Final Fantasy es una gran franquicia cuyos lanzamientos casi siempre han sido sinónimo de éxito, cada uno de los cuales en cierto grado, desde el primero que hizo su aparición en 1987 hasta el más reciente, Final Fantasy XIV, que fue lanzado primero en PC, en 2010, y que vio su aparición en las consolas de Sony varios años después. En ese intervalo, SQUARE ENIX cambió su política referente a las exclusividades, y desde 2013 ha estado relanzando varios de sus juegos a la PC por medio de Steam. Ahora tocó el turno a Final Fantasy IX, aquel emblemático título del año 2000 que llegó únicamente a la Playstation, y que este año ha sido lanzado en Android, iOS y Windows.

Tuve la oportunidad de jugar este port remasterizado, y no pretendo calificar el juego de la forma en que se haría como con un nuevo lanzamiento, porque eso sería pretencioso de mi parte. Final Fantasy IX se ha ganado a pulso una de las altas calificaciones que se le ha dado a cualquier juego de la franquicia, así que siendo una remasterización me centraré en detalles como interfaz, gráficos y sonido/musicalización. La dinámica que otorga el juego ya ha sido largamente discutida y, su jugabilidad, aplaudida por multitud de medios especializados. También les platicaré, al final, sobre la experiencia que he tenido como jugador experimentado y les ofreceré mis conclusiones. Continuemos…

Con FFIX en PC, regresa la oportunidad de revivir a uno de los grandes clásicos de la consola Playstation. Con todo y los detestables tiempos de carga…

Lo primero que notamos en cuanto entramos a la pantalla de juego son los inusuales bordes laterales, tal como si estuviéramos viendo un gameplay capturado originalmente desde la Playstation. Sí, el juego pertenece a esa época en la que los monitores de formato widescreen no eran usuales. Es más, recuerdo que las pantallas de formato amplio no se pusieron de moda hasta el 2008 o 2009. Antes se ocupaban monitores CRT. Sin duda, el ver el juego con esta restricción nos transporta con nostalgia a aquella época. Lo segundo que notamos es la mejora sustancial en la interfaz, que ahora ocupa varios elementos -sobre todo fuentes e imágenes- que se ven bien en alta resolución. Lo mismo ocurre en el caso de los textos de diálogo.

Sin embargo, en cuanto comenzamos el juego, entra el desagradable contraste de algo que podríamos calificar como una remasterización a medias. Sí, los personajes han sido mejorados, no cabe duda; pero enseguida nos damos cuenta que los escenarios -a excepción de unos pocos elementos- se ven muy pixelados. Es como si jugáramos con una versión relativamente mejorada, cercana en calidad a lo que podríamos encontrar en títulos de la Playstation 2. Es claro que no le podemos pedir demasiado a un juego tan viejo, pero siendo una remasterización, en mi opinión debieron trabajar este aspecto, que a final de cuentas baja bastante la calidad general del título en el aspecto gráfico.

Tres cosas fallan en esta remasterización: los feos bordes laterales, los escenarios en baja calidad y la ausencia de personalización de controles y otros aspectos dentro del juego.
Tres cosas fallan en esta remasterización: los feos bordes laterales, los escenarios en baja calidad y la ausencia de personalización de controles y otros aspectos dentro del juego. Aún así, por el precio del mismo, vale la pena agregarlo a nuestra colección personal de videojuegos en Steam.

Siendo justos, no todo es mediocre -en el correcto sentido de la palabra-, pues la música y la sonorización del juego son las que se esperarían de un juego de la franquicia y, evidentemente mejorada gracias al hardware de nueva generación. Con esto no digo que dudo que se hubiera podido escuchar igual de bien en una PC de aquella época, porque buenas tarjetas de sonido han habido desde entonces, y tampoco es que estemos escuchando un track grabado por una orquesta sinfónica. No, se trata sólo de esas buenas tonadas que la computadora interpreta de una partitura MIDI. Claro que dependerá de cada cual, según el chipset, la experiencia que tenga desde el punto de vista melómano. Lo que sí puedo afirmar es que se escucha mejor que si emuláramos el juego.

En cuanto a la jugabilidad en PC, no me agrado la falta de elementos a personalizar, sobre todo en el caso de los controles. Este port de Final Fantasy IX carece de lo esencial en cuanto a personalización: no se le puede subir o bajar el volumen general, no se puede elegir la calidad de los escenarios -¿será porque sólo hay una calidad?-, o tener una opción para jugar el juego sin todas esas mejoras visuales, sólo para volver al retrogaming. No, simplemente no hay opciones. Y de ello, lo peor es el caso del mapeo de los botones que, en mi experiencia, resultó incómoda.

Empero, hay una característica que aplaudo: tener la posibilidad de guardar nuestras partidas en la nube. Sí, lo que antes no era posible, ahora se agradece, pues si por alguna circunstancia debemos borrar el disco duro, tan sólo nos bastará bajar la partida que hemos salvado.

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De FFIX nos quedan la original historia, el regreso al sistema de profesiones clásico, así como el motor ATB y su preponderante carácter táctico. Y claro, algunos de los personajes son adorables, como Vivi. ¿Quién que jugó este título hace dieciséis años no amó a Vivi?

Como lo dije al principio, mi objetivo no es calificar la experiencia que nos da FFIX por su historia. Si ese fuera el objetivo, ya les digo yo que se lleva un diez, y no por lo que digan los medios sino porque me ha divertido bastante y me ha mantenido interesado todo el tiempo que lo he jugado -aunque quejándome de los controles de vez en cuando-. Esta remasterización deja algunas cosas que desear, como una mejora superior a la entregada en gráficos y musicalización, tal vez un poco más épica para celebrar que han pasado más de 15 años y sigue siendo un gran juego, y mayor personalización en los controles, para no estar repitiendo escenas porque no lo has hecho lo bien que pudiste si no fuera porque todas las teclas están apiladas en una sola región del teclado.

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