Antes que nada, hay que comentar que esta reseña es de una película que solamente saldrá en algunas salas de cine de la Cadena Cinépolis en los próximos días y, dada la antigüedad de la película, también pueden acceder a ella en su tienda favorita.

Stanley Kubrick es para muchos uno de los directores más influyentes del cine contemporáneo, sus películas tuvieron diferentes tonos, en algunos invitó a la provocación como fue el caso de Lolita, en otros ver con mucho sarcasmo la situación política del momento como ocurrió con Dr. Strangelove y también nos invitó a ver diferentes visiones del futuro, intentar nuevos experimentos fotográficos o generar terror en elementos minimalistas.

De las seis cintas que estaremos explorando este mes, las seis últimas que hizo en su carrera, comienza el ciclo con Barry Lyndon, de éstas , una de las que tuvo más nominaciones, ganando el BAFTA a Mejor Dirección y cuatro Oscares, destacando Mejor Fotografía, pero, por el lado contrario, la que es menos querida de su filmografía.

Ryan O’Neal y Marisa Berenson interpretan a Barry y Lady Lyndon

Protagonizada por Ryan O´Neal (Love Story), Marisa Berenson (Cabaret), Patrick McGee (Naranja Mecánica) y Hardy Kruger (Flight of the Phoenix), Barry Lyndon se basa en la novela La Suerte de Barry Lyndon de William Makepeace Tackeray adaptado a guion por el propio Kubrick.

Raymond Barry es un irlandés que, tras un desafortunado incidente amoroso, es obligado a unirse al Ejército Británico y, tras una serie de incidentes, termina convirtiéndose en un pícaro que busca la oportunidad de obtener una vida cómoda y holgada al comenzar a cortejar a una viuda rica, Lady Lyndon, sin pensar en las consecuencias que sus actos irresponsables le acarrearán.

Al momento que esta cinta se estrenó, Kubrick enfrentaba todavía las consecuencias que su cinta anterior, Naranja Mecánica, le había acarreado, al ser una cinta que retrataba a la perfección a una sociedad sumida en la violencia y el sexo. Es entonces que Barry Lyndon era un proyecto arriesgado, no tanto por esperar que Kubrick intentara repetir alguna fórmula sino porque la temática, que implicaba volver a una época pasada contrastaba con el futuro impresionante de Odisea del Espacio y el futuro anárquico de Naranja Mecánica, ¿era capaz Kubrick de lograr algo distinto?

Si bien son exquisitos los colores de las tomas en exteriores…

Es entonces que pernoctamos en un acto teatral de tres horas, si, la cinta dura ese tiempo e incluso está dividida en dos actos para que el público de la época considerara un intermedio de 10 o 15 minutos para que pudiera salir de la sala y atendiera sus necesidades antes de continuar, quizá los cinéfilos de ahora veamos la duración como algo tortuoso, y es entonces que debemos armarnos de algo de paciencia, pues la narrativa en esta cinta es pausada, tranquila, pero bien retratada en la fotografía de John Alcott.

Y si hay algo que nos obliga a subrayar la película, es precisamente el trabajo de Alcott quien sabe destacar en todo momento en la película, tanto en las tomas abiertas como la que se da en el duelo o en las batallas de los ejércitos, con un excelente trabajo con la iluminación natural o las ambiciosas tomas en espacios interiores, donde  el camarógrafo utilizó lentes ultra rápidos que pudieran captar la luz natural o aquella que se pudiera lograr con encender velas, lo cual daba un efecto similar a las pinturas de la época donde ocurre esta historia.

Esto no hubiera funcionado sin un excelente trabajo en la dirección de arte, especialmente en las escenas filmadas en la mansión Powerscourt House, que curiosamente se perdió en un incendio y la filmación de las escenas en este lugar marcaron un testimonio de cómo pudo ser ese lugar en mejores épocas. Definitivamente el ambicioso proyecto nos hacía sentir que realmente estábamos jugando póquer u otros juegos de cartas con los personajes de la cinta en esa época y no en un mal intento de escenario del siglo XX.

