La semana pasada platicábamos de una película de pareja que sigue los mensajes de su hijo para verlo en El Valle del Amor, una cinta francesa filmada en Estados Unidos que concluimos que su guión nos dejó un tanto confundidos. Esta semana y, no se si porque las estrellas se juntaron, fue una coincidencia o por pura suerte, nos toca reseñar otra película con una temática un tanto similar, pero que Guissepe Tornatore, el director italiano que logró la fama con esa poesía fílmica llamada Cinema Paradiso, viene a abordar en Te Amaré Por Siempre (Correspondence), una cinta que tiene las actuaciones de Olga Kurylenko (007: Quantum) y Jeremy Irons (Relaciones Peligrosas). Pero de alguna manera debo corregir un poco, si, Olga Kurylenko es la protagonista, y el otro protagonista es la tecnología moderna, que viene representada en un teléfono celular, dos laptops y una cámara de vídeo que constantemente mostrarán la cara de Irons.

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…y con cartas y Whatsapp solo le hablaba y no podía decirle cuanto le gustaba…

La cinta nos platica de una pareja que esta muy enamorada: Amy Ryan, una estudiante de astronomía que paga las cuentas siendo doble en películas de acción y Ed Phoerum, un profesor de astrofísica, sostienen una apasionada relación por un buen tiempo. Uno de esos días Amy recibe varios mensajes, no sabemos si por coincidencia, si fueron las estrellas o pura suerte (perdonen la repetición, cuando vean la cinta entenderán), que le ayudan a seguir adelante con su vida, todas enviadas por Ed, pero hay un detalle que afectará dicha relación. Si leyeron la reseña que menciono, entonces ya sabrán ese detalle, pero se los dejaré de tarea.

La historia de este filme muestra una temática que ya hemos visto en otros dramas románticos, donde tenemos que abordar el tema del profundo enamoramiento y la contemplación de ese sentimiento cuando esta cerca ese día al que no queremos llegar. Sin duda, la selección del tema es lo que a Tornatore le ha afectado con las críticas, quizá en el aspecto de tomar una historia que si bien, sabe enganchar sentimentalmente al público, ya hemos visto antes.

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Olga Kurylenko tiene problemas para sostener la película, pues digamos que es Olga y su celular, Olga y su laptop, Olga y sus cartas, etc.

Quizá no en el formato que propone Tornatore, al utilizar todos los argumentos para sostener la relación en base a lo que tenemos actualmente en tecnología (cabe mencionar que algunos medios son un tanto anticuados), pero esta claro que ya no podemos ignorar que con cámaras, computadoras, mensajería e incluso un poco de hacking podemos mantener con vida el espíritu de algo que, probablemente, solo sobreviviría con unas cuantas cartas (me dejó con curiosidad qué debió programar el personaje para cierto mensaje importante en el filme, pero quede en ascuas con ese detalle).

La historia se parte en cuatro partes, un romántico prólogo, una primera parte triste y envolvente, que para mi, es lo mejor que da la película, una segunda parte que cae un poco en la monotonía, una búsqueda que parece no ir a ningún lado y termina uno pensando si es la misma película que vimos al principio y una tercera parte con una conclusión conmovedora, pero que Tornatore decidió alargar demasiado para angustia de los cinéfilos.

El gran problema con dicha segunda parte pesa mucho en Olga Kurylenko. Definitivamente, los mejores momentos los da cuando aparece Jeremy Irons «literalmente» en pantalla y se ve claro que hay química hasta cuando están en videoconferencia, el problema es cuando ella está sola y sus expresiones físicas y emocionales son muy limitadas y realmente no podemos percibir por momentos la angustia y ansiedad por la que pasa su personaje, de hecho, un momento clave en la película, que explica muchos detalles de su personaje, se pierden con las expresiones de tristeza que parecen limitarse más a abrir la boca de manera histérica a mostrar realmente un gesto de sufrimiento.

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Cuando te das cuenta que tienes el cuerpo perfecto para salir en un museo…

Si, Kurylenko tiene un lindo cuerpo que presume en varias escenas, pero esta muy claro que no tiene el suficiente talento para hacer dramas de este estilo. Jeremy Irons, en tanto, logra darle el suficiente peso emocional al filme, para incluso manipularnos en la trama y ver con interés ese proceso que sigue para sostener la relación, cabe mencionar que nos dejará con mucha curiosidad sobre varios términos científicos de astrofísica e incluso de medicina, aunque deja uno que otro cabo suelto, su personaje sostiene, aún cuando está más tiempo en la pantalla de una computadora, el interés por continuar viendo el filme.

Otros dos aspectos debo subrayar de esta película, la hermosa fotografía que quedó a cargo de Fabio Zamarron, que retrata muy bien los diferentes lugares de Escocia, Inglaterra e Italia donde se da la filmación y la música que quedó a cargo del legendario Ennio Morricone que, pese a no tener que llegar a los niveles épicos de los spaghetti western, logra dar ese fondo musical sentimental para que ese heladito de vainilla nos haga llegar hasta las lágrimas.

Está claro que lo mejor que nos dio Tornatore en su carrera estuvo en las dos décadas anteriores y que un cine tan convencional no está en su área de confort. Pero no se sientan decepcionados, es una cinta que tiene congruencia en su trama y una excelente opción para ver en pareja (si, si están solteros, compren helado de vainilla y unos pañuelos desechables), no estará mucho tiempo en cartelera, si la consideran, apresúrense a verla.

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