EL PRINCIPITO es un tributo de amor inspirado por Antoine de Saint-Exupéry de la muy popular y querida novela de 1942, que ha sido traducido a más de 250 idiomas y ha vendido más de 145 millones de copias en todo el mundo.

Por si no fuera poca la popularidad de tan amado personaje, en su idioma original, la película ésta llena de star-talents que prestan su voz, como Rachel McAdams, Paul Rudd, James Franco, Marion Cotillard, Benicio Del Toro, Jeff Bridges, y demás, sin olvidar todo el cuerpo técnico de expertos en animación de diferentes partes del mundo y dirigida por Mark Osborne (Kung Fu Panda). Pero aún así, con todo esto, no es lo único por lo cual la película anglo-francesa, es excelente.

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En su doblaje latino, cuenta con dos star-talents, el señor Manuel “Loco” Valdés y Cecilia Suárez, que aunados a nuevos y frescos talentos del doblaje infantil mexicano y consagradas voces como las de José Gilberto Vilchis (voz de Shun de Andrómeda, Caballeros del Zodiaco; Bradley Cooper, Mark Wahlberg) y Cony Madera (voz de Rose de Titanic; Naomi Watts, Jennifer Garner) conforman las voces de ésta historia en español. Pero más allá del idioma, ésta película trasciende fronteras. Y ataca de lleno una premisa: “Crecer no es el problema, el problema es olvidar”.

No digo que sea para todo mundo, pero sí creo que todos debieran verla puesto que está maravillosamente hecha por el lado que la veas. La historia se desenvuelve en dos mundos: el mundo real presentado en una animación 3D como Frozen, Enredados… y el mundo mágico del cuento de El Principito animado con un stop-motion a mano en papel. El puro trabajo de animación es una obra de arte, como si de las mismas páginas de un libro cobraran vida los personajes.

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La película no trata sobre la representación del cuento, sino como se vive el mensaje del mismo en el mundo actual.

En un mundo cuadrado, monocromático, aburrido, lleno de estrés y presiones del trabajo y la educación perfecta… una familia de madre e hija se mudan a un vecindario igual, plano, austero… La Madre, controladora, robótica y con un desorden compulsivo por el orden y la estructura; y La Niña más atareada y agobiada por el estudio para ser seleccionada en el mejor colegio; terminan siendo vecinas de un hombre viejo, excéntrico, relajado, lleno de locuras y color… El Aviador. Y así inicia una montaña de enseñanzas y lecciones, cuando El Aviador, le va presentando el maravilloso mundo de El Principito a La Niña.

Descubrimos como ha pasado ya el tiempo. El Aviador, después de haber conocido a El Principito en el cuento original, planea el viaje de regreso para encontrarse con él. Poco a poco La Niña se vuelve partícipe, y redescubre el verdadero significado de la niñez.

Los invito a unirse a ésta cruzada, redescubriendo su propia niñez, inocencia y capacidad de asombro y amor hacia las cosas. Que no se trata de crecer y simplemente dejar de ser infantes, sino de seguir creyendo, teniendo fe, jamás perder las esperanzas y sus sueños. Sólo con el corazón y los sentimientos es como realmente vemos el mundo con claridad… lo esencial es invisible para los ojos físicos.

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El Principito me llenó de miles de emociones. Me hizo reír, asombrarme, llorar… no solo en la sala de cine sino todo el trayecto a casa. Una producción que formará parte de mi colección personal, entrañable, dentro del corazón.

El Principito para mí tiene un significado directamente especial y personal. Pero aún sin esto, la película toca fibras primordiales y esenciales para todos. Me encantaría que todos se llevaran tal experiencia, o al menos lo intentaran.

El Principito es una película que más allá de intentar entretener o divertir, e incluso educar o enseñar una lección de vida, a través de la magia y sentimientos, logra todo esto y más.

Una película que “domestica” con un ligero riesgo a llorar.

Reseña realizada por Benigno Peña Ramos

Agradecemos a Corazón Films y Servifilms las facilidades para realizar esta reseña.