Dioses de Egipto está basada en una de las más grandes culturas ancestrales de la humanidad. Sin embargo, no de los dioses más populares. Conocemos más de las historias extraordinarias de los dioses griegos, y los romanos, aunque a veces quedan en segundo lugar, los conocemos por su influencia en los nombres astrológicos, y el tercer lugar se disputa entre los dioses nórdicos, egipcios, aztecas, mayas y demás.
A pesar de esto, la cultura egipcia es inimaginablemente enigmática. Desde el simple hecho de desconocer el origen de las pirámides, las incontables referencias alienígenas, hasta llegar a los confines del inicio de los iluminatis, reptilianos y miles de misterios. Pero, aun así, una cultura muy allegada y real, puesto que existen pruebas físicas de su majestuosidad hoy en día. Y muchos egiptólogos, antiguos y recientes, que han descifrado códices y jeroglíficos con historias fascinantes.
Pero siento, que es ahí donde radica la magia de Egipto. Un lugar que pareciera tan lejano, tan distinto, tan mítico y surreal, pero al mismo tiempo totalmente real. Que sus enigmas opacan a su narrativa teológica de sus faraones-reyes-dioses, sus múltiples conflictos y extraños comportamientos.
Esta producción cinematográfica entra entonces a un tema muy difícil, contar lo poco antes contado en el cine. Y tratando de basarse en hechos “reales” que ninguna fuente ha sido capaz de comprobar.
Dioses de Egipto se centra en el famoso “Mito de Osiris”, el cual trata del asesinato del dios Osiris, un rey primitivo egipcio, a manos de su hermano el dios Seth, quien usurpa su trono y sus consecuencias. Y cómo en un principio Horus, hijo de Osiris e Isis, un niño vulnerable ante la muerte de su padre, con el tiempo se vuelve en el rival de Seth. Horus cobra venganza, restablece el orden en Egipto y completa el proceso de resurrección de Osiris. Claramente, un mito egipcio esencial de la concepción de reino y sucesión, conflicto entre el orden y desorden, y entre la muerte y el más allá. Un mito muy importante en la religión del Antiguo Egipto.
Pero, como es costumbre, y de entrada un tema con diferentes vertientes, incluso entre los egiptólogos, llega Hollywood, se reinventa cuentos e historias, las salpica con producciones millonarias muy lejanas de la narrativa original, y en épocas actuales las adereza con toneladas de píxeles, efectos especiales y exagerados ambientes 3D.
Dioses de Egipto, trata de aprovechar todo lo que antes no se contó y juntarlo, contarlo apresuradamente y aprovechar “amarrarlo” para que nadie más lo copie. En ésta ocasión vemos una extraña unión entre dioses y mortales que se embarcan en un viaje largo (quizá un tanto muy largo) en una especie de Comunidad del Anillo. Pero contrario a la química de la unión de las fantasiosas criaturas de Tolkien, aquí solo vemos a un pobre humano, quien a veces muestra más fuerza, habilidad, entereza y poderes que un propio dios, junto con un trío de dioses medianamente interesantes.
Y todavía, si queremos agregar a esta polémica en Hollywood sobre la falta de diversidad y los repartos de gente blanca, podemos agregar a la lista a éstos representantes de las tierras de Egipto: Gerard Butler de Escocia, Nikolaj Coster-Waldau de Dinamarca; Brenton Thwaites, Geoffrey Rush y Courtney Eaton de Australia. Con los únicos dos actores de piel distinta, Chadwick Boseman, un americano de piel oscura y Élodie Yung, quien, aunque francesa, es de piel trigueña.
No se trata de ser extremadamente puristas, que siempre y únicamente se “castéen” actores de la nación que se representa, sino dar oportunidad a que la representación sea más fiel, íntegra y completa, más allá de solo pintarrajear de bronceador falso a actores de renombre.
Dioses de Egipto se toma muchas libertades “hollywoodenses” en la narrativa y construcción de personajes. Los dioses son humanoides doblemente más altos que un humano, y en lugar de aprovechar técnicas probadas de perspectiva, abusa del CGI muy al estilo cinema de videojuego. Dota de armaduras doradas a los dioses griegos, muy desangeladas, y faltándoles quizá más inspiración de las usadas por Los Caballeros del Zodiaco. Y la única decisión que me pareció visualmente muy atractiva, que la sangre de los dioses sea dorada, es usada en 2 o 3 ocasiones máximo y desaprovechado.
En actuación vemos lo que ya hemos visto de éstos actores, sin realmente lograr destacar o brindar una actuación realmente buena. Un Gerard Butler como un Rey Leónidas, de 300, pero villano, al cual sólo le faltó su punch line de “THIS IS… EGYPT”. Nikolaj Coster-Waldau como el mismo rey con conflictos, Jaime Lannister de Game of Thrones. Un pobre Brenton Thwaites, sacudiéndose su papel de Príncipe Felipe de Maléfica, con más profundidad que el personaje principal, pero con uno de los peores trabajos de pelo artificial. Y un Geoffrey Rush sumamente desaprovechado, como un dios, protector del mundo, increíblemente anciano (con problemas de maquillaje) y poderes inconmensurables.
Una película 100% sostenida por sus efectos especiales. Por contar con más pantallas verdes (o azules) que Gravity. Y con un 3D increíblemente profundo. Que en algunos puntos puede ser algo mareador y sobre exagerado, pero al fin y al cabo “3D flick”.
No es una película de la cual se esperaba mucho, de todos modos, daba esa misma impresión desde los cortos. Es sólo para disfrutar, para aprovechar en salas con macro pantallas, 3D o 4D, con efectazos, luces, bombazos, fuego, trancazos… y llevarse un tambo grande de palomitas (para que te duren las 2hrs 7 min) y el refresco o agua de tu preferencia.
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