La emoción que llega a causar la música de Final Fantasy es bastante grande, el emblemático trabajo de Nobuo Uematsu y demás músicos de la serie es sin duda uno de los más icónicos que hay. Debido a esto, el evento de Distant Worlds sin duda iba a tener que llenar grandes expectativas de los fans de la serie que fueron a presenciar la música, a Uematsu y a sus recuerdos de la infancia.
Yo pensé que Uematsu iba a estar en la orquesta similar a como Koji Kondo llego a tocar el piano en vivo en algunos conciertos de la Symphony of the Goddesses, pero finalmente vino como espectador junto con otro miembro de Square Enix que vino directo de Japón. A pesar de esta ligera decepción, estuvo excelente el trabajo de Arnie Roth al hablar con conocimiento de lo que interpretaba él y la orquesta sinfónica nacional.
La mayoría de los temas que tocaron eran, curiosamente, de Final Fantasy VIII, una decisión cuestionable debido a que no es tan popular en México como si lo es el VI y las entregas mas recientes. Las únicas entregas que hicieron falta fueron la primera, segunda y tercera entrega de la serie, también Tactics pero ésta no es parte de la línea principal.
Con temas como The Man with the Machine Gun, Zanarkand, Bombing Mission, Theme of Love y muchos más; el publico se emocionó (y a veces aplaudió de más, cosa que es falta de educación, aunque no al nivel del primer concierto de Zelda en la ciudad de México o en Guadalajara), rió con el tema de los Chocobos o se conmovió con la Opera de María y Draco y One-Winged Angel. Algo que me gustó mucho fue que la interpretación de las piezas, a diferencia del primer concierto de Zelda, fueron tocadas sin salirse de tiempo o con breves momentos en los que estaban desafinados. Siento que en general la sinfónica nacional tocó con una perfección increíble y envidiable.
Concluyo diciendo que este concierto fue excelente, no tengo realmente una queja al respecto, todo el tiempo hubo profesionalismo de parte de todos y se pasó un buen rato. No creó que veamos una segunda fecha ya que no se llenó ni remotamente el Auditorio Nacional como sí pasó en Symphony of the Goddesses. Para los que se lo perdieron, simpatizo con su posible tristeza ya que sí valió la pena a pesar de cosas que pudieron hacer que alguien no fuera (como hacerlo el miércoles y no el viernes/sábado, que ya era de noche cuando termino, etc.).