Si hay una reserva que el público de éste lado del planeta tiene con el cine europeo es la forma en que cuentan sus historias. Dichas historias parecen asumir que el cinéfilo ya sabe lo que vendrá y sólo se preocupa, en teoría, por contarle detalles de los eventos que ocurren sin que el espectador se dé cuenta que ya está viviendo dichos eventos y que, si puso la suficiente atención, sentirá que no sólo vio una historia sino todo un trabajo artístico dentro del filme.

Éste es el caso de La Gran Belleza, cinta ganadora del Óscar a Mejor Película Extranjera y que se estrenó en nuestro país esta semana. La cinta es dirigida por Paolo Sorrentino y cuenta con un elenco que es encabezado por un talentoso y reflexivo Toni Servillo, quien había participado ya en dos cintas del director anteriormente.

En medio de un gran montaje donde la cámara se adueña de los ojos del cinéfilo, vemos cómo un escritor llamado Jep Gambardella ha vivido la mayor parte de su vida entre lujos y festines tras el éxito de su primer libro. No obstante, un evento triste le hace recordar su pasado y en medio de eventos de diferente índole comenzará a buscar en sus experiencias la definición de belleza que al parecer se ha perdido en medio de todos los placeres mundanos.

La cinta es un largo recorrido a través de la búsqueda de esa belleza, la cámara constantemente nos lleva a diferentes puntos de Roma, una ciudad llena de misterios y lugares hermosos donde realmente la cinta invita a visitar la capital italiana. También explora los diferentes movimientos artísticos, aquellos tan válidos como la arquitectura, la pintura y la escultura clásica y renacentista, pero también esas que nos dejan dudas como los performances y esos trabajos abstractos que muchos llaman «arte» y otros llaman «basura».

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Una intensa reflexión sobre la belleza y el arte se muestran en la cinta de Sorrentino.

La exploración de dicho concepto, nos llevará a ver al personaje probando los aspectos materiales, visuales, filosóficos y espirituales de la belleza; a hacernos ver que hasta en las cosas que parecen más grotescas y duras para la vista hay algo hermoso que puede contemplarse.

En efecto la cinta evoca al cine clásico italiano, a aquellas cintas de los 50 que mostraban a la Roma recién liberada del fascismo y a las cintas de Fellini que evocaban a la Italia apurada de los 60. La Gran Belleza es una foto actualizada de dicha ciudad, de su gente, de sus excesos y de sus virtudes; de mostrarnos ese detalle de la Ciudad Eterna que hace que la experiencia de dos horas sea un viaje bastante vistoso a los ojos.

No es una película para cualquier audiencia, es, como mencionaba arriba, una cinta europea que cuenta tantos detalles que podemos perdernos mucho si dejamos ir un poco la historia. No es una cinta para divertirse, es más una película que invita al público a empatizar con el personaje principal y seguir sus anécdotas y recuerdos. Un espectáculo muy culto y estético que merece ser vista por todos los que quieran entender el mensaje que Sorrentino quiere comunicar. Otro detalle es que es una cinta con clasificación B-17 con algunas tomas no aptas para niños, para que lo tomen en cuenta al llevar acompañantes.

Calificación: 9