Continuamos con este ciclo de reseñas sobre las películas dirigidas por Stanley Kubrick que se exhibirán en la cadena Cinépolis durante el mes de agosto.

En esta ocasión nos vamos a 1987, donde tenemos Cara de Guerra (Full Metal Jacket), una cinta militar, la cual tiene las actuaciones de Matthew Modine (Stranger Things), Vincent D´Onofrio (Daredevil), R. Lee Erney (Toy Story) y Adam Baldwin (Gente Ordinaria).

La cinta nos relata las experiencias de dos soldados que acuden a la Guerra de Vietnam, desde el duro entrenamiento básico hasta el retrato de una guerra que parece desigual, ventajosa para los que la ven fuera de Vietnam y terrible para aquellos que están dentro del campo de batalla.

Estábamos en una época donde los sobrevivientes de la Guerra de Vietnam comenzaron a contar muchos relatos y experiencias de una guerra que sesgó la juventud de muchos soldados, algo que comenzó con El Francotirador de Michael Cimino o Apocalipsis Ahora (1979) de Francis Ford Coppola de manera masiva y que pronto tuvieron continuación en otras cintas de la época como Pelotón (1986) de Oliver Stone y siguió con cintas como Pecados de Guerra de Brian de Palma (1989) y Nacido el Cuatro de Julio del propio Stone (1989), todo mundo decía algo de la guerra, hasta Forrest Gump (1994) tuvo su momento en dicha guerra.

Si asi está el entrenamiento, ¡cómo estará la guerra!

Kubrick decide tomar como base para su película una novela llamada The Short-Timers, escrita por el soldado Gustav Hasford, el cual relata, con algunas libertades creativas, sus años en la Guerra de Vietnam y quien intentó extenderlo en dos novelas más, pero la diabetes acabó con la vida de Hasford en 1993.

En esta película vemos dos caras distintas del mismo director, en la primera parte, basada en el segmento «El Espíritu de la Bayoneta», vemos una historia brutal, un duro entrenamiento donde destaca el personaje de R. Lee Erney, quien, para obtener el papel, se grabó gritándole a un grupo de soldados una gran cantidad de insultos y frases para bajarle la moral a cualquiera, lo cual funcionó tan bien que Kubrick sabía que tenía a ese sargento gritón y prepotente que necesitaba, una actuación formidable de principio a fin, la cual incluso le dió una nominación al Globo de Oro y sería el papel que le daría trabajo por el resto de su vida, igual para películas animadas como Toy Story o para series documentales como Call Mall.

Pero como siempre hay un antagonista y en este caso es el de un soldado llamado Leonard Lawrence, apodado Gomer Pyle (un personaje de El Show de Andy Griffith), quien sufre una transformación completa durante la historia, pues vemos que este regordete soldado es incapaz de completar sus ejercicios, lo cual provoca que sea víctima de bullying por sus compañeros, pero, cuando comienzan a notarse sus habilidades con el rifle y su gesto cambia dramáticamente, nos damos cuenta que algo horrible va a ocurrir y, créanme, Vincent D´Onofrio da una de sus mejores actuaciones, quizá opacado por el rígido y prepotente Erney, sin que supiéramos de la versatilidad que le podría dar a sus personajes, con decir que tuvo que bajar de peso y ponerse musculoso para Aventuras de una Niñera, filmada pocos meses después y de ahí su lista de películas y personajes han ido creciendo en número y versatilidad.

R. Lee Erney haciendo el papel de su vida.

Para cuando termina la primera parte, estamos dispuestos a ver algo tan brutal como Pelotón (si asi estuvo el entrenamiento, cómo estará la guerra) y es entonces cuando vemos que el genio de Kubrick de pronto deja de lucir, y no estamos hablando de que la segunda parte sea tan mala, simplemente la forma en que Kubrick termina revolviendo la segunda y tercera parte de la novela en una historia hace que de pronto andemos viendo algo que en momentos parece un satírico documental de guerra (que básicamente se resume en las tomas de los diferentes soldados que acompañan al protagonista) y en momentos un concierto inconstante de explosiones y balazos, con algunos muertos y heridos en el proceso, todo eso filmado en locaciones en Inglaterra que se tuvieron que adaptar a la fuerza para parecer Vietnam, dada la negativa de Kubrick de considerar sets de filmación en Estados Unidos.

Cuando vemos al personaje principal, «Joker» Davis (Modine), caminar al inicio de la segunda parte nos damos cuenta que es un sarcasmo con piernas, en su casco un letrero que dice «Nacido para Matar» y en su cuello un signo de Amor y Paz, del que no puede dar razón y Modine en la mayor parte de la cinta es un personaje sumamente pasivo, alguien que solo es testigo de los eventos que ocurren alrededor de él, como el reportero de guerra que pretende ser al inicio, quien va husmeando para conocer a los diferentes soldados que le acompañan: su fotógrafo, el tipo de la metralleta del helicóptero quien al ritmo de «Surfing Bird» ve el dispararle al enemigo como si fuera un juego con puntos y todo (capaz y regreso a Estados Unidos para programar videojuegos) o la prostituta que inventa palabras raras para convencer a un posible cliente de que le haga «boom-boom».

Y de ahí pasamos a ese segmento donde los soldados buscan a un francotirador, donde pronto nos damos cuenta que por más dura que estuvo la preparación, la guerra no es un juego, que va a haber gente herida en la batalla y posiblemente algunos muertos, quizá algunos más cercanos que otros, pero ahí pronto se nota la sensación de que la historia es bastante unilateral y cuando llegamos al desenlace de dicha historia notamos una sensación de vacío, una que se remata con una secuencia de soldados marchando al son del tema del Club de Mickey Mouse.

Vincent D´Onofrio mostrando su versatilidad desde muy joven

Era claro que Kubrick intentó dar su retrato de la Guerra de Vietnam y si bien no quiso arriesgar el físico como pasó con Francis Ford Coppola, estaba claro que esa decisión limitó mucho su creatividad en la cuestión de los escenarios (la selva era el jardín de su casa con muchas palmeras plantadas en el camino) y si bien su fotografía, cámara en mano, ayuda a evitar que estos detalles salieran a la luz, le dió muchas complicaciones para cerrar bien la narrativa en dicha cinta. Pero estaba claro que Kubrick no pudo retratar a la perfección los horrores de la guerra como lo lograría Oliver Stone dos años antes con Pelotón.

De ahí también tenemos la banda sonora, la cual continuó la desviación que había tomado desde El Resplandor, donde sustituyó la música clásica por tonos modernos de sintetizador, los cuales, para Cara de Guerra, fueron compuestos por su hija Vivian y de ahí Kubrick agregó varias canciones que fueron éxitos en la era de la guerra, como la ya mencionada Surfing Bird, asi como Marine´s Hymn, These Boots are Made for Walking o incluso Paint it Black (además de escuchar Mrs. Robinson en el tráiler).

¿Hacemos boom-boom? No, el ejercito no tiene planeado tirar napalm en Saigon.

Cara de Guerra ya daba por sentado que los mejores años de Kubrick habían pasado y si bien es inevitable ver la excelsa primera parte de la cinta, la segunda si se torna menos memorable. Pese a ello, podemos afirmar que su libreto fue bastante fiel a la novela original y le valió una nominación al Oscar a Mejor Libreto Adaptado y algunos reconocimientos a dirección y sonido en varios países del mundo. Si quisiera ponerle una frase a esta cinta, sería recomendarla para aquellos que quieran explorar sin temor a sentirse heridos de sus susceptibilidades políticas en medio de dicha guerra.

[marstheme_review post_id=»141126″]