Tenemos que afirmar que uno de los relatos más interesantes del siglo XX fue la vida del Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, quien fue pieza clave durante la Guerra Fría y cuyo asesinato marcó un momento muy trágico en la historia de su país.

Su muerte inspiró muchas películas, tanto basadas en hechos reales como historias ficticias, siendo una de las más acertadas la cinta J.F.K. que dirigió Oliver Stone sobre las diferentes conspiraciones que pudieron haber acabado con la vida del Presidente.

Pablo Larraín, director chileno de quien veremos pronto su producción Neruda, dirige Jackie, una cinta que se enfoca en este trágico evento pero ahora contado del punto de vista de la entonces Primera Dama de los Estados Unidos, Jacqueline «Jackie» Kennedy, quien es interpretada por Natalie Portman (El Cisne Negro).

Natalie domina a su personaje, su glamour y su tragedia de inicio a fin.

Jackie es visitada por un reportero interesado en que le platique de manera detallada los eventos ocurridos después de la muerte de su esposo en Dallas. En medio de esa entrevista, podremos ver el impacto que tuvo la muerte de su esposo en su vida y cómo fue capaz de superar el trauma de su fallecimiento.

Larraín de pronto se encuentra con un guión que le pudo haber dado muchas posibilidades de pelear premios importantes, vamos, estamos hablando de una de las Primeras Damas más conocidas en la historia de Estados Unidos y, sobre todo, una que enfrentó una de las tragedias más vistas en el siglo pasado. Pero hay algo en la historia que, pese a la gran actuación de Natalie Portman, no termina de cuadrar, ¿será acaso esa disonancia que Larraín logra al contar los eventos en diferentes líneas de tiempo que hace que el espectador termine en cierto modo fastidiado con la historia?

De hecho la cinta logra un gran retrato de Jackie, donde el trabajo de fotografía permite mostrarla en diferentes tonalidades, como el blanco y negro de una transmisión común de la CBS cuando Jackie mostraba con orgullo los adornos de la Casa Blanca, esos tonos a color retro que la televisión mostró años más tarde durante los eventos del velorio de Kennedy y un tono más común cuando la vemos en su casa en Massachusetts.

Jackie debe confrontar la tragedia que se cierne alrededor de ella, pero sobretodo, vencerse a si misma.

Y vemos que Larraín no escatima recursos en usar esas diferentes tonalidades para mostrar como la felicidad ya es un evento pasado que solo se ve en tonalidades blanco y negro, la tragedia se pinta de sepia y rojo y la resignación del tiempo presente la vemos en sus tonos normales, una auténtica poesía a la dura realidad de la vida.

Ojalá la narrativa hubiera tenido el mismo impacto, donde hay puntos donde el cinéfilo cae en confusión al ver cómo se brinca la tragedia en sí y pronto nos centramos en el conflicto que la ahora viuda de Kennedy tiene con su cuñado, Robert Kennedy y con el nuevo Presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, para de pronto observar nuevamente esos duros momentos donde Jackie intenta enfrentar su soledad, el hecho de contarle a sus hijos la tragedia presente y su deseo de hacer un funeral digno a su marido, para que de pronto nos vuelque Larráin dicha tragedia, con sangre y todo, frente a nuestros ojos, arriesgando todo lo ganado en una sóla escena que, para el juicio del cinéfilo, es la apuesta de todo o nada, que las academias de cine del mundo dieron su veredicto final al solo darle 3 nominaciones al Oscar.

La cinta destaca por el gran trabajo también por el vestuario que vemos en la cinta.

Y tenemos que mencionar que Natalie Portman merece su nominación al Óscar al realizar uno de los personajes más complicados de su carrera, no solo en el hecho de mostrar  a una mujer que, con el corazón destrozado por la muerte de su marido y el trauma de haber estado ahí en ese momento, deba poner toda la entereza para continuar con su vida y sacar las cosas adelante, en medio de un trauma mental visible y un tremendo deseo de morir. Claro, no llega al extremo que vimos en El Cisne Negro, pero si a un punto que consolida a Portman como una de las mejores actrices de nuestros tiempos, aunque las franquicias no le sienten bien.  Además debemos considerar también que Portman tuvo que usar un acento específico que jamás perdió en toda la película.

Al momento de hacer esta nota, aclaro, la ceremonia del Oscar aún no se llevaba a cabo, pero Portman luce para mí incluso como alguien que pudo haberse llevado el premio a Mejor Actriz si una cinta como La La Land no se hubiera atravesado.

El resto del elenco no destaca mucho, tenemos ahí a un Peter Saarsgard interpretando a un Robert Kennedy que parece capturar un poco el pesar de la muerte de su hermano y la sensación y tensión de estar en medio de ese conflicto entre Jackie y el gobierno de Estados Unidos, pero sin tener suficiente impacto en la cinta, tan solo un trampolín para mostrar la fuerza actoral de Natalie. Igual ocurre con las actuaciones de Greta Gerwig, Bill Cudrup o el recién fallecido John Hurt. 

Las tonalidades en la fotografía nos ayudan a distinguir entre el tono sepia de la tragedia y la resignación del presente.

Mención aparte merece el vestuario de la cinta, ambientado en los sesenta, no tuvo problema en derrochar lo posible para mostrar lo mejor del guardarropa que debía vestir Jackie en esa época, que si bien hablamos de que no debería mostrar tantos trajes, una sola escena nos muestra la capacidad de la diseñadora de ropa de la cinta en mostrarnos varios modelos y casi pedir el Oscar a gritos.

Aunque no veo posibilidades de Oscar, la banda sonora de la británica Mica Levi sabe sostener muy bien el dramatismo en las diferentes escenas de la historia, como si el propio Pablo Cazals hubiera tocado esa música si estuviese vivo. Levi logra matizar con sonidos mínimos de cuerdas de orquesta los diferentes momentos de la trama, logrando ambientar el luto y tristeza que necesita la historia para poder ver con cierta serenidad el conflicto interno que sufre Jackie. Incluso algunas distorsiones en el sonido le dan todavía más impacto para poder sentir retumbar en nuestro corazón dicho pesar.

Jackie es una cinta en donde vemos a Natalie Portman brillar con un talento que ha ido mejorando con los años y quien ya lleva tres nominaciones y un Oscar. Esta claro que superar la prueba del biopic nos dará suficientes razones para que Portman, en un futuro pueda aspirar casi sin objeciones al segundo Oscar de su carrera. No obstante, Jackie, como cinta completa, se pierde un poco en la confusión y queda sólo como una gran tarjeta de presentación del talentoso Pablo Larraín para futuros proyectos en Hollywood.

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