A veces no se necesita de un gran elenco para contar una historia y, en el caso de En la Mira del Francotirador, salvo unos cuantos extras, podemos afirmar que la cinta se limita a dos actores, a un actor que solo oímos del otro lado de la radio y a varios que aparecen por unos cuantos segundos.

Y si, la producción de Doug Liman (Al Filo del Mañana) intenta hacer la cinta con prácticamente solo un actor en escena, Aaron Taylor-Johnson conocido por sus actuaciones en Kick-Ass y Avengers: Era de Ultron, es el protagonista  de esta película donde alterna con el luchador John Cena (The Marine) y un misterioso Laith Nakli  del cual solo oímos su voz.

Estamos en Irak, casi al final de la guerra que sostuvo este país con los Estados Unidos, un francotirador (Cena) y su apuntador (Taylor-Johnson) llegan a un oleoducto en construcción donde hay varios muertos, pronto ambos son atacados por otro francotirador que hiere gravemente a su rival y deja al apuntador con una herida en la pierna y atrapado detrás de un muro (el del título en inglés) que amenaza caerse por sí mismo. Cuando pide ayuda, el joven apuntador se da cuenta que su rival tiene la manera de comunicarse con él, empezando entonces un juego mental entre ambos soldados.

 

Va a estar difícil que lo vean.

Lo primero que uno piensa cuando te dicen que John Cena está en el elenco, es el temor a una cinta desastrosa de acción como The Marine, pero pronto nos damos cuenta que Cena tiene una participación sustentable en la cinta, donde no se le exige mucho al luchador para darnos un personaje con el que pronto sentimos la urgencia de verlo de nuevo participando en el filme y que sirve como plataforma para el thriller que Liman comienza a desarrollar alrededor del personaje de Taylor-Johnson.

Este personaje pronto tiene un juego mental donde no sabemos quién es el peor enemigo que enfrenta: el desierto, el astuto pero fatídico francotirador iraquí que se oye en su radio militar, o los remordimientos que su vida le han dejado en el camino representadas en una mira de francotirador que apenas y funciona.

Y nos damos cuenta que Liman sabe aprovechar bien los tres factores y darnos una sensación de claustrofobia en pleno espacio abierto y, cómo no pensar que un espacio abierto es un lugar peligroso cuando no tienes idea de dónde vendrá el disparo que acabará con tu vida, cuando solo una pequeña pared (que puede sucumbir de varios balazos) es la diferencia entre la vida y la muerte del personaje y, si a eso sumamos el inclemente sol y las tormentas de arena, nos damos cuenta que el escenario juega un papel importante en la ejecución del filme.

 

¿Están seguros de que están seguros?

De ahí nos vamos al juego mental que el astuto francotirador iraquí juega en su presa, algo que Liman sabe ligar bastante bien en el guion y que nos genera perturbación notar el fuerte trasfondo de su personaje que logra una mascarada en los primeros minutos de su participación y que culmina con un villano invisible al que, no sabemos temer si por sus palabras, si por su habilidad con el rifle o por la astucia que su profesión tiene, la cual marca algunos puntos importantes en el desarrollo de la película.

Finalmente sumamos al propio personaje de Taylor-Johnson, el cual carga con su propia lista de pendientes, una vida pasada que intenta no discutir con nadie, pero pronto se ve reflejada la debilidad del personaje en las acciones que comete, algunas precipitadas, algunas con intención, pero en todo caso de que, por más que lo quisiera, el personaje sería incapaz de resolver solo el enorme problema que tiene enfrente, que tendrá pequeñas victorias, pero también dolorosas derrotas en la guerra personal que sostiene contra el francotirador rival.

 

La mayor parte del filme pesa sobre Taylor-Johnson y un radio…

Pese a que los tres factores nos dan una cinta entretenida, el problema con la historia es que a Liman se le van varios detalles que haría que muchos militares terminen cuestionando al director la credibilidad de su trama, aunque los cinéfilos y la crítica también serán inclementes a la hora de mostrar algunos cabos que quedan de pronto sueltos además de una serie de situaciones que se tornan completamente predecibles y que matan un poco la ejecución de la historia, coronado con un final fácil de adivinar y que pudo Liman haber modificado un poco a favor del tono misterioso que la historia pide.

De ahí podemos ver un buen trabajo en la fotografía hecha para la película, la cual sabe provocar esa sensación de saturación y paranoia que debe tener el moverse en un espacio abierto, la sensación de seguridad que el espacio cerrado debe darle al personaje principal durante la mayor parte de la película y el alivio de ver una sombra que pueda aliviar un poco la presión del momento. De la banda sonora no hay mucho que agregar, así que mencionaremos mejor el trabajo de los efectos de sonido que nos hacen notar de la frialdad de un tiro de francotirador acertado, las tormentas de arena, el viento, no defrauda en ese ramo la edición de sonido para aderezar las escenas.

En la Mira del Francotirador es una alternativa bastante benéfica para aquellos que tratan de evitar a los robots explosivos de este fin de semana, si bien no cuenta una historia novedosa, por lo menos Liman logra hilar el suspenso durante la mayor parte de la película con solo dos personajes y, más difícil, con uno que apenas vemos, no hay duda que es lo mejor que tendremos en el cine esta semana.

 

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