Sin duda, cuando el director de una película no tiene la chispa para lograr una buena cinta, ni los mejores actores, ni un buen guion puede rescatar a una cinta de la mediocridad.

Y esta es la primera impresión que tuve al salir de la sala de cine tras ver La Buena Esposa, donde el director sueco Björn Runge en su primera cinta producida de manera multinacional reúne en su elenco a Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater, Annie Starke y Harry Lloyd entre otros actores.

La cinta relata cómo Joe Castleman, un afamado escritor, es llamado a recibir el Premio Nobel de Literatura, y cómo su esposa Joan, comienza a sentir dudas de su vida propia, pues un secreto muy oscuro está detrás de la trayectoria de su marido, la cual puede perturbar la recepción de dicho honor.

Glenn Close protagoniza esta pelciula.

Basada en la novela de Meg Wolitzer, The Wife, tenemos un guion que tenía potencial para ser bien explotado y darnos una historia que nos prometía una buena serie de actuaciones y, claro, todo lo necesario para ver una buena puesta teatral en la pantalla grande. Y más cuando consideramos el potencial de Close, Pryce y Slater, actores que, en diferentes momentos de la historia de Hollywood han tenido personajes sumamente memorables.

Y es entonces cuando nos damos cuenta que el director sueco es incapaz de lograr explotar el potencial de los tres actores, especialmente con Jonathan Pryce. No es para menos, tenemos a un actor que igual ha interpretado al temible Davy Jones, a un supervillano de James Bond, pero el director es incapaz de darle realmente ese tono odioso que Pryce debería de darnos como el narcisista y mujeriego escritor que intenta retratar, un personaje que, debería de ir alimentando poco a poco con los resentimientos que el público debería obtener con cada pista de la trama, pero que, en medio de nueces autografiadas y arrebatos seniles, es incapaz de darnos un buen momento de actuación, ni siquiera en la escena final, donde, en lugar de sentirse la intensidad de la situación, se llegaban a oír algunas risas.

Peor todavía es la edición de la película que no le da suficiente justificación a lo que vemos en la historia, está claro que los resentimientos vuelan, que las razones para ver a un biógrafo metiche como es el acartonado personaje de Christian Slater acosar a la familia Castleman de una manera u otra parecen más infundadas que los flashbacks, hermosamente ilustrados pero sin mucho sentido que pretenden explicar el pasado de los personajes, pero que no saben llegar al fondo y terminan siendo un simple adorno en la historia.

Algunos flashbacks son agregados a la historia, pero sin mucho fundamento.

El desarrollo es pausado, calmado, de hecho, el cinéfilo es difícil de distinguir cuándo se está llegando a la escena más importante de la película, hasta que ya está ocurriendo. Vamos, cuando llegamos a ese punto esperamos que ocurra algo más y es entonces que algo similar al deus ex machina ocurre para terminar todo de tajo.

Lo más brillante de esta película es Glenn Close y nada más Glenn Close quien sabe interpretar a un personaje reprimido, resentido y que sabe soltar sus bombas cuando llega el momento, que sabe manejar con carisma y simpatía a su personaje cuando es debido, que sabe ser madre cuando lo necesita y pelear lo suyo cuando la trama lo amerita. En una cinta tan predecible y tan lenta es encantador ver su actuación, aunque dista mucho de lo que hemos visto con personajes tan similares como la que interpretó Charlotte Rampling en 45 Años (con solo la escena final, Rampling arrasa con lo que hizo Close en esta película).

De ahí el resto del elenco queda un tanto a deber, entre un Pryce errático, un Slater acartonado y algunos personajes secundarios que no saben brillar por sí mismos, como Max Irons tratando de interpretar al hijo de los Castleman, un escritor frustrado que parece ser más parte del equipaje que alguien que realmente busca algo de redención familiar o los actores que interpretan al personal que forma el séquito de los Castleman o el ganador del Nobel de Física, cuya familia parece más un grupo de clichés nerdosos que una familia común.

Jonathan Pryce no se justifica mucho como el coprotagonista o antagonista de esta cinta.

La fotografía, no obstante, sabe resaltar en este filme, aunque está claro que algunos elementos de archivo (como las tomas del Concorde) se insertaron como referencia histórica y los paisajes de Estocolmo, son solo eso, imágenes lindas de la ciudad nórdica en invierno, pero no da la apariencia de algún escenario real usado en el filme.

La Buena Esposa ya se va de las salas, pasando sin pena ni gloria en las taquillas y realmente haciéndose notar como una opción que buscaba un poco de espacio en los cinéfilos que desean una alternativa en el cine. La lentitud de la cinta, la torpeza en la ejecución del guion y la falta de química echan a perder una buena actuación de Glenn Close en mi opinión.

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