Pese a que el cine comercial mexicano no ofrece un contenido de mucha calidad, siguen saliendo películas que, pese a la mala distribución que consiguen debido a sus contenidos o, como en el caso de Alfonso Cuarón, terminarán viéndose en streaming (y muy pocos cines), logran sorprendernos con producciones de calidad que aún tienen material para pelear si no por Premios Oscar (reservado para Roma), por lo menos para Premios Ariel y Festivales internacionales.
Tal es el caso de Museo, la nueva producción de Alfonso Ruizpalacios (Güeros) y que tiene las actuaciones de Gael Garcia Bernal, Leonardo Ortizgris, Lisa Owen, Ilse Salas, Leticia Brédice y Simon Russell Beale.
Estamos en 1985 y, en plena Navidad, se da el robo del siglo, un enorme lote de piezas antiguas son hurtadas del Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México por dos estudiantes de Veterinaria de Ciudad Satélite. Pronto emprenden la fuga en busca de un posible comprador.
Como pasó con Güeros, podemos esperar de Ruizpalacios una narrativa lenta, pero sumamente disfrutable, desde el momento en que la voz de Leonardo Ortizgris, quien funge como narrador y guía en nuestra historia, comienza a hablar, ya estamos comenzando a ser hipnotizados en una historia que nos regresa más de treinta años en el pasado, donde las ficheras dominaban el cine, Jacobo Zabludowsky los noticieros y, con Silvestre Revueltas de fondo, comenzamos a ver esta historia que, con personajes ficticios, se recrea un evento que fue bastante real.
De hecho, no esperen investigar mucho sobre la historia de los personajes involucrados, tal y como Ruizpalacios pone en la primera toma de la cinta, «este relato es una copia fiel del evento real», y con esa libertad creativa, Ruizpalacios decide crear a los dos satelucos a su gusto y antojo.
Así puede retratar sin problemas a dos personajes resentidos con la frustración juvenil clase mediera de la época, donde se hablaba de ilusiones al vivir ahí y solo se pueden sentar las razones de los eventos ocurridos en la película en el temor a la mediocridad, en el resentimiento a un gobierno que no hacía gran cosa por su juventud y en el amor, un tanto apache, a nuestra cultura antigua, la que, sienta muchas de las bases de nuestra cultura mexicana.
De este modo, Ruizpalacios nos da unos hermosos retratos de las piezas involucradas en el robo, en una introducción que parece digna de un gran documental con la música de Revueltas de fondo. De ver una recreación muy exacta y precisa del Museo de Antropología y de una fotografía y ambientación casi perfecta de la época donde ocurren los eventos, donde podemos perdonar que se vea el Galaga de las maquinitas en una consola de videojuegos a cambio de ver videos VHS o estéreos con casetera.
Pero seguimos viendo con cierto recelo el ritmo, además de los constantes giros en la trama, que no es precisamente una historia de acción o policiaca, simplemente un thriller que explora los sentimientos de los dos personajes, desde el momento en que comienzan a planear su crimen hasta las consecuencias finales, convirtiéndose en una road movie de fugitivos, eso sí, sin brincar en ningún aspecto la formidable escena del robo cometido al museo.
La cuestión sentimental no solamente cubre el resentimiento, también está presente el temor, la pérdida, la redención y hasta el cachondeo (hay tomas que no son en lo absoluto para niños).
De ahí que el mayor fuerte actoral de la película resida en Gael García quien da, pese a la edad, una de sus mejores actuaciones en los últimos años, de un personaje ansioso, resentido, inquieto, que en ratos raya en la locura y cuya paleta de actitudes funciona muy bien en esta historia. S, es como una versión más oscura de su charolastra, pero mejor colocada, incluso, que en Y tu Mamá También.
No se ve tan fuerte, sin embargo, la actuación de Leonardo Ortizgris. Es cierto, sabe complementar lo que Gael coloca en su actuación, pero al punto de quedar siempre abajo, siempre sumiso, a lo que García hace en la historia, no obstante, tiene material para contender a Mejor Actor de Reparto.
De ahí el resto del elenco sabe complementar bien a los dos personajes principales, dado su estatus de road movie, Simon Russell Beale como un firme y astuto comprador británico; Leticia Bredice como una vedette venida a menos (inspirada en la Princesa Zulma que estuvo involucrada en el caso real), Alfredo Castro como el firme padre del personaje principal y Lisa Owen en un papel corto y sentimental como su madre.
Aplausos aparte merece la edición y fotografía, hay momentos donde es sublime, especialmente en la escena del robo, en la fuga de los dos personajes e, incluso, en tomas complicadas por la falta de luz, como unas hechas en Palenque y otras que saben jugar bien con la luz artificial de la calle como las hechas en la playa de Acapulco.
¿Ya les dije que se oye Silvestre Revueltas y su obra La Noche de los Mayas? Es constante la repetición de esta pieza que, se torna fundamental para la forma tan fabulosa en que se muestran varias de las escenas.
Es claro que Museo no logrará mucho en taquilla, no es una comedia telenovelera, tampoco tiene la fluidez para satisfacer al espectador promedio, pero es de las pocas cintas mexicanas que merecen reconocimiento, que fue opacada por Roma y su León de Oro, pero que será una firme contendiente contra esta cinta para ver cuántos Arieles se lleva el próximo año.
Aun así es una cinta que merece la atención del público mexicano, especialmente a aquellos que realmente quieran celebrar el cine de nuestro país.