Sin duda, hemos visto el mismo tema varias veces, un hombre de pronto conoce a un niño(a) al cual tiene que cuidar y le ayuda a hacer que sienta amor por la criatura hasta que un evento adverso pone a prueba dicho cariño. Una historia que vimos el año pasado con Eugenio Derbez (No Se Aceptan Devoluciones) y mucho antes con Adam Sandler (Big Daddy), Mario Moreno «Cantinflas» (El Bolero de Raquel), entre otros actores, pero si hay alguien que lo contó primero fue Charles Chaplin en El Chico.

Esta cinta de 1921 nos pone a Chaplin interpretando nuevamente al Vagabundo, quien esta vez, por una serie de eventos inesperados, termina cuidando al hijo de una mujer en desgracia, al cual le dará todo su cariño y toda su malicia (pues será su socio en un negocio fraudulento que involucra ventanas) hasta que la mujer y la mala suerte del Vagabundo se enredan en un destino que no parece nada feliz.

La cinta contó con las actuaciones de Edna Purviance, una de las mayores colaboradoras de Chaplin en sus inicios, y Jackie Coogan, un pequeñito de seis años que logró ser el primer niño actor en alcanzar el estrellato y que, para sorpresa de los adultos de algunas generaciones posteriores, sería el Tío Lucas de la serie La Familia Addams en la década de los sesenta.

En cuanto a la trama, para muchos ojos modernos es el mismo chiste repetido que irónicamente nos puede volver a hacer reir y también llorar, en una historia bastante dulce pero bien ejecutada que tiene una corta duración (50 minutos), lo cual, debemos recordar, en el cine mudo era común.

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Chaplin, ingeniando cómo cuidar a un bebé y hacernos reir en el intento, antes de que otros comediantes lo hicieran años después.

Tomando en cuenta que Chaplin tuvo muchos problemas en la infancia por los problemas de salud de sus padres, que se reflejan en esta película (y que el director Richard Attenbourough reflejó en la cinta Chaplin con escenas inspiradas en El Chico), termina dando autenticidad al trabajo del mimo británico. Como dato curioso, una escena clave en la cinta requirió de la ayuda del padre de Coogan para que el chico pudiera expresar un tono sentimental que no lograba Chaplin en cámara.

Cabe mencionar que la cinta no tiene banda sonora propia, pues no existía aún el recurso de tener un canal de audio para los sonidos, algo que se agregaría en los años posteriores, así que la versión que verán en el cine tiene una banda adaptada a dicha cinta. Puede ser que también encuentren los recursos fotográficos un tanto malos, pero recuerden, en 1921 apenas el cine estaba mejorando sus técnicas y era natural que este tipo de errores se presentaran (como la clásica toma de ver a un personaje caminando y de pronto ya está varios pasos adelante).

Si apelamos entonces a la ingenuidad de los ojos nuevos al cine y no les molesta el no escuchar diálogos, podrán digerir esta cinta que garantiza, como dice el letrero inicial, «muchas risas y quizá alguna lágrima». No es la mejor cinta de Chaplin, reitero, pues carece de ese tono irónico con el que criticaba la pobreza o la política de la época, pero sigue siendo una cinta que apela bien a sus recursos cómicos y dramáticos para crear una pieza que ha sido referente a muchas otras cintas en los años posteriores.

Calificación: 8