A cada quien le ha afectado de forma distinta la trilogía original de la saga de Star Wars. Hay quienes consideran el Episodio IV es el mejor por ser el de apertura, en el cual se presentan a la mayoría de los personajes que se volverían famosos ipso facto; otros prefieren el Episodio VI, pues no haber mejor cierre para la historia de los rebeldes contra el imperio. Sin embargo, para mí la mejor película de la saga es Star Wars: Episodio V – El Imperio Contraataca. Hay varias razones de peso que me permiten justificar lo dicho. Advierto que habrán spoilers. Comencemos…
Esta historia nos presenta a una Alianza Rebelde que debe recurrir por entero a la defensa, pues el Imperio está decidido a exterminarlos. Los vemos refugiándose en el planeta helado Hoth, en donde después de un tiempo tendrán una batalla que se volvería legendaria en la cultura pop, con los emblemáticos AT-AT y los snowtroopers. Será la primera gran derrota del movimiento, aunque justo en el centro de estos eventos, Luke tiene una visión que lo dirige al planeta Dagobah, en donde deberá buscar a Yoda, el último maestro Jedi, para continuar con su entrenamiento.
A partir de este punto, la historia se divide en tres destinos: uno, el que seguirá nuestro héroe, dos, el que lleva a los rebeldes a Dantooine, y tres, el que siguen Leia, Han Solo, Chewbacca y C3PO, después de que el Halcón Milenario resultara dañado por la flota imperial. Cada cual deberá afrontar diferentes peligros, aunque cabe mencionar que las escenas de acción en esta parte de la historia se van del lado de la tripulación del Halcón Milenario, quienes después de una maniobra de evasión apenas efectiva, escapan a Bespin para reunirse con Lando Calrissian, un viejo amigo de Han Solo. Acá es donde se dan los giros de toda esta historia, que convertirán al filme en uno de los más emblemáticos del cine universal.
Una de las principales razones por la que considero que El Imperio Contraataca es la mejor película de la primera trilogía, son precisamente los giros argumentales que llevan a Luke a un estado de estrés extremo. No sólo debe entrenarse como un Jedi, sino enfrentar a la fuerza en toda su magnificencia. En Dagobah, afronta sus miedos mientras es instruido por el maestro Yoda, por ejemplo. Es la primera vez que veremos a Luke tentado por el lado oscuro, pues sus emociones se disparan hacia el odio. También será la primera vez que veremos a un Darth Vader dubitativo, sin deseos de eliminar al hijo que pensaba perdido y más tendiente a integrarlo al Imperio, al intentar tentarlo con el entrenamiento en el lado oscuro de la fuerza. Esas escenas, en particular, nos dicen mucho sobre el futuro de los personajes, y nos ayudarán a centrarnos sólo en dos en la última entrega: el villano y el héroe. Esta es la anagnórisis por excelencia.
Podría hablar de los actores y sus interpretaciones, de la fenomenal escenografía, del magnífico soundtrack que destaca por la Marcha Imperial, pero creo que me quedaría corto en palabras para demostrar la admiración que siento por El Imperio Contraataca. Fue una secuela digna de Una Nueva Esperanza, constituyendo el filme «nudo» más interesante de toda la historia del cine.
En mi opinión, el desmenuzar esta obra maestra, para encontrar los hilos más brillantes, sería un verdadero pecado. Honestamente, aún con los mínimos errores que pudieron haber tenido, no me imagino que pudiera existir algo más glorioso en todas las operas espaciales que se han producido hasta la fecha (aunque, honestamente, no he visto todas).
Sin embargo, se puede afirmar que el trabajo realizado por Irvin Kershner ha superado a lo hecho por George Lucas. El supo darle esa atmósfera de oscuridad necesaria para que el final, El Retorno del Jedi, cerrara adecuadamente todos los hilos que quedaron al aire, y que Richard Marquand supo amarrar de una forma magistral. Pero esa es otra historia…
