La relación entre director y actor es importante, y así como Tom Cruise ha encontrado con Christopher McQuarrie a su director en cintas como Jack Reacher y las últimas entregas de Misión Imposible, también Denzel Washington ha encontrado en Antoine Fuqua al director que le ha permitido mantenerse en la mira del cine comercial con cintas como Día de Entrenamiento, Los Siete Magníficos y El Justiciero. 

En el caso de esta última cinta, El Justiciero, que va por la línea que hemos visto en cintas como Taken o Jack Reacher, se apreció mucho por la forma tan ingeniosa de combinar tecnología, instrumentos de uso común y la sensación de un veterano de la marina que, siempre marcando el tiempo con su reloj, podía estar un paso adelante de aquellos que pudieran acabar con él o impedir que lograra sus objetivos. 

De ahí que, por primera vez en su carrera, Denzel Washington aceptó hacer una secuela, nuevamente de la mano de Fuqua, en la cual comparte créditos con Pedro Pascal, Ashton Sanders, Bill Pullman y Melissa Leo, entre otros actores. 

 

McCall te lleva seguro a tu destino pero también puede llevarte a tu destino final …

Tras los eventos de la primera cinta, Robert McCall intercala su trabajo de conductor con su labor como Equalizer (Justiciero), un hombre que ayuda a personas a resolver sus problemas, por más complicados que sean. Sin embargo, cuando alguien muy cercano a él es asesinado, hará todo lo posible para encontrar la manera de localizar a los responsables del crimen y hacerlos pagar por este. 

Y en medio de una trama tan simple, donde Fuqua sabe que no tiene mucha tela de donde cortar, nos damos cuenta que, pese a todo, estamos frente a una cinta con la cual podemos ir al cine, comer palomitas y, darnos cuenta que, pese a que si llena la triste regla de «segundas partes no son buenas», sabe entretener a su audiencia y mantenernos intrigados, pese a que su guion llega a ser bastante predecible. 

El simple hecho de hacernos notar en la sinopsis el macguffin puede hacernos perder interés en la historia, pero quienes no vieron la primera cinta, no necesitan ni siquiera una introducción para darnos cuenta de la fuerza que tiene la presencia de Washington interpretando a McCall y  que ya sabemos que todo será violencia y destrucción para sus adversarios en el momento que activa el cronómetro de su reloj digital. 

 

Esta es la primera secuela de Denzel Washington en su larga carrera.

De ahí que cuando adivinamos quién es el macguffin, pronto sentimos que lo demás es algo fácil de adivinar, que vemos a un Pedro Pascal que sigue en ese extraño cliché de interpretar al personaje pivote que amas u odias, pero que ya suena a repetición tras tres o cuatro cintas, de ver a Leo y a Pullman reinterpretando a personajes de la primera cinta y sintiendo pronto feo por ellos y que de pronto no es lo mismo estar motivado a vengar y redimir a una joven prostituta (primera cinta) que darle seguimiento a las aspiraciones de un artista callejero con tendencias vengativas. 

Si, en momentos parece que suena a más de lo mismo, pero el director sabe también acomodar momentos justo en los sentimientos de la audiencia, subtramas que nos dejan con el ojito húmedo al ver la resolución de la historia y que en cierto modo nos alivian del impresionante desenlace de la trama principal, como si hubiéramos visto el final de temporada de la serie original de El Justiciero (si, la película se basa ligeramente en esta serie policiaca de los ochenta). 

Hay que resaltar que Fuqua no escatima límites al mostrar la brutal forma en que McCall puede deshacerse de sus enemigos en frenéticas escenas de acción por momentos o incluso en oscuras, ingeniosas y sangrientas ejecuciones que, si, hacen resaltar que esta cinta no es precisamente para toda la familia. 

 

La pose asi, indica que El Justiciero te respalda bato…

Washington es cumplidor en su oficio y no se esfuerza demasiado para darnos a un personaje oscuro pero carismático, metódico pero, cuando tiene que darnos una gran escena artística, nos la da, que aún muestra química con Melissa Leo cuando se cruzan sus caminos y que es bastante creíble cuando hablamos de que tiene que cambiar sus emociones para bien de la escena. 

La mayor debilidad de la cinta es el hecho de que los villanos principales, pese a que tienen un tono de misterio, terminan siendo fácilmente revelados por la misma trama y, en cuestión de minutos parecen ser demasiado fáciles de derrotar, algo que contrasta mucho con la primera cinta de El Justiciero, donde darle seguimiento a las fechorías de la mafia rusa le daba un toque especial a pedir que conociéramos más de los enemigos de McCall y, aquí, terminan siendo solo conductores de un final que, si bien, espectacular, es predecible y hasta algo absurdo. 

De ahí que la parte que salva la película del aburrimiento es la post-producción que logra conjuntar las escenas de acción para darnos, en medio de un huracán, esa sensación de impotencia y nervios que causa el estar siendo perseguido por algo que no vez, y de ver que dicho huracán se estaba originando, que estaba siendo anunciado y que, el enemigo, en lugar de correr lejos de él, parece que hasta le puso un letrero de bienvenida. 

No, Fuqua no busca algo grande con esta película, tan solo entretener a la audiencia con una cinta que si deja a uno respirando hondo por momentos y palomeando sabrosamente en otros. El Justiciero 2 se acomoda perfectamente al ritmo veraniego de un público que no exige mucho en la trama pero si entretenimiento en la sala.