Cabe mencionar que soy un gran admirador de Clint Eastwood, tanto en sus facetas de actor como de director. Algunos piensan que tiene poco en esto último, cuando la realidad es que ha dirigido más de treinta películas en toda su trayectoria, destacando en las grandes Golpes del destino, Cartas desde Iwo Jima y Gran Torino. Y soy consciente sobre sus puntos de vista -algo nos dejó ver en Gran Torino-, por lo que lo único que podía esperar de Francotirador era una historia muy patriota sobre la guerra emprendida por los EEUU en el Medio Oriente. Pero lo que definitivamente no esperaba era llevarme una decepción tan grande de un filme con seis nominaciones a los Premios de la Academia. Esperaba algo reflexivo, significativo y artístico, incluso dentro de la guerra, pero lo que obtuve fueron dos horas y media de la propaganda más fría, plana y superficial.
Francotirador es una adaptación de la autobiografía del Navy SEAL Chris Kyle, un tejano que obtuvo el mayor récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. Chris Kyle, interpretado por Bradley Cooper, es enviado a Irak con la misión de proteger a sus compañeros. Su precisión salva incontables vidas en el campo de batalla y, a medida que se extienden sus hazañas, se gana el apodo de «Leyenda» entre sus compañeros, y «Al-Shaitan Ramad» (el demonio de Ramadi) entre los insurgentes iraquíes.
En Francotirador, la falta de crítica sobre la guerra en Irak perturba tanto como asombra. Son las visiones maniqueístas, estas posiciones de extrema derecha, las que saturan el aire de la sala con un intensa peste nacionalista y patriotera. Apenas abre, lo hace con dos lecciones paternales enseñadas a un joven Chris Kyle (Cole Konis):
- Cómo matar a un ciervo, y
- Que el mundo se compone de tres tipos de personas: las ovejas (personas que no pueden luchar), los lobos (los malos) y los pastores (aquellos que matan a la gente mala)
Entonces ocurre el desastre del 9 de septiembre, un Kyle adulto asume el papel de pastor -y como podemos suponer, de forma predeterminada, si no eres una oveja o un pastor, eres un lobo- y por consecuencia, los iraquíes son los lobos.
Hay dos formas de leer este filme. Desde el punto de vista técnico, donde sin duda fracasa en cualquiera de las seis categorías a las que fue nominado, y sin embargo, apenas este domingo vimos que recibió la estatuilla por Mejor Edición de Sonido, en lo que siento fue un atraco a Interestelar o a Birdman. Cualquiera de esas dos películas contaban con un trabajo casi impecable en el apartado mencionado, cosa que no destaca frecuentemente durante el filme, y que se cae en cualquiera de las escenas de acción, que más bien destacaron por ser tan caóticas que, en vez de representar el verdadero caos de la guerra, muestran un trabajo engorroso, como una plasta de todo un poco, para justificar el ruido en escenas donde debieron brillar más las voces de los actores de reparto o del mismo protagonista.
En cuanto a la actuación y el guión, no hay nada que justifique nominaciones a los Oscares, y el haber recibido tantas al final nos hace pensar en el fuerte trabajo de lobby que debieron hacer los representantes de Warner Bros. ante el jurado de la Academia. Porque el guión es inexacto y no refleja la actitud del verdadero Chris Kyle, porque nos vende personajes que no existieron dentro del libro, y porque mentirle a los espectadores sobre un asunto ocurrido, no está bien. Es una falta de respeto y de ética.
Las actuaciones en todo momento fueron planas, y no sintieron emociones verdaderas. No hubo conexión con los personajes o sus causas. Si acaso, llegamos a empatizar con los rebeldes, al tratar de entender su extremismo ante lo que sentimos como un verdadero allanamiento. Todo el rato, para decirlo brevemente, se nos presenta al antagonista real como un protagonista, pero no gana el protagonista real, que es lo que se esperaría de una historia con pies y cabeza. Nunca hubo un problema en toda la trama. Fue un «vini, vidi, mactabi» en toda la expresión de la palabra. Y finalmente, aunque el montaje es bastante decente, no llega al nivel de Black Hawk Down, y es más propio de una película regular.
En mi opinión, en Francotirador no hay una pizca de conciencia de que la participación de Estados Unidos en Irak podría haber sido ilegal y fue ciertamente catastrófica para los iraquíes. El enfoque de todo el filme es mostrar que cada iraquí, hombre, mujer o niño, podía tener la intención de asesinar a las tropas estadounidenses y, por lo tanto, eran merecedores de su destino, tanto al otro extremo del rifle de Kyle, como bajo las botas de los Estados Unidos de América.
No es necesario entrar a los méritos de una película tan completamente desprovista de verdad. La guerra de Irak se libró para el beneficio económico de las industrias del petróleo, el gas y la defensa. Irak no tenía armas de destrucción masiva, no era una amenaza para EEUU y no llegó a ser una democracia. El punto de esta película no es si es buena o no. Es un homenaje a algo malo y por lo tanto sus méritos, como una película, son irrelevantes. Recordemos el papel del francotirador alemán que había matado a más de 300 soldados estadounidenses en la película Bastardos Sin Gloria. ¿Cuál es la diferencia? Puro maniqueísmo, pura y llana propaganda para justificar y glorificar a un asesino de tantos seres humanos. Los norteamericanos llegaron como invasores a una nación que se consideraba libre y soberana.