Uno de los géneros que suele atraer premios es el género histórico, esto es, cuando la película se centra en recrear hechos reales. Esto implica no solo que tengamos un guion consistente a lo que leímos en los libros de historia sino también representaciones casi perfectas de los personajes involucrados en los eventos históricos, más aún, si estos eventos transcurren en el siglo XX donde se tienen suficientes fuentes para dar un retrato casi fiel al del personaje.

Y esto significó un reto para Gary Oldman, uno de los actores más camaleónicos en el cine, que igual representó a Sid Vicious que a un espía británico; igual a Drácula que a Sirius Black; igual a un policía adicto a las drogas que al honesto Comisionado Gordon. Es entonces que Oldman, en su cinta más reciente Las Horas Más Oscuras, debía representar a un personaje muy complicado para él: Sir Winston Churchill.

Bajo la dirección de Joe Wright (el mismo que nos trajo esa secuencia interminable y triste de las playas de Dunkerque en la cinta Expiación, Deseo y Pecado), Oldman es acompañado por Lily James, Kristin Scott Thomas, Ben Mendelsohn y Stephen Dillane entre otros actores.

 

Esa secretaria realmente hacía una gran acción por su país: aguantar el genio de Churchill.

Winston Churchill acaba de ser elegido Primer Ministro del Reino Unido, pero su trabajo es sumamente complicado, la Alemania Nazi está cada vez más cerca de Francia y están por caer Bélgica y Holanda. El ejército inglés ha quedado varado en las costas de Dunkerque y, por si fuera poco, nadie cree en el nuevo Primer Ministro, un hombre regordete, gruñón, alcohólico y sumamente impulsivo que podría llevar a su país a la destrucción inminente ante su oposición a negar la paz con un enemigo despiadado.

En un año donde hemos visto la Segunda Guerra Mundial británica sumamente visitado por los directores, pues Christopher Nolan lo abarcó completamente en su cinta del año pasado y el actor Brian Cox interpretaría a Churchill durante los eventos del desembarco de Normandía, parecía que la propuesta de Wright estaría siendo un poco redundante para este año, pero desde el momento en que vimos las primeras fotos de Oldman como el ministro británico las cosas comienzan a darnos otro tono.

Y es en el hecho de ver el formidable trabajo que los maquillistas hicieron con Gary Oldman para que este luciera como el Primer Ministro y era solo cuestión de tiempo para ver si Oldman lograría no solo verse bien como Churchill sino también realmente serlo y, si el Globo de Oro, el Critic Choice Award y el SAG Award que le otorgaron ayer no eran suficiente evidencia, entonces debo decirles que no se pueden perder esta película.

 

Ayudado con un gran maquillaje y una formidable actuación, Oldman da un retrato casi perfecto de Churchill

Si, Oldman logra no solo dar con la imagen casi perfecta de Churchill, tanto en su rostro como en el regordete aspecto físico, sino también en la actitud, la cual siempre destacó por ser sumamente elocuente, con ese acento ríspido y con tendencia a murmurar cosas, a veces en un evidente estado etílico, lo cual hacía aún más complicado de representar. Al inicio de la película tenemos unas escenas iniciales que lo aterrizan más en el público generando algunas risas y ayudándonos a obtener la empatía suficiente para los duros enfrentamientos que tendría con sus ministros en el Cuarto de Guerra o los momentos humanos que tiene el político cuando platica con su esposa, con su secretaria o, incluso, con los habitantes de Londres.

Y si Oldman ya casi tiene asegurado el Oscar con esa actuación, debemos darle también ya el Oscar a los maquillistas cuyo retrato de Churchill es muy pero muy parecido al personaje en la vida real, salvo detalles que son imposibles de salvar como los ojos, esos ojos expresivos de Oldman que nos hacen recordar que en esa regordeta presentación de uno de los políticos más reconocidos del siglo XX está uno de los actores más queridos por el público en nuestros años.

El resto de los actores sabe tomar bien sus posiciones en esta casi representación teatral hecha película, donde Lily James parece reflejar el interés del pueblo al tomar nota de los discursos y en cierto modo comunicar sus sentimientos al Primer Ministro; una Kristin Scott Thomas que hace una representación aceptable de la esposa de Churchill, un Ben Mendelsohn que luce firme como el Rey Jorge VI  o Stephen Dillane como un frágil pero ferviente opositor de Churchill representado en el anterior ministro Chamberlain. Cada actor tiene su momento pero todos lucen pequeños ante el poderío que Oldman toma en el filme, aflojando un poco lo visto en la cinta.

 

Ben Mendelsohn retrata al Rey Jorge VI en esta película

La narrativa de la cinta está más orientada al desarrollo político detrás de los eventos de Dunkerque, quizá un complemento perfecto de la cinta de Christopher Nolan, pero esperen realmente poco de ver escenas de guerra, es más la observación casi frenética de los eventos que ocurren desde el nombramiento de Churchill hasta esa legendaria arenga que hace al Parlamento para evitar firmar el acuerdo con Alemania. Tendremos momentos donde la fotografía hace un trabajo hermoso para mostrarnos la soledad y el aislamiento que implica ser un político como Churchill y más cuando la inseguridad que daba la guerra lo ameritaba. El retrato de las calles londinenses, en varios momentos que saben reflejar la calma antes de la tormenta y el pánico que esta tormenta desata.

Puede ser que en el guion veamos algunas debilidades y que no sea la historia que quieran ver debido al tratamiento político del tema. El ritmo de la historia, sin embargo, permite que la cinta no caiga en momentos aburridos, donde los arrebatos actorales rescatan momentos que parecen innecesarios pero que son lo suficientemente empáticos para reforzar el poder actoral que tiene Oldman en esta cinta.

Los niveles de producción son formidables y debemos considerarlo, en los Premios BAFTA será sin duda un contrincante formidable para La Forma del Agua y Tres Letreros por un Crimen y seguramente tendremos a esta cinta llevándose tres o cuatro Premios Oscar, dos de ellos prácticamente cantados desde que vimos el primer tráiler.

El mayor punto negativo fue la distribución de la cinta, debido al hecho de que solo fue distribuida en una cadena de cines y la otra cadena ignoró por completo esta cinta y la de Disaster Artist: Una Obra Maestra, dos pérdidas fuertes para los asiduos de la «cadenita azul», que seguramente notarán la ausencia de la cinta que le dará un Oscar muy merecido a Gary Oldman este año.

 

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