Un drama de horror que muestra un linaje familiar envenenado, que va de lo cotidiano a un sentimiento invadido por una maldad indescriptible, al grado de sentir una escalofriante sensación que no podrás sacudir, El legado del Diablo es un nuevo hito de horror que pone una cara única y pocas veces vista en las cosas que se estrellan en tu ventana por la noche. Para que quede claro, este largometraje escrito y dirigido por Ari Aster está muy lejos de la tortura del porno actual de las películas serie B de terror. El cineasta de 31 años, conocido por cortometrajes tan potentes como Munchausen y The Strange Thing About the Johnsons, se acerca a lo sobrenatural como lo hizo en su momento Jennifer Kent en The Babadook y Robert Eggers en The Witch: dejando ver con ojo de artista para lo que hay debajo . 

El tema que Aster quiere explotar  es la familia. Annie Graham, interpretada por la gran Toni Collette en la cima de su interpretación, pasa menos tiempo en casa con su marido y sus hijos de lo que hace con su arte. Annie hace miniaturas, modelos de habitaciones y casas que parecen más intrincadas que su vida propia. Su inversión en la recreación de la casa en la que vive es terriblemente obsesiva, un intento de control que no tiene en la vida. Aster y su director de fotografía milagrosamente inventivo Pawel Pogorzelski comienzan la película con una amplia panorámica de esta casa de muñecas y luego entran y salen con tal complejidad que no podemos distinguir el arte de la realidad. 

 

La sensación de un mundo desequilibrado impregna la película. Nuestro equilibrio está sesgado desde el principio, ya que los Graham enfrentan una muerte en la familia. La madre de Annie, Ellen, había gobernado con un poder matriarcal que atraía a Charlie hacia ella, pero que alejaba a su propia hija. Ahora la tumba de la mujer fallecida ha sido profanada, la hija  esconde totems hechos de partes de animales en la casa del árbol de su patio trasero y todo para cerrar otra tragedia familiar, la cual desemboca en una extraña sesión espiritista que detona en una gran secuencia de temor y angustia, un revuelo de sentimientos que aborda cada situación y lo lleva a incomodar al espectador de una forma peculiar y sutil. 

Musicalmente es sublime, escucharás la partitura del saxofonista Colin Stetson en tus pesadillas, donde los efectos visuales del maestro de maquillaje y prótesis Steve Newburn también funcionan con su magia oscura. Aun así, El legad del Diablo logra tomar tenebroso control sobre nosotros, no a través de la sangre derramada, sino a través de la violencia de la mente. Nos da personas reales para contemplar, no los recortes de cartón y sonidos chillantes que utilizan los directores para sustos baratos. Aster insinúa que la disfunción familiar y una larga historia de inestabilidad mental pueden ser más peligrosas que cualquier posesión que un demonio pueda manejar. 

 

Pero es Collette, haciendo el desempeño de su carrera, quien nos lleva dentro del colapso de Annie en carne y espíritu, y destroza lo último que nos queda de los nervios. La cinta está plagada de provocaciones que seguramente te mantendrán despierto por las noches cuidando lo que quede de tu cabeza. 

Título original: Hereditary

Director: Ari Aster

Fecha de estreno: 7 de junio 2018

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