…las tomas en espacios cerrados y oscuros son fascinantes.

Y el otro apartado que debemos considerar es la música. Si Odisea del Espacio se agarró de Strauss y Naranja Mecánica de Beethoven, Kubrick decide combinar la música de Johann Sebastian Bach y George Handel para darnos una atmósfera digna de la época, especialmente el uso de una canción, Sarabanda, la cual marca el inicio y el fin de la película, apareciendo en diferentes momentos de la película, y tocada de modo que imprimiera un tono de fatalidad a la historia.

¿Fatalidad? Sí, hay bastante de ella, y el retrato que nos da Kubrick de Barry Lyndon es de un auténtico antihéroe, de un tramposo, un mentiroso, un cobarde, quien, no obstante, sabe sacar lo mejor que tiene para salir bien librado en las desventuras que logran sus ambiciones de juventud y se alía con los elementos correctos para lograr lo que quiere, pero como buen criminal, Lyndon tampoco estará exento de la fatalidad de enfrentar sus consecuencias.  Sin mucho diálogo pero gran constancia, Ryan O´Neal logra retratar a Lyndon correctamente y sin duda veremos cómo es capaz de robar el corazón de una dama con mucha facilidad en el primer acto y de romperlo en el segundo acto con tan solo tres fumadas.

Y atrás del relato tenemos la omnipresente voz de un narrador que nos ayuda a mantenernos concentrados en esta complicada historia a través de la irónica pero sincera voz de Michael Hodgen, quien nos ayuda a empezar a rascar los diferentes momentos de la historia, aún antes de que la escena comience, algo que podríamos ver fácilmente en la voz del adulto Kevin en la serie  Los Años Maravillosos años después.

Salvo el personaje titular, el resto del elenco no tiene posiciones tan importantes pero influyen mucho en la trama.

Si bien el resto del cuerpo de actores saben complementar bien, destaca por ver a Patrick McGee, el escritor atormentado de Naranja Mecánica, quien se convierte en el mentor de Lyndon en esta historia, un hombre maquillado al punto de la exageración, con un carisma que Lyndon quiere tener y una presencia breve pero que nos hace notar que McGee supo sentar bien su posición y que olvidáramos esa cara traumada de la cinta anterior.

Y como ocurre con McGee, todos los personajes que aparecen en la historia, salvo la madre de Barry (Marie Kean) y Lady Lyndon (Marisa Berenson), son personajes ocasionales, que tienen dos o tres escenas y se van, como el hijo de Lady Lyndon o el hijo común de los Lyndon, cada uno influyendo en la historia, cada uno poniendo su granito de arena para trazar el largo camino de la vida de Barry, y si bien, es una sucesión de actores que no trascendieron tras esta película, no podemos negar la influencia de cada uno de sus personajes durante la trama.

Patrick McGee nos hace olvidarnos de su personaje de Naranja Mecanica…

Ya con todos estos comentarios plasmados, solo quedaría preguntar por qué debemos revisitar en el cine una película que tiene más de 31 años, que pudiera verse algo vieja para los gustos actuales, que dura demasiado para considerar la visita a la sala de cine y que, encima tiene una historia pausada que cuesta trabajo seguirle el paso.

Porque Barry Lyndon no es una cinta común, a diferencia de otras cintas de Kubrick, esta cinta es una obra de arte, un retrato casi perfecto de la sociedad europea de la época referida en la historia, donde casi nos invita a cambiarnos de ropa y buscar algo en el ambicioso vestuario de Milena Caronero para poder acompañar a Lyndon y a sus rivales en la mesa y jugar a las cartas, a sentir realmente que Kubrick supo meternos en el contexto de su película gracias a los aspectos técnicos y al trabajo de dirección. En pocas palabras, una pieza de cine de arte que no se debe evitar por ninguna razón.

Fecha de exhibición: 10, 11 y 12 de agosto.

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