Una de las grandes preguntas que la vida pone a veces es la cuestión del amor, por ahí dicen que el amor embrutece, y vaya que lo hace. Las comedias románticas americanas siempre retratan bien el tema, pero, ¿qué hay cuando queremos meter a un plato americano un poco de nuestra sazón, algo de chilito jalapeño y unas cervezas bien heladas de esas que Coro….perdón, adornan la cabeza de los reyes?

Es entonces cuando vemos la producción de Roberto Sneider (Arráncame la Vida), quien hace esta producción mexicana que tuvo locaciones en México y en Estados Unidos y con un elenco encabezado por el tapatío Gael García Bernal, la española Verónica Echegui (La Gran Familia Española), y una gran cantidad de actores, algunos haciendo cameos como Cassandra Ciangherotti y Daniel Giménez Cacho, asi como el enorme islandés Björn Hlynur Haraldsson y la modelo Ashley Hinshaw.

La cinta, basada en el libro Ciudades Desiertas del escritor José Agustín, nos cuenta la historia de Eligio, un actor de la Ciudad de México, que un buen día encuentra que su esposa Susana lo ha abandonado. Tras mucho averiguar se entera que se ha ido a los Estados Unidos a seguir su carrera de escritora y, dejándolo todo, dice ir tras ella. Un gesto muy noble, si no fuera porque Eligio es el vivo retrato del macho contemporáneo.

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Y aún asi hasta prueba el pasatiempo favorito de los estadounidenses…

En esta película el término de «macho contemporáneo» resalta con todo de inicio a fin, el clásico que es un completo egoísta, borracho, mujeriego, pero que no puede negar que esa mujer, a la que casi por derecho «divino y legal» cree que tiene que hacer «lo que se le antoje», de pronto lo abandona y lo deja en ese torrente de depresión y desesperación, ese momento en que, aunque fuera la persona más inteligente, se embrutece con la obsesión hasta de viajar hasta otra parte del mundo para poder estar con ella.

Y es entonces cuando el guión nos ve y se ríe de nosotros, estamos viendo a un macho, no al clásico galán de comedia romántica que hará suspirar a la chica y casi le pida llorando que no lo abandone, sino a uno que encara a su pareja y le va a reclamar todo, hasta exigirle que le cuente los atributos del posible tercero en cuestión. Seguro, es ese tipo de hombre que no le importará tirar una canita al aire pero que siente que el mundo se le cae cuando la mujer de su vida lo hace.

Con ese enfoque podemos disfrutar un poco más la película y disfrutar de ese círculo vicioso que se vive cuando el hombre es uno de esos machos, que pasa de la violencia al amor en tres patadas, del amor a la idealización, de la idealización a la cruda realidad y repítase el proceso hasta terminar la película y comprobar que, en esto del amor, hasta en los Estados Unidos todos somos bien brutos.

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Con Desierto, Gael García ya lleva dos producciones donde se cruza la frontera… esta de manera legal claro.

El ritmo de la cinta si tiende a ser un tanto irregular y, de hecho, uno de los detalles que casi la termina matando por completo es ese frenón que la cinta toma casi al final de la película que mata por completo el ritmo y nos hace pensar de un final un tanto forzado, que busca ser impredecible, pero seguro para muchos nos hará soltar el predecible y bien mexicano… «¡chale!».

De las actuaciones, podemos mencionar a un Gael García que no se esfuerza mucho para darnos un papel «charolástrico«, si uno de esos que tanta popularidad le han dado en ese intento de ser un capitalino (con acento de no sé dónde intenta ser) con su buena dosis de chistes pícaros y majaderías nacionales (hasta hay un momento donde un chiste muere en el intento de traducirlo) y que también nos da una muestra de que su inglés esta tan bien masticado que no le crees en lo absoluto que jamás estuvo en los Estados Unidos. Nada que se le pueda extrañar y sabe mantener la película a flote todo el tiempo.

De la española Echegui, podemos decir varios detalles resaltantes, lo linda que es, un tono de voz que derretiría hasta al témpano más helado y que nos regala dos o tres tomas que suben la temperatura de la sala (cabe aclarar, la cinta es para adultos) y que en ratos no se logra dar esa química con su contraparte, haciendo en ratos menos creíble lo que su personaje termina haciendo de la mitad de la cinta en adelante.

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Aunque logran retratar bien el problema que tienen en pareja se torna un tanto forzada la química en la pareja.

La cinta tiene a otros actores que hacen algunos papeles un tanto ocasionales y que son difíciles de evaluar, entre un calenturiento editor de revistas, una escritora asiática chismosa, la linda empleada rubia y el enorme escritor polaco al que acusan de poner los cuernos, el taxista racista, los empleados de Migración prepotentes… en fin, todos los clichés necesarios para armar esta comedia romántica.

Poco hay que destacar de la fotografía, una no muy notoria, pese a los buenos intentos de retratar a la Ciudad de México y a Iowa en diferentes épocas del año y una banda sonora que tiene algunas canciones de rock mexicano, uno de otro danzón y hasta una versión rockera de la canción de Vicente Fernández «Volver, Volver». No podemos tampoco dejar de subrayar, la omnipresente presencia de uno de los patrocinadores de la cinta retratados en botellas de cerveza que aparecen hasta en los tacos (literalmente).

Una cinta mexicana que va a entretener y seguro nos va a dejar pensando en ratos sobre ese rol del macho, que, pese a estos tiempos contemporáneos de igualdad, sigue apareciendo silenciosamente en nuestros núcleos sociales y que no recomiendo para nada a aquellos que no creen en ello y que se escandalicen con ese tipo de perfil romántico que, dicho sea de paso, no es el ingrediente correcto en una comedia romántica, solo nos deja más dramas que carcajadas.

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