback es por vehículo.

Need For Speed: Payback
Uno de los tantos eventos a completar en el juego

El sistema falla aún más en el apartado cosmético, en lugar de usar tu dinero para poder alterar el cofre o los espejos, deberás en primer lugar completar objetivos esparcidos en el mapa antes de tener el privilegio de hacerlo. Si la idea es alentar a los jugadores a explorar el mundo abierto, quizá EA debió hacerlo de otra manera, ya que el esfuerzo que realizas como jugador no vale la pena.

El punto principal de Payback también termina siendo uno de los más débiles del juego. Las misiones específicas de cada capítulo te hacen usar a tu equipo para realizar maniobras impresionantes pero el resultado es el mismo, estarás en una carrera contrarreloj, pasando puntos de control, pero con todo y las persecuciones policiacas no se ofrece mucho para desarrollar alguna estrategia.

Si eres un seguidor de la franquicia desde hace tiempo, quizá estés llorando de nuevo al ver que tan bajo ha caído la franquicia (otra vez). Como muchos de los juegos de EA, que son una plataforma de generar dinero, como el caso reciente de Battlefront II, Need For Speed: Payback se siente como otro gran juego que fue completamente destripado de todo lo que lo hacía interesante y que fue reconstruido como una especie de monstruo de ciencia ficción que cambia de velocidad con tu tarjeta de crédito en mano.

Y esto es una pena, porque Ghost Games puede hacer algo mucho mejor que esto. Para muestra solo falta voltear a ver el título del 2015, que fue un gran paso adelante, que tuvo muchos más aciertos que fallas. Payback se siente como más que un paso atrás, lo que es una completa decepción. El mundo abierto del juego no tiene nada de personalidad, el trío de personajes que aparece en el juego son completamente olvidables y el reto del juego es casi inexistente gracias al sistema de las Speed Cards. Si esto fuera poco, el multiplayer tampoco te permite ir de manera libre junto a tus amigos.

El control es bueno, muy similar a lo que experimentamos con Need For Speed: Hot Persuit, y esto es algo bueno, ya que no necesitaba ningún tipo de ajuste, en cuanto al sonido solo decir que está bien, así a secas, pudo ser algo espectacular, recordemos que estamos hablando de Need For Speed, una franquicia que se ha caracterizado desde sus origines en ser una pionera en cuanto a visuales, sonido y control se refiere.

Need For Speed: Payback es un juego que solo los seguidores de la franquicia podrían comprar, pero solo con la intención de tener su colección completa, ya que el título no tiene mucho que ofrecer y se queda inconmensurablemente corto a su contraparte del 2015